Dr. José M. Castellano Gil
Programa Prometeo - SENESCYT
Bajo la presidencia de Leandro Serrano Minuche,
padre del General Manuel Serrano Renda, se inicia en 1864 la construcción de la
antigua Casa Municipal del cantón de Machala y a finales del siglo XIX se
levanta un torreón anexo. Y es en la sesión extraordinaria del 3 de junio de
1899 cuando el Consejo de Machala, presidido por Juan José Pazmiño, aborda una
propuesta suscrita por Carlos Pappe, natural de Suiza y residente en Guayaquil,
que plantea la adquisición en Europa de un reloj público para su ubicación en
el torreón de la Casa Municipal.
Este proyecto definía las características que debía
tener el reloj: cuatro esferas transparentes de 90 cm. de diámetro, similar al
que existía en la iglesia de San Francisco de Guayaquil; se alumbraría con
queroseno o gas; y contemplaba, además, la reutilización de la campana que en
aquellos momentos disponía el torreón.
Asimismo se sugería la necesidad de realizar un
estudio previo sobre las dimensiones del torreón y su proponente se comprometía
a la colocación del reloj. Estos servicios correría a cargo de la institución,
mediante el abono de los gastos ocasionados por el traslado de un técnico a
Machala, su alimentación y alojamiento durante el tiempo de ejecución de esas
labores hasta la firma del contrato.
Por otro lado, Carlos Pappe requería de la
Municipalidad su compromiso en proporcionar los operarios necesarios para la ejecución
de la obra y establecía un plazo de 15 días para su finalización e incluía una
cláusula de penalización de 5 sucres diarios por demora, en el caso de
producirse algún retraso motivado por la falta de materiales que debía
facilitar la municipalidad.
El presupuesto total del proyecto ascendía a 1.700
sucres y sería abonado en dos pagos: la mitad a la firma del contrato y el
resto una vez llegado el reloj a Guayaquil. También se fijaba un plazo de cien
días, tras la firma del contrato, para la llegada del reloj a Guayaquil y se
designaba a León Molestina como garante o fiador.
En definitiva, la propuesta fue valorada
positivamente por la corporación municipal de Machala, aunque introduce algunas
pequeñas condiciones como la inclusión de nuevas campanas y la reparación de
parte de la maquinaria existente en el torreón por encontrarse en malas condiciones.
Junto a esto, la municipalidad precisaba que el reloj debía marcar horas y
medias horas; que la campana de las horas tenía que ser de 599 cm. de alto sin
las argollas y de 73 cm. de diámetro en la parte inferior; que fueran bien
sonoras; y establecía en 30 sucres el pago por los trabajos relacionados con la
toma de dimensiones del torreón e inspección.
Para cubrir los costes ocasionados por la
composición y cerramiento del torreón, el Alcalde, Juan José Pazmiño, asignaba
la utilización de 700 sucres, consignados al presupuesto general anual correspondiente
a la obra de la Casa Municipal, y señalaba que la cantidad sobrante fuera destinada,
junto al remanente disponible, a cubrir los gastos derivados de la adquisición
del reloj.
Pocos días después Carlos Pappe trasladaba al
Consejo Municipal que en su propuesta inicial no contemplaba la adquisición de
una campana, ya que pretendía reutilizar la que disponía el torreón. No
obstante matizaba que, en el supuesto caso de que le exigiera su compra, ello implicaría
un incremento del presupuesto y que se comprometía a encargarla a Europa por
cuenta de la Municipalidad, cubriendo la institución su valor según factura. Y
en cuanto al requisito de que el reloj marcara las horas y medias horas,
aclaraba que no supondría costo suplementario alguno, ya que la maquinaria
permitía con una sola campana dar dos sonidos distintos a través de dos
martillos con diferente tamaño colocados en dos partes opuestas de la misma
campana, como solía hacerse en varias partes de Europa. Y que, además, se podía
obtener esa diferencia de sonoridad aplicando mayor o menor fuerza a uno y otro
de los martillos o bien a través de una variación de tamaño en las escuadras de
conducción.
