José Manuel Castellano |
La balsa o casa flotante, elemento
significativo de adaptabilidad del hombre al medio, no ha contado en Ecuador con
un reconocimiento histórico, patrimonial ni cultural. Su percepción e
identificación han quedado restringidas a un segmento social minoritario en precarias
condiciones.
El cantón de Babahoyo, cabecera
provincial de Los Ríos, es hoy día el último reducto territorial ecuatoriano donde
se emplaza este tipo de manifestación constructiva ancestral. Su situación
actual es de extrema gravedad: se encuentra al borde de su extinción definitiva.
Esa progresiva reducción ha venido determinada
por la intervención directa de las distintas políticas de reubicación emprendidas
por el Municipio de Babahoyo desde mediados de los años noventa del siglo XX y
por el reasentamiento llevado a cabo principios de 2016. Estas intervenciones
venían argumentadas desde la esfera institucional como un intento por transformar
un escenario de marginalidad y pobreza.
Esa medida adoptada, a nuestro juicio,
no abordó la verdadera “cuestión de fondo", pues el proceso de desmantelamiento
de las balsas —ubicadas en un espacio de crecimiento y adecuación de la Ciudad—
parece responder más a un instrumento de planificación insertado en un proyecto
de regeneración urbana del malecón de Babahoyo planeado por el Municipio, que a
una estructurada política de acción social.
Resulta evidente que en esa toma de
decisión no se entró a valorar “la raíz del problema”, que es eminentemente
social, cultural y patrimonial. Pues un "problema social" de estas
características no se resuelve unilateralmente a través de una política de
desalojo y/o reubicación. Además, a corto plazo estas reubicaciones pueden
agudizar y acentuar aún más el estado de precariedad y marginalidad social de
este grupo humano, ya que se ha provocado una ruptura y desvinculación con un
medio que al menos le permitía una subsistencia en torno al río (poco más de un
1/3 se dedicaban a la pesca y casi un 20% de las mujeres a la lavandería). De
modo que los reubicados han perdido las escasas herramientas de producción de que
disponían. Estas políticas de reubicación tampoco vinieron acompañadas de un
paquete de medidas dirigidas a fomentar una reinserción social y laboral de los
balseros. En definitiva, la reubicación no da respuesta al problema social
existente.
Por otro lado, la adopción de esta
decisión tampoco parece haber evaluado el contenido histórico-patrimonial de
las balsas flotantes, como un instrumento de consolidación identitaria
fluminense, ni contemplado su enorme potencial como recurso múltiple, tanto en
la articulación y diseño de la nueva ciudad, como en su posible contribución como
agente impulsor de un desarrollo local sustentable.
Desgraciadamente esta dinámica va a
tener como desenlace la liquidación definitiva del último vestigio de una
"cultura anfibia" asentada en Ecuador, la desaparición de un
patrimonio único, exclusivo y singular en el marco ecuatoriano, y la pérdida de
un patrimonio material e inmaterial asociado, que en épocas pasadas contribuyó
sin duda a la integración del espacio y a la conformación nacional.
Fuente: http://ecuadoruniversitario.com/opinion/las-casas-flotantes-babahoyo-patrimonio-desdenado/
Fuente: http://ecuadoruniversitario.com/opinion/las-casas-flotantes-babahoyo-patrimonio-desdenado/
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