martes, 3 de octubre de 2023

José Manuel, mi querido hermano

 Por: Dr. Fernando Mora
Médico y escritor (Cuenca-Ecuador)

Te quiero siempre mucho y esto,
dicho de hombre a hombre, y te envío mi mejor abrazo
y mi ternura, que por mucha que es no alcanzará a cubrir la tuya.
Alberto Cortez. Equipaje”


No pude escribirte en el mismo momento de leer tu despedida.

El impacto fue desolador.

Cuenca, 2 de octubre 2023.

Cuando se despide un hermano, la aflicción es inevitable, pero la tristeza y la nostalgia prontamente se ven sobrepasadas cuando este hermano querido se ha ido para encontrar el amor y ser feliz.

Cuando lo conocí por primera vez en aquella cafetería “Le bistro”, ubicada en el patio del antiguo Seminario Conciliar San Luis, la primera impresión al verle con su gruesa casaca e inseparable gorra marinera, como también su indispensable cigarrillo, fumando imponentemente enmarcado con el fondo de una arquería de medio punto apoyada sobre pilastras, la primera impresión fue la de un marinero insondable, un anarquista, un escritor, poeta, (que luego me aclararía que no era poeta, sino “pueta y escribía puemas”), en suma se trataba de un formidable escritor pese a que renegaba de este calificativo. Pero más allá de todas sus locuras, José Manuel era y es  sobre todo un hombre bueno.

Me encontraba en eso de publicar una novela y José Manuel dirigía una editorial tan semejante a él, libre y sin ninguna atadura comercial o interés alguno. Ambos escribíamos, y nuestra pasión endemoniada por la literatura fue el principio de nuestra amistad, que luego, después de tantas conversaciones, cafés y cigarrillos, descubrir que yo era su “hermano mayor”. Lo que me llevaba a cuidarlo, vigilar que no deje de comer, mitigar con jarabes de rábano su tos de fumador,  y “soportar” sus originales y geniales excentricidades: “tengo una hernia cerebral”, “soy un descerebrado”, “no escribas nada a mi memoria porque no tengo memoria” a lo que le contestaba: no te preocupes, yo, en cambio, hace más de cinco años que ya estoy muerto. O sus mensajes a las 2 o 3 de la mañana: “A la mar fui por naranja, cosa que la mar no tiene…” O ese mensaje “Perdona por no haberte invitado al lanzamiento de mi primer cd” y a continuación llegaba el video de un cd ¡lanzado violentamente contra el suelo!

Para entre conversación y conversación, café, y crème brûlée” tuvo la liberalidad de publicar dos de mis novelas. Tanta peripecia vivida. ¡Cómo voy a extrañarte, amigo mío!


Para terminar, solo pondré a manera de colofón: 
José Manuel Castellano es la persona más buena, sensible y generosa, a quien mi hija Liuba y yo lo queremos mucho. 
Que te vaya muy bien querido hermano menor,
y que, en fin,
la alegría, la ternura y el viento de Levante,
y la hermosa Ana Violeta y el amor se hagan cargo de ti.

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