Una vez discutido el asunto en el Consejo se decidió
evitar más gastos y se propuso fundir la campana en Guayaquil donde existían
buenas fundiciones. Y dado que la calidad de la campana se asociada a su mayor
o menor peso, se decidió enviar también a Guayaquil la campana ubicada en el
edificio de la Gobernación, junto a la del torreón que se encontraba
resquebrajada, para que ambas se fundiera en una sola, al tamaño y dimensiones
convenientes. La municipalidad asumía ese gasto y encomendaba a Carlos Pappe la
dirección y negociación del coste con el fundidor, sin que ello implicara
remuneración alguna por esas gestiones. Y de esa forma quedaba aprobada
definitivamente la propuesta, no sin antes acordar que el reloj debería llevar
la inscripción de "Concejo de 1899".
A principios de noviembre de 1899 la municipalidad
de Machala requería al contratista del reloj para que la obra estuviera
concluida seis días antes de la fiesta de Navidad, al tiempo, que se interesaba
por conocer si el trabajo de fundición de la campana estaba finalizado y a
cuánto ascendía. Y de forma paralela se ordenaba al Tesorero Municipal a activar
los cobros de los terrenos municipales para cubrir los gastos ocasionados por
la obra del reloj municipal.
Poco después el contratista, Carlos Pappe, comunicaba
a la municipalidad que el monto de la fundición de la campana ascendía a 1
sucre 90 centavos por cada libra y que le habían ofrecido suministrarle el
metal. Sin embargo, estimaba que se debía emplear el mismo que contenían las
campanas enviadas, ya que su metal era superior al que pudiera comprarse en el
mercado. Y el Consejo aceptaba tanto la sugerencia como el precio ofertado.
Las gestiones parecían que iban por buen camino
hasta el punto que se preveía próxima la llegada del reloj desde Europa. Y, por
ello, el presidente de la municipalidad instaba al gobierno central a la exoneración
de los derechos fiscales y del impuesto del muelle tanto en el puerto Bolívar como
en Guayaquil. Petición ésta, que sería aceptada por el Gobierno. Sin embargo,
en la sesión del 14 de febrero de 1900 un oficio remitido por el contratista
del Reloj, Carlos Pappe, comunicaba al Consejo que no podía cumplir con su
contrato ante la imposibilidad de conseguir un reloj construido en buenas
condiciones e informaba que estaba a punto de llegar otro que había encargado a
Europa.
El tiempo pasaba y Machala seguía sin reloj. De modo
que en mayo de 1900 la municipalidad decide dirigirse, por última vez, a León
Molestina, avalista del contratista, para notificarle el incumplimiento de su
garantido, ya que había transcurrido con exceso el plazo establecido para su
entrega. Y de forma paralela la Municipalidad remitía oficio al Síndico
Procurador para que procediera a ejecutar al avalista, además, de solicitarle intereses
y perjuicios ocasionados, como el valor de la inadecuada campana que hizo construir.
Ante estas circunstancias León Molestina suplicaba
una ampliación del plazo para la entrega del reloj. Y la administración
municipal le concedía un margen de quince días. Sin embargo, poco tiempo
después el avalista informaba que, debido a incidentes e imprevistos de su
garantido, no podía cumplir con su obligación y, para evitar ser ejecutado por
la cantidad de 850 sucres, decidía abonar dicha cantidad y cancelar las
escrituras de compromiso. De este modo, la primera experiencia por adquirir un reloj
para el torreón de la Casa Municipal resultó un intento frustrado.
Por último, un aspecto complementario a esta breve
relación de hechos expuestos viene a poner en evidencia un dato que se ha
generalizado erróneamente, tanto en la producción bibliográfica local como en
la propia página web del Municipio, que apunta al 23 de abril de 1900 como el
año en que se produce la inauguración del Reloj municipal. Por tanto, llamamos
la atención para que se corrija y se actualice, ya que como ha quedado demostrado
en estas líneas y como tendremos oportunidad de ver en la próxima entrega ese
acontecimiento tendría lugar en los primeros meses de 1901.
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