La Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo del Cañar celebró, ayer
26 de noviembre, el acto de presentación del número 2 de la revista La Palabra que, dedicada al Bicentenario de Independencia de
Azogues, cuenta con un elenco de destacados intelectuales y académicos como
el Rector de la Universidad Católica de Cuenca, Dr. Enrique Pozo, el Dr. Juan
Cordero, el Dr. Edgar Palomeque, entre otros.
Compartimos con los lectores de este blog, nuestra pequeña contribución a esta conmemoración histórica.
UNA MIRADA A LA
CIUDAD DE AZOGUES A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
JOSÉ MANUEL CASTELLANO GIL (PHD)
Miembro Academia Nacional de Historia de Ecuador
Profesor Titular Universidad Nacional de Educación de Ecuador
El próximo 4 de noviembre
de 2020 se conmemora la efeméride histórica del Bicentenario de la independencia
de Azogues y es, sin duda, un momento muy propicio para mirar hacia atrás con
la idea de situarnos en el tiempo presente y poder proyectar el horizonte futuro
de la ciudad de Azogues en este siglo XXI. De modo que con esa idea invitamos a
los azogueños a que nos acompañen en este breve recorrido a través de la
recuperación de dos textos históricos, “El
Ecuador en Chicago” de 1894 y “La Guía Comercial, Agrícola e Industrial
de la República de Ecuador” de 1909, que nos permiten redescubrir el Azogues de finales del
siglo XIX y primera década del siglo XX.
Esos dos voluminosos
textos comparten una idéntica orientación discursiva: descripción del
territorio ecuatoriano, de forma muy detallada en esos dos momentos históricos en
el tránsito del siglo XIX al XX. Junto a ello se debe resaltar el valor y
carácter de fuente histórica local que poseen ambas obras, tanto por su aporte documental
como por su soporte gráfico.
Los asuntos abordados
con respecto a la provincia de Cañar se centran en una serie de aspectos
generales: posición astronómica, geográfica, superficie, división territorial,
población, clima, riqueza natural, orografía, hidrografía, poder judicial y municipal,
productos de importación y exportación, industrias, vías de comunicación, itinerarios
y distancias, entidades de servicios (correo, telégrafos y movimientos postales
de valores), las rentas fiscales, municipales y rústicas, capital en giro,
cuerpo policial, cárceles, colegios, personal eclesiástico, iglesias, capillas
y edificios públicos. Además de incluir otras secciones específicas dedicadas a
las parroquias que en esos momentos integraban el cantón de Azogues (Azogues, Biblián,
Taday, Pindilig, Déleg, San Miguel, Chuquipata y Cojitambo) y las parroquias que
en esa época conformaba el cantón de Cañar (Cañar, Tambo, Suscal y Gualleturo).
¿Cómo era la ciudad
de Azogues a principios del siglo XX?
Desde el punto de
vista poblacional, la parroquia de Azogues contaba con unos diez mil habitantes
y casi la mitad residía en la ciudad. Una población definida por un 50% de cañaris,
un 30% de mestizos y el restante 20% de procedencia hispana.
En su capítulo
económico se caracterizaba por ser una sociedad predominantemente agraria, dedicada
al cultivo del maíz, frejol, alverja y haba, que combinaba con una explotación minera,
especialmente mercurio en el cerro de Guaizhún situado al Oriente y a dos kilómetros
de la ciudad, junto a la extracción de plata y oro en el cerro de Pilzhún. Su principal
producto exportador era el sombrero de paja toquilla, que registraba un volumen
anual de un millón y medio de sucres en toda la provincia y la mitad de esa cifra
correspondía a la parroquia de Azogues y la restante cantidad se repartía entre
Biblián y Déleg.
Con respecto a las
vías de comunicación, la que unía a Azogues con la ciudad de Cuenca presentaba
un estado regular, mientras que el resto de las vías eran caminos de herraduras
que durante el invierno eran de difícil tránsito, especialmente la que se
dirigía a la villa de Cañar.
Los principales edificios
públicos eran dos casas municipales, una del gobierno, dos cárceles, una casa
de mercado, que se encontraba en aquellos momentos en construcción, y los
edificios educativos de la parroquia, que atendía a mil trecientos veinte
educandos. Contaba, además, con un rastro, situado en el extremo noroeste de la
ciudad, cuya obra fue iniciada por D. José Joaquín Abad, como empresario
particular, y concluida por el Concejo Municipal durante la presidencia del Dr.
Cordero Palacios y la Jefatura Política de D. Emilio Aníbal López. Asimismo
disponía de dos plazas en la ciudad y otras dos al frente de las capillas de la
Beata Mariana de Jesús en el Valle de Charasol y la de San José en la playa del
río Azogues.
La ciudad contaba con
dos colegios, Juan Batista Vázquez
para varones que estaba situado en la calle Cordero núm. 9 y otro de señoritas,
La Providencia, en la calle Serrano”,
núm. 16. Además, la ciudad disponía de dos escuelas, una para varones en la calle
Cordero, núm. 20 y otra de niñas en la calle Serrano núm. 16. Esos centros eran
sustentados con los fondos municipales. Mientras que en el área rural existían otras
escuelas en Charasol, Chabay, San Marcos, Sageo, Opar, Guapán y Llimpi, que
daban formación a ciento sesenta niños y quinientas cincuenta niñas y eran
costeadas por los fondos fiscales.
La ciudad de Azogues contaba con una oficina de telégrafos y una imprenta,
que funcionaba rara vez, y
los periódicos que circulaban eran los editados en Quito, Cuenca y Guayaquil.
La ciudad disponía de
un cuerpo policial, integrado por un Comisario de Orden y Seguridad, que tenía facultades
de Intendente para toda la provincia y concentraba una fuerza de cuarenta hombres,
y se contaba con dos cárceles, una de mujeres ubicada en la calle Emilio Abad,
núm. 5 y otra de hombres en la calle Sucre, núm. 18.
Con respecto a la
arquitectura religiosa poseía una iglesia, la parroquial, y las capillas de la
Virgen de la Nube, San Marcos, Opar, Guapán, Sageo, Nuestra Señora de Mercedes
y San Pedro de Chubzhún. Además de la Capilla de la Beata Mariana de Jesús en
el Valle de Charasol, la del Niño de Praga en la ciudad, la de San José en la
playa del río Azogues y el convento de las Monjas de La Providencia. Respecto al personal eclesiástico, contaba con el
cura de la parroquia, un coadjutor y dos capellanes, uno para la escuela de
niños y otro para las niñas. En esa época Azogues disponía, además, de dos
cementerios, uno municipal y otro eclesiástico, ambos situados al Norte de la
ciudad.
En definitiva, esta es una sucinta panorámica de los rasgos sociales y urbanos esenciales de la ciudad de Azogues que pone en evidencia la ingente transformación llevada a cabo a lo largo de la anterior centuria. Esto nos obliga, por tanto, a transitar en este siglo XXI por un sendero de desarrollo sustentable y sostenible para lograr de forma mancomunada la construcción de una ciudad equilibrada socialmente en todas sus facetas, además, de fraguar y consolidar esos lazos identitarios y culturales de las esencias ancestrales cañaris a los valores rescatables de esta modernidad, con la finalidad de convivir en armonía con la Pachamama, es decir, un nuevo Azogues que, apegado a sus raíces milenarias, proyecte su visión de futuro basado en el progreso y bienestar de todos los azogueños.
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