Un ciclo más que concluye y una nueva legión de estudiantes, más de 150, con los que he compartido otro semestre más. Creo en estos jóvenes pero mi fe es simplemente testimonial e insignificante.
La cuestión central es que cada uno debe aferrarse a creer en sí mismo, aunque sería insuficiente sin un honesto compromiso por medio en su desempeño. Nada cae del cielo por arte de magia y todo implica una labor de dedicación, esfuerzo y constancia, a pesar de los obstáculos que puedan presentarse en el camino.
En cualquier caso, esas dificultades deben
ser entendidas como una prueba, como un reto a superar y conlleva a la mejor satisfacción
posible: CRECIMIENTO, no solo en el ámbito académico sino en la propia vida
cotidiana.
Mis mejores deseos para ustedes y
mis excusas con respecto a los dos paralelos que no están representados aquí de
forma gráfica.
PD. No olviden nunca que para ser
un buen profesional antes hay que ser buenas personas.
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