domingo, 16 de marzo de 2014

Prólogo al libro no nato: Guía de trabajo autónomo del estudiante universitario

Dr. José M. Castellano Gil (PhD)
 Programa Prometeo - SENESCYT

A nadie se le escapar una vez se sumerja en las páginas de esta Guía de trabajo autónomo del estudiante universitario” que es un texto muy oportuno por diversas circunstancias. Pero, por encima de todo, esta publicación es un instrumento imprescindible para el alumnado, tanto universitario como de secundaria, y una herramienta necesaria para el profesorado e incluso, diría, para los padres. He de reconocer que su lectura me ha generado una inmensa satisfacción desde diferentes ángulos y, por ello, antes que nada quiero felicitar a su autora, Fanny Aguilar de Cevallos, por esta destacable iniciativa de proporcionar a la comunidad educativa un material que abre caminos y que debe servir para remover conciencias.

Este libro contiene, asimismo, tres cualidades altamente meritorias: claridad, amenidad y seriedad. Y más que una guía, es un manual de aprendizaje que busca orientar a partir de un sistema estructurado e interrelacionado dentro y fuera del sistema formativo-educativo. Se aborda el problema casi en su totalidad (estudiante/docente/familia/sociedad) y bajo una óptica diferenciadora de la instrucción tradicionalista, sustentada preferencialmente en la acumulación de conocimiento. De modo que Fanny Aguilar nos propone una vía donde el aprendizaje es, en sí mismo, una fase para alcanzar el conocimiento. Por tanto no se trata de adquirir conocimiento por conocimiento sino en establecer un método para "aprehender" por medio de herramientas y tareas con la finalidad de aprender, de saber, de conocer.

La experiencia nos señala que en el proceso formativo-educativo, e incluso en el plano investigador, hay cinco pilares básicos (la lectura, la compresión, la reflexión, el análisis y la comunicación) a los que no se les ha prestado demasiada atención en esos diseños curriculares tan bastos y agarrotados en contenidos. Y claro está, sucede lo que sucede: que nuestros jóvenes no leen, tienen graves problemas de compresión, enormes dificultades para reflexionar, analizar y especialmente para comunicarse ya sea de forma escrita o verbal. Pues bien, las páginas que siguen tratan justamente de eso y de muchas otras cosas más que podemos reagrupar en cinco ejes temáticos: lectura, métodos y técnicas de investigación, tareas, actividades complementarias y recursos didácticos.

La lectura, sin duda, es el primer gran paso. No es todo, pero casi. Pues su importancia es de gran transcendencia. No obstante, leer o escribir es mucho más que vocalizar o juntar silabas, palabras o frases. El ejercicio lector no sirve de nada si no hay compresión. La compresión nos lleva a la reflexión, al análisis y a la elaboración de ideas y, todo en su conjunto, nos facilita una mejor comunicación. De modo que se hace ineludible el cometido de inculcar en los niños y en los jóvenes el hábito lector y, para ello, la autora propone diferentes estrategias en la esfera familiar, en el ámbito docente y en el campo profesional. No vamos a descubrir aquí nada nuevo, pero si debemos incidir y reiterar que la práctica lectora es un principio clave en la formación del individuo, en el desarrollo de sus capacidades cognitivas y es, además, el inicio de un camino hacia la libertad.

Otros componentes decisivos que intervienen en este proceso de (co)auto-aprendizaje (docente/alumno) son estudiados minuciosamente y propuestos en este manual con sus estrategias, sugerencias y estímulos correspondientes, como el manejo de métodos y técnicas, tareas, actividades complementarias y recursos didácticos que contribuyen a fomentar entre el estudiantado la creatividad, el pensamiento crítico y la comunicación oral y escrita. Ese es el ideario de esta Guía, que pretende formar hombres y mujeres con principios y valores capaces de abordar y solventar dificultades técnicas, profesionales y sociales. Pero, además, este texto es un soporte orientador complementario para el docente y es, asimismo, una invitación a la renovación y reactualización de su tarea en esa batalla común por una mejora en la calidad educativa. Y desde esa perspectiva sería muy recomendable que la autora de este libro -que cuenta en su haber con una dilata trayectoria y experiencia universitaria- asuma un nuevo reto para profundizar en el ejercicio académico y en la elaboración de materiales específicos dirigido al profesorado. De forma paralela sería muy conveniente que otros profesionales se comprometan a estudiar aspectos internos -como el relacionado, por ejemplo, con los planes de estudios, titulaciones, etc.- así como los vínculos universitarios externos con el mundo económico, cultural y social.


Evidentemente esta Guía de trabajo autónomo del estudiante universitario cumple con creces los objetivos marcados por su autora y constituye, por consiguiente, un aporte substancial que iluminará a estudiantes, docentes y padres. Pero no es menos cierto que se deben introducir cambios significativos en otros ámbitos, pues sin ellos esta atractiva propuesta puede convertirse en papel mojado si no hay una implicación directa del docente en su desempeño; si no hay un responsabilidad por parte del alumnado; si no hay una preocupación de los padres;  si no hay una renovación de los planes de estudios; si no hay una revalorización y dignificación del profesorado; si no hay mejoras en las condiciones académicas; si no hay un reconocimiento normativo y social; y si no hay un decidido compromiso político-institucional. Aunque tampoco cabe duda alguna que este primer paso al frente está dado y nos congratulamos por ello, como por el buen hacer demostrado por Fanny Aguilar y por el apoyo y patrocinio de la Universidad Técnica de Machala en la edición y difusión de esta publicación.

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