Para empezar debemos
decir que no entendemos -o
más bien todo lo contrario-
la polvareda levantada en las redes sociales ante unas reflexiones vertidas por
un docente universitario sobre la baja calidad educativa. Su repercusión fue
tal que incluso un canal televisivo de ámbito nacional de esa maltratada piel
de toro ibérica se hacía eco en su informativo de la noticia, pero bajo un
tratamiento más propio de varieté mediática, en vez de aprovechar esa
oportunidad para abordarlo con seriedad.
La misiva, en
cuestión, firmada por Daniel Arias Aranda, docente de la Universidad de Granada
(España), y reproducida posteriormente como artículo de opinión en La Voz de
Cádiz (Andalucía-España), el pasado día 4 de este recién estrenado año, llevaba
un rompedor y llamativo título: “Hoy me dedico a engañar más que a enseñar”.
Su remitente-autor se
centra, desde una muy ajustada y concreta mirada crítica, en algunos de los
elementos alarmantes de la calidad educativa, arraigados en todas las etapas,
aunque con especial atención al mundo universitario.
Los aspectos
apuntados, como muy bien precisa el Dr. Arias “son sólo la cima del Iceberg”.
Existen, desde luego, muchos otros, a los que catalogamos de “maliciosos”,
que deberían incorporarse en futuros análisis, con mayor profundidad y detalle,
que sobrepase con creces las características y límites de este género epistolar
que referenciamos.
En cualquier caso,
nos duele tener que mostrar un agradecimiento y felicitación al colega Daniel
Arias por su coraje y valentía en expresar públicamente su criterio a través de
su propia experiencia docente.
Nos explicamos. Nos
duele, porque sobrevalorar una opinión crítica en un contexto “aparentemente”
democrático nos está hablando de la existencia de graves carencias sustanciales
en el terreno de la libertad de expresión, en el compromiso social y académico.
Una práctica que debería ser muy común y más habitual. Sin embargo, nuestra
gratitud viene dada por la superación de los obstáculos, las cortapisas y las
limitaciones que tienen los profesionales o los ciudadanos a expresar sus ideas
libremente, sin sufrir a cambio las habituales acciones represivas establecidas
de facto por un escenario donde predominan los recortes de expresión en el
ámbito social, académico y administrativo. Así como el uso frecuente, en muchas
ocasiones, de una autocensura individual impuesta: silencios e indiferencias
cómplices, promovido por el Imperio del Terror instaurado, donde la inmensa
mayoría de los sujetos desempeñan papeles de simples lacayos y limpiabotas en
los mejores casos, pesebristas, receptores de beneficios y favores, cuando no de
correveidiles, chismosos, traidores, parásitos, vividores…
En ese contexto
resulta una perogrullada afirmar que ese tan cacareado “espíritu crítico”
y “autocrítico” no es una práctica común en las actuales ruinas de esos supuestos
Templos del Conocimiento. Tan solo es un concepto vaciado de contenido y
meramente decorativo, como muchos otros.
Desde otro ángulo, se
hace necesario apuntar que esta temática, la mala calidad educativa, es un
asunto que no interesa lo más mínimo al conjunto social. Los padres quieren que
sus hijos simplemente aprueben y hasta llegan a ejercer las presiones
necesarias para que reciban las mejores calificaciones en las etapas
preuniversitaria. Por su lado, los alumnos siguen esa misma trayectoria y dejan
de apropiarse de un conjunto de valores (esfuerzo, dedicación, responsabilidad…),
ya que solo tienen como única meta pasar de curso, con trampas incluidas.
Mientras que la Academia y las autoridades tampoco están por esa labor, no es una
cuestión prioritaria para ellos, tan sólo les interesan los indicadores institucionales
y el maquillaje estadístico en ese proceso de homogenización global.
El mundo educativo,
en general, como consecuencia del orden establecido, se reviste con ropajes
estéticos, un componente más del modelo económico y social, endulzado por
falsas apariencias a través de una mercadotecnia que esconde una realidad: los
altos niveles de mediocridad, como mecanismo de control y dominación social. Cuanto
más tontos e inútiles sean nuestros estudiantes y los sectores sociales mejor
que mejor. Por tanto, un descarado y un gran engaño que es asumido por todos.
Decíamos al inicio de estas líneas con cierta ironía que no entendíamos esa humareda levantada. En honor a la verdad, nadie en su sano juicio o con fundamentado criterio se sorprendería de esa realidad tan palpable y visible, que debería ser un asunto permanente de reflexión y de exigencia en los medios de comunicación y en los cenáculos políticos, aunque nadie está verdaderamente interesado en afrontar esta problemática sino en seguir viviendo bajo unas falsas apariencias y envueltos en el manto de las mentiras sociales que potencia esta felicidad virtual.
Los estudiantes no son los responsables de esta penosa mediocridad educativa e intelectual actual. Ellos simplemente son el resultado y la consecuencia directa de este sistema educativo travestido, estafador y manipulador, que no es más que un burdo calco de la realidad dominante, que modela y reproduce individuos descerebrados, deslumbrados por una conducta frenética consumista e incapaces de pensar, de tener criterio propio y desposeído de habilidades para preguntarse y, por tanto, maniatados en actuar.
Continuará.
Lecturas recomendadas
Castellano, J.
(2020). Diagnóstico sobre comprensión conceptual y lectora en estudiantes de la
UNAE a través de la “cumbia epistemológica” de Les Luthiers. Revista
Psychology, Society, & Education, 2020. Vol. 12(2), pp. 107-123. Disponible
en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7494028
Castellano, J. (2020).
La actual zozobra universitaria ecuatoriana. En Crónicas desde Ecuador (I),
pp. 47-48. Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina. Disponible
en https://drive.google.com/file/d/1S7v2oZByeVmVug-KiX5z-8ZlCru1CGZn/view
Castellano, J.
(2021). Copia, coima y otras corruptelillas académicas. En Crónicas desde
Ecuador (II), pp. 177-180. Editorial Centro de Estudios Sociales de América
Latina. Disponible en: https://drive.google.com/file/d/1VejMzdvJGqyTrCUlgCTwX21yC0vVZJU-/view
Castellano, J.
(2022). ¿Hacia dónde va la educación? En Crónicas desde Ecuador (III), pp.
23-26. Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina. Disponible en https://drive.google.com/file/d/1mIzK7eu852VSpkHimdPg_pWA1jknEXZp/view
Castellano, J.
(2022). Un crimen llamado educación. En Crónicas desde Ecuador (III),
pp. 40-42 Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina. Disponible
en https://drive.google.com/file/d/1mIzK7eu852VSpkHimdPg_pWA1jknEXZp/view
Castellano, J.
(2022). Mafia y crimen organizado en la universidad. En Crónicas desde
Ecuador (III), pp. 133-135. Editorial Centro de Estudios Sociales de
América Latina. Disponible en https://drive.google.com/file/d/1mIzK7eu852VSpkHimdPg_pWA1jknEXZp/view
Castellano, J.
(2022). La pedagogía de la paciencia (I). Tribuna Internacional La Clave.
Disponible en https://www.laclavecuenca.com/2022/07/22/la-pedagogia-de-la-paciencia-i/
Castellano, J.
(2022). La pedagogía de la paciencia (II). Tribuna Internacional La Clave. Disponible
en https://www.laclavecuenca.com/2022/08/04/la-pedagogia-de-la-paciencia-ii/
Castellano, J. y
Stefos, S. (2022). Indicadores de prácticas y hábitos culturales: Universidad
Nacional de Educación. Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina
(En prensa).
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