A ti, E.C., que siempre me haces ir más allá de la simpleza.
Surgía de pronto, durante un enfrascado
cruce de miradas sobre esta cotidianidad múltiple, un aparente interrogante
simplón. ¿Y, todavía no te han mandado a matar, hermano?
La primera sensación recibida fue
de absoluta incomprensión y asombro, a la que repliqué con una afirmación tan apresurada
como contundente, “No. Todavía no, al
menos no del todo”, que vino acompañado de un explícito interrogante, que encerraba
una posición convencida. ¿Y por qué me van a matar? ¿Simplemente por pensar, por
reflexionar, por cuestionar, por criticar,
por hablar, por escribir, por enseñar? “No. Todavía no, al menos no del todo”.
No paré de defender esa idea, a
pesar que la pregunta seguía rondando en nuestro interior durante esa
conversación y que se prolongó a lo largo de semanas, hasta lograr entender la coexistencia
de dos realidades paralelas.
Una, producto del conocimiento
acumulado que nos empuja a mirar de forma quijotesca hacia el horizonte para
dejar atrás ese otro mundo primitivo. A esta altura de la Historia asumimos con
certeza plena que hemos superado con creces esas prácticas salvajes.
No obstante, si nos detenemos en
dar respuestas a cuestiones básicas podemos detectar que esos comportamientos continúan
vigentes, muy presentes. En unas ocasiones, de forma mayoritaria, envueltos en sutiles
acciones imperceptibles, y de forma minoritaria a través de manifestaciones violentas
y sanguinarias, que entendemos como el resultado de una minoría desalmada.
Ambas son tan perversas como criminales.
Ese interrogante, aparentemente simple o superficial, nos llevó también a revisar y adentrarnos en nuestra propia experiencia de vida para llegar a la conclusión que nos identificamos con la cigarra, que tantas veces la mataron, tantas veces se murió, pero sigue aquí resucitando, cantando a la vida, a la libertad, al sol, en busca permanente de luz entre tantas tinieblas miserables de maldad. La vida es un suspiro que se deshace en un instante pero moriremos con las botas puestas, porque más importante que la vida son las ideas, sin ideas no hay vida, por tanto, aquí estamos esperando a que nos llegue la sentencia y ejecución definitiva de muerte. ¡Viva la vida!
En un mundo deshumanizado las buenas ideas son como proyectiles lanzados contra los falsos líderes estimado Dr., concuerdo plenamente que no se debe claudicar ante las amenazas de muerte de los cobardes, porque al parecer esos infelices nacieron entre tinieblas, por lo tanto, así es precisamente su entorno; es decir, un mundo de tinieblas a donde quieren arrastrar a todos para vivir del cuento, del engaño, como parásitos en el cuerpo; porque sin temor a decirlo no saben otra cosa.
ResponderEliminarPara que matarnos si ya estamos muertos ?
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