A mi admirado
François-Marie Arouet
Una
vez un buen Brahmín quiso mostrar a cuatro invidentes la forma corporal de un
elefante, a través del tacto con la finalidad de que cada uno de ellos pudiera
componer y apropiarse de la apariencia física del paquidermo. Al primero le ofreció
tan solo palpar una pata del animal, al segundo le dejó manosear la oreja, al
tercero el colmillo y al cuarto el rabo.
Después los reunió y les solicitó que cada uno describiera al elefante. Evidentemente el desacuerdo fue unánime. No sólo hubo discrepancia sino que se creó un clima de discusión bizantina, donde cada cual intentaba imponer su criterio personal frente a los demás. Una comunicación babeliana, sin atisbo de cuestionamiento, ni reflexión, que impedía ir más allá de ese supuesto e incuestionable conocimiento construido por cada uno.
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