viernes, 16 de septiembre de 2011

El chalaneo político

Generalizar es mentir. No obstante, razones de peso hay que justifican el malestar y desencanto de la ciudadanía hacia los políticos y la política. No todos son iguales pero una inmensa mayoría parecen casi idénticos. Unos de forma activa y otros pasivamente cierran filas a instrucciones orgánicas antidemocráticas: disciplina en la fila o expulsión exprés al canto. Algunos son mártires del ridículo, defienden lo indefendible, y todo por el “bien partidista”, perdón quiero decir por el puestito o carguito, y, si hace falta, en contra de la inteligencia básica.


Hay cosas en el mundo de la política que no se entienden bien en la calle. Ni falta que hace, dirían algunos. Y no será porque no sepan explicarlas, que también, sino porque tras ellas se esconden intereses que nada tienen en común con el bien público y responden a mecanismos de ajustes y contrapesos en el reparto institucional entre el grupo dirigente.

Y es en este contexto donde debe entenderse las manifestaciones de Julio Cruz, vicepresidente del Parlamento de Canarias y secretario de Organización del PSC, con respecto a la moción de censura en el Cabildo de El Hierro, que conllevó a la expulsión exprés de Alpidio Armas, al ser considerado desleal con los intereses del PSC, por poner en peligro el gran logro de su dirigencia: tocar poder, aunque tan sólo fuese con las yemitas de los dedos.

Todavía continúan las replicas del movimiento sísmico que tuvo como epicentro el Cabildo herreño, tanto PSC como CC han anunciado que recurrirán de forma independientemente a los tribunales para restaurar el “viejo orden”. Y mientras tanto el atrevido mediador, Julio Cruz, se descuelga con unas declaraciones sorpresivas a simple vista: “El PSC todavía no ha decidido qué hacer con la situación como diputado regional de Alpidio Armas”.

Sin duda, una parrafada al más estilo de Groucho Marx que adquiere su dimensión plena y esperpéntica cuando intenta explicar, a su manera, la situación del diputado herreño en el grupo parlamentario: "es otra situación completamente distinta a la del Cabildo (…) el Partido no ha tomado una decisión al respecto” y “deja en manos de los órganos del PSC y del propio Alpidio Armas la posibilidad de acuerdo, por lo que todavía no se ha confirmado su salida del Grupo Socialista para entrar en el Mixto”. Y por su parte Manuel Fajardo, portavoz parlamentario del PSC, tampoco ha querido ser menos y ha anunciado que la expulsión del grupo parlamentario del rebelde herreño “no es una prioridad”.

¿Desvarío? No, no nos engañemos. Tengo la impresión que la cuestión central de este dislate orquestado es más simple. A la dirigencia del PSC le es intrascendente que el diputado herreño se pase al grupo mixto, porque no va a alterar la mayoría en actual en el Parlamento. Sin embargo, podría ser un serio inconveniente para sacar adelante la propuesta de Jerónimo Saavedra como nuevo Diputado del Común.

La Ley 7/2001, de 31 de julio del Diputado del Común en su artículo 4º, punto 2º, recoge que el candidato debe obtener una votación favorable de tres quintas partes de los miembros del Parlamento, es decir, se necesita el apoyo de 36 diputados. Y claro está, con Alpidio en el grupo mixto, CC y PSC sólo suman 35. Por tanto, no alcanzaría la cuota exigida y dependería del apoyo del PP o de al menos un voto favorable de los miembros del Grupo Mixto.

Pero, no queda ahí la cosa. Esa dificultad, la necesidad de contar con 36 votos, se repetiría en las restantes designaciones de los órganos parlamentarios. Este es el argumento que puede explicar el cambio de “talante” del PSC: de la radical expulsión exprés a una laxitud falaz. En fin, así son las cosas. Todo un chalaneo político. Una burla a la militancia y a la ciudadanía.

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