Eudaldo Jadán Veriñas
Machala por su propio devenir histórico no ha sido cuna de grandes referentes culturales ni científicos. Durante gran parte de su historia su esencia identitaria fue la de un pequeño poblado de laboriosos campesinos dependiente de la oligarquía guayaquileña. A partir de los años 50 del siglo XX y a través del cultivo del banano, en primer lugar; de la industria camaronera, más tarde; de su renta de posición fronteriza, después –con todo lo que ello conlleva desde un punto de vista del tráfico ilegal–; del rebrote de la minería, posteriormente; y de la especulación del suelo, más recientemente; se crearon las condiciones que ha propiciado un salto extraordinario en determinados aspectos que ha tenido una repercusión social asimétrica en su globalidad.
Esta
transformación, sin embargo, facilitó el nacimiento de una generación –donde se
encuentra, entre otros pocos, EUDALDO JADÁN VERIÑAS– caracterizada por un ansia
de inquietud formativa que le llevó a conectarse con el exterior y apostar, de un
modo individual, por trasladar esos saberes punteros a su sociedad de origen.
Sin embargo resultó un rotundo fracaso por responsabilidad ajena. La estructura
machaleña, inmovilista y reacia a todo aquello que pueda poner en peligro su estricto
control de negocios y repartos, ganó, una vez más, la batalla. Así que de
aquellas aguas, estos lodos que conducen a un horizonte sin Prometeos
autóctonos.
EUDALDO
JADÁN es un ejemplo evidente de esa atrocidad de la sin razón. Educado y
forjado en la sabia cultura campesina, ha sabido conservar los valores
originarios de sus ancestros y se ha hecho a sí mismo, no sin enormes esfuerzos y
grandes sacrificios. Su innata curiosidad de aventurero incansable y su capacidad
para la observación directa sobre la naturaleza le llevó a transitar por el
mundo de las Ciencias, sin renunciar a sus raíces, y ha devuelto su gratitud al
mundo agrario y social a través de sus aportaciones científicas, de su vinculación
comunitaria y, muy especialmente, por su ayuda desinteresada a los productores
menos favorecidos.
EUDALDO
JADÁN se ha convertido en otra víctima más que afecta a ese reducido grupo de
machaleños que conforma la elite científica e intelectual y que se encuentra ya
en plena fase de extinción. Ha sido señalado, maltratado, acusado y condenado
al ostracismo simplemente por tener criterio propio, por hablar claro y
directo, por no aceptar prebendas a cambio de silencios cómplices y, sobre todo,
por su dedicación, honestidad y seriedad investigadora. Esa ruta de vida, en
cualquier parte, contiene méritos más que suficiente, al menos, para una
consideración académica y social.
Machala
es, desde luego, una ciudad de provincias. Pero ese condicionante no es excusa
hoy en día, cuando Ecuador se abre al mundo con la firme intención de ser país
competitivo y reconocido internacionalmente, para que su desarrollo, su
posicionamiento y convivencia en todos sus aspectos no estén equiparados y a la
altura de cualquier ciudad del primer mundo. Algo está fallando sin duda. Y no
es un problema de recursos, ni de medios. Machala y su Provincia cuentan con un
gran potencial económico y una gran diversidad.
La
UTMACH es, desde luego, una universidad periférica no por el simple hecho de su
mera ubicación geográfica sino en el más amplio sentido. Esa realidad tampoco es
pretexto para que ese centro superior no pueda convertirse en una verdadera
universidad puntera y de nivel que tanto necesita la Provincia de El Oro para
su progreso. Algo se está haciendo mal, pero que muy mal, rematadamente mal. Y no
es, precisamente, por una escasa dotación presupuestaria.
Con
estas dos premisas no estoy descubriendo América. La sociedad machaleña conoce perfectamente
su medio social y, además, lo sufre en carne propia. Otra cosa bien distinta es
que piensen que no pueden hacer nada por cambiarla o que el coste por
intentarlo sea demasiado alto en un contexto dominado por "un miedo
social" generalizado. Es, sin duda pues, una empresa reservada exclusivamente
a verdaderos mártires redentores, como EUDALDO JADÁN y otros pocos librepensadores
locales de gran valía que han sido y siguen siendo sacrificados injustamente pero
la Historia se encargará de recuperarlos y dignificarlos como merecen.
Los
machaleños –salitrosos o no– son conscientes de su realidad mucho más allá de estas
simples observaciones. No, no soy machaleño ni de pura cepa ni de nuevo cuño, sin
embargo amo a esa tierra, a su gente y admiro a prohombres como a EUDALDO
JADÁN VERIÑAS, que camina de frente por senderos comprometidos de integridad,
profesionalidad e intelectualidad y que lucha, a pesar de todo, por construir un
futuro mejor para las venideras generaciones de machaleños, orenses y
ecuatorianos. Mi consideración y respeto, hermano.
Gran catedratico, excelente maestro, muy sabio, mejores profesores que he tenido, un gran mentor, lamentablemente injustamente acusado de gente corrupta, pero adelante que todo saldra bien.
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