Tito Astudillo y A.
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Tito Astudillo |
Hojeando el libro de José Manuel Castellano Gil: “Historia gráfica de las casas flotantes del Ecuador”, texto y muestrario
de planos, dibujos, grabados, pinturas y fotografías de autores ecuatorianos y
de otros países también, sobre esta faceta de nuestra historia y cotidianidad
costera y fluvial, con raíces prehispánicas que creció en la Colonia y de
alguna manera aportó a nuestra integración regional en la vida republicana, en
proceso de desvalorización y abandono ahora, uno no deja de maravillarse ante
cada imagen y la cantidad de información que ofrecen.
Esta colección gráfica sustenta una investigación que plantea
fundamentalmente, como apunta su autor, -recuperar y revalorizar un patrimonio
cultural excepcional- para, de esta forma, -potenciar desde la cultura un
desarrollo local sostenible-, esto es rescatar y poner en valor un componente
cultural, que recoge toda una tradición comunicacional, de transporte,
comercial y habitacional, que evolucionó a través del tiempo y las nuevas
exigencias de progreso, adquiriendo características propias que lo hacían única
o al menos diferente y especifica de las cuencas hidrográficas de nuestro
litoral, como es el caso de las casas flotantes sobre el rio Babahoyo, que
motivaron el presente estudio, investigación y propuesta.
Mirando cada imagen: paisajes del mar, de la Costa, del golfo
de Guayaquil, de los esteros, ríos y malecones; de las balsas en sus diferentes
modelos, tamaños y utilidades, canoas, lanchas y casas flotantes que responden
a usos y costumbres, a modos de vivir y actuar y armonizar con la naturaleza, la
memoria me devuelve imágenes de Durán y la Gabarra por donde llegábamos a
Guayaquil y a José de la Cuadra y La Caracola y más, porque las balsas, casas
flotantes y el transporte por los ríos del Litoral, persisten en el imaginario
de los ecuatorianos.