Dr.
José M. Castellano Gil (PhD)
Programa Prometeo - SENESCYT
Este
libro arranca con un repaso histórico a las diversas políticas de planificación,
descentralización y regionalización llevadas a cabo en Ecuador desde su
conformación nacional en 1830 hasta la actualidad. La finalidad de esta obra no
es otra que analizar concienzudamente y de forma crítica los antecedentes
inmediatos y la situación transitoria presente ante una nueva fase de estructuración
territorial y política, cuyas bases quedaron establecidas por la Constitución
de 2008, a través de la implementación de un modelo de regionalización sustentado
en la solidaridad, en la subsidiariedad, en la equidad territorial, en la
compensación de los desequilibrios territoriales, en la integración y en la participación
ciudadana.
Inicialmente
el problema es abordado por Rodrigo Molina bajo una doble perspectiva analítica,
centrando su atención en el contexto nacional y en el escenario internacional, como
razones de peso que justifican y explican el surgimiento de esta dinámica
legislativa sobre planificación y articulación político-administrativa. Así desde
esa doble lectura interna-externa resalta, por un lado, una dualidad socioeconómica
zonal que viene caracterizada por un marcado desequilibrio y concentración de
crecimiento y, por otro, interrelaciona esos fundamentos que promueven un desarrollo
regional y descentralización con los ciclos económicos (el auge del cacao, el
banano y el petróleo) y con la propia coyuntura internacional (neoliberalismo,
globalización y crisis bancaria).
En
un segundo eje de estudio el autor se encarga de desmenuzar y contextualizar
las reivindicaciones, formulaciones y las consultas populares sobre la autonomía
provincial (la propuesta orense, la de Guayaquil y otras) y el tránsito hacia
un nuevo discurso reconvertido ahora en la lucha por una autonomía regional (como
fue el caso la propuesta de El Oro de organizar la región autonómica del Sur,
la de Bolívar Castillo y Orstom, la del Senplades, así como, las bases
recogidas en la Constitución de 2008 sobre la organización territorial del
Estado) para enlazar con una exposición sobre la situación actual y sus
perspectivas futuras, ya que la disposición transitoria tercera del COOTAD
fijaba en ocho años el plazo máximo para la conformación de las regiones
autónomas. Estos aspectos constituyen, pues, el grueso del libro donde Rodrigo
Molina nos aporta un sugestivo, riguroso e interesante análisis, apoyado en
datos irrefutables y en un corpus documental prolijo y enriquecedor que nos
presenta en su anexo, al tiempo que intenta dar respuestas a una serie de
hipótesis claves y esclarecedoras.
Esta
monografía se cierra con dos consideraciones finales que animan a la reflexión
pero que, esencialmente, estimulan a un apasionante debate posterior. En primer
lugar, el autor nos plantea que el camino para el desarrollo de Ecuador no se resuelve
a través de normativas descentralizadoras si antes no se avanza en la
construcción de un nuevo modelo nacional y global de relación frente al modo de
producción capitalista dominante, responsable directo de los desequilibrios
zonales y sociales a escala mundial. No obstante, y a pesar de que reconoce que
este fenómeno descentralizador pudiera contribuir a establecer unos criterios
económicos, políticos y sociales equitativos, también nos alerta que éstos no
tendrían, en cualquier caso, una repercusión significativa mientras no se
produzca “un cambio en las estructuras de propiedad de los grandes medios de
producción", pues el centralismo y las inequidades tenderían a reproducirse
en los nuevos espacios creados, por todo lo cual ese esfuerzo se traduciría en
un cambio para que todo siga prácticamente igual.
La segunda aportación que nos ofrece se centra en clasificar
y definir las opciones o vías ideológicas implicadas en esta batalla por un
nuevo orden territorial: la corriente descentralizadora, hegemonizada por el
pensamiento neoliberal; el sector reivindicativo de las élites locales y sus
respectivas clientelas políticas, centrada en captar el mayor volumen de transferencias
posibles; y un movimiento social, que ve este proceso como un instrumento de fortalecimiento
de participación ciudadana en todos los ámbitos de la vida pública. No
obstante, como muy bien apunta Rodrigo Molina en clave de contrapunto, esta
descentralización corre el peligro de convertirse en un proceso originado y
dirigido de manera vertical desde los intereses de las élites subnacionales y
nacionales.
No quisiera concluir estas breves líneas sin
realizar antes una pequeña sugerencia y una observación interrogativa sobre dos
aspectos que creo que deben ser valorados en profundidad y que deben incorporarse
a futuros estudios sobre esta temática. La primera está estrechamente vinculada
a los elementos culturales e identitarios, es decir, sería de gran interés ponderar
el nivel de incidencia y repercusión que esta normativa territorial y
administrativa puede ejercer sobre unas comunidades con rasgos definidos y peculiares
dentro de una nueva estructura administrativa, configurada a través de las
zonas o regiones, y cómo puede afectar esa convivencia diversa a crear un ambiente
integrador o disgregador en el marco cultural e ideológico. Y la segunda, ¿este
nuevo modelo de regionalización, estrictamente administrativo, no supone en
cierta manera una vuelta al pasado, al concebir la planificación más como un
problema meramente técnico que como un asunto político-ideológico o, por el
contrario, puede responder a un sistema que desactive reivindicaciones distributivas
financieras que evite posibles cuestionamiento del poder central?
En definitiva este es un libro dirigido a la
ciudadanía ecuatoriana pero que traspasa fronteras, es un texto comprometido en
la búsqueda de un nuevo orden y modelo sociopolítico y es, en ese sentido, un documento
valiosísimo para la reflexión y la discusión. Por estos motivos, y por muchas
otras razones, creo que su lectura se hace necesaria e imprescindible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario