José M. Castellano |
Un
sinfín de organismos, “cosas” y hasta una multitud de esos 8.000 millones de seres
bípedos existen sin llegar alcanzar pensamiento alguno, a pesar que en el mejor
de los casos, posean tan solo un leve reflejo de consciencia primaria sin intelecto
propio o independiente. ¡Cuánta existencia inútil, qué desperdicio genético!
Viven,
se relacionan y se comportan como réplicas inertes de cacatúas adocenadas que coexisten
pero incapaces, con o sin birrete, de articular un pensamiento básico.
Conozco
y convivo con una multitud de esos ejemplares. De modo que descarto a René Descartes,
porque nuestra realidad es una simple sumatoria exponencial de mediocridad
pasmosa que insulta ramplonamente al conocimiento y a la racionalidad.
Una
inmensa mayoría son plenamente conscientes de su propia existencia pero sin
pensamiento, pues la calidad del pensar viene a ser el resultado de una sistemática
ejercitación constante en una búsqueda inacabada e inalcanzable, que debe enfrentarse
irremediablemente a las mordazas impuestas y a las propias limitaciones y,
sobre todo, a ese fanatismo galopante sin medida, un distintivo natural de la
ceguera del ser humano. “Sunt sed
non cogitant”.
Cuenca (Ecuador) noviembre 2022
yo pondría nombres y apellidos, ganas no me falta pero sería indecoroso e irreflexivo, tanto como la realidad que pintas
ResponderEliminarTristemente cierto.
ResponderEliminarLo interesante es saber ¿Por qué? ¿Qué pasa para que la realidad que refleja sea esa y no otra?
ResponderEliminarprofundo y real
ResponderEliminar