Por: José Manuel Castellano
Un archipiélago
desconocido durante la Historia Antigua pero que formaba parte del imaginario
mítico de las sociedades grecolatinas, que concebía la existencia del mundo
bajo una figura plana y que esas islas se encontraban al borde del precipicio y
representaban el paraíso terrenal bajo distintas denominaciones (Islas de los
Bienaventurados, Campos Elíseos, Jardín de las Hespérides, Islas Afortunadas),
a donde iban a descansar los “hombres buenos” en vida tras su muerte. Unas
islas bondadosas, de eterna primavera, con riachuelos de plata, manzanas de oro
custodiadas por ninfas y donde se vivía sin sacrificio alguno y en abundancia.
Esa concepción
mitológica grecolatina se desmorona sangrientamente a partir de la entrada del
Archipiélago canario en la Historia, con las primeras expediciones de
reconocimiento a finales del siglo XIV, que daba lugar a la conquista y
colonización, por medio de la espada y la cruz, promovida por la “Santa” corona
hispana desde 1402 hasta 1496. Un proceso que diezmó de forma considerable a
las sociedades originarias asentadas en el Archipiélago (procedentes de las
culturas líbico-bereberes norteafricanas) a través de las guerras, las
enfermedades introducidas por los conquistadores, la esclavitud y las
deportaciones y la imposición de una nueva cultura, una nueva sociedad, una
nueva economía, una nueva religión y unas nuevas instituciones.
El mal llamado
“descubrimiento de América” (1492) y la posición geoestratégica del Archipiélago,
favorecida por la corriente de los vientos alisios, que facilitaba la
navegación de las embarcaciones a vela entre Canarias y América, convirtió al
Archipiélago en un punto esencial como último puerto europeo de recalada de los
veleros que partían hacia el “Nuevo Continente” y en el primer puerto europeo
para los que regresaban desde América. Y como consecuencia de ello fue un
espacio de intervención para ingleses y franceses a través de acciones corsarias
y piráticas, junto al productivo comercio clandestino, para debilitar el papel
hegemónico de la corona hispana en el escenario internacional.
Ese fue el primer
papel que jugó el Archipiélago como pieza clave en el escenario geopolítico
durante gran parte de la etapa moderna, para representar un papel geoestratégico
similar durante el periodo contemporáneo. Primero en el contexto emancipador
latinoamericano (primer tercio del siglo XIX); después con la intervención
imperialista europea en el continente africano (último tercio del siglo XIX y
primeras décadas del siglo XX); posteriormente con la guerra hispano-cubana-norteamericana
(1898); seguida por la I y II Guerra Mundial (1914-18 / 1939-45); con la
ambición expansionista marroquí sobre la vieja colonia española del Sahara
Occidental mediante la “marcha verde” (invasión marroquí del Sahara, 1975); la
ocupación militar marroquí del islote Perejil (2002); las reivindicaciones de
Marruecos sobre Ceuta, Melilla y el Archipiélago canario; hasta llegar a la
reciente aspiración intervencionista militar de los EE.UU. en el continente
africano.
La traición española al
proceso de descolonización del Sahara Occidental (1975), como ha evidenciado la
reciente desclasificación documental de la CIA, donde el propio príncipe Juan
Carlos fue informante y negociador ante el gobierno norteamericano para ceder a
la pretensión marroquí a cambio de garantizar su corona de Rey; las claras
políticas pro-marroquí de los partidos políticos españoles que han vejado los
derechos de independencia reconocidos por la ONU, al pueblo Saharaui, que vive
continuamente en un estado de represión brutal y criminal; el reconocimiento de
la soberanía marroquí del Sahara Occidental por EE.UU. (2020); la normalización
en las relaciones entre Marruecos e Israel (2020); junto a la actual crisis de
Melilla (2021); las recientes operaciones militares conjuntas entre EE.UU. y
Marruecos en las proximidades del Archipiélago Canario (2021); el
establecimiento próximo de una base militar en Alcazarseguir (territorio
marroquí situado en el litoral mediterráneo entre Tánger y Ceuta), bajo la
excusa norteamericana de controlar el terrorismo y garantizar la estabilidad en
la región pero con la finalidad real de dominar El Estrecho del Mediterráneo, como
punto neurálgico para el intervencionismo logístico en los conflictos actuales
del Oriente Próximo y como cabeza de puente en las próximas operaciones
militares de EE.UU. sobre los países africanos.
Todo un proceso
geopolítico internacional que concluirá en un futuro próximo con unas Canarias bajo
el protectorado marroquí, en el mejor de los casos, o en una provincia más del
reino alauita, en la peor de las posibilidades.
Mientras tanto, apoyo y estoy al lado de nuestros hermanos saharaui en su reivindicación soberana y denuncio abiertamente la sucia impasibilidad de la ONU y la traición de esas falsas democracias, que vulneran y atropellan abiertamente los reconocimientos internacionales y la libertad de los pueblos. MALDITOS TRAIDORES, MISERABLES ASESINOS.
¡¡¡VIVA EL PUEBLO SAHARAUI LIBRE!!!
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