WILSON GÁRATE ANDRADE
Universidad de
Cuenca
Lo
primero que me ha sorprendido, y de manera muy grata, es la generosidad y el desprendimiento
de los autores del libro “Crónicas
interculturales”: quienes autorizan y permiten la reproducción parcial o
total del material escrito. Imagino con la anuencia de la Editorial Centro de
Estudios Sociales de América Latina, su casa editora. Llama también la atención
la simplicidad del título escogido, “Crónicas interculturales”, para referir un
amplio compendio de relatos bajo el estilo de la crónica, considerado el mayor
de los géneros periodísticos, el de mayor rigor y reto para un comunicador de
la información en los medios.
Lo
segundo, el rigor y minuciosidad de quién lo prologa, el Dr. José Manuel
Castellano Gil, de la Academia Nacional de Historia, quien hace un repaso
ordenado sistemático y didáctico por todo el contenido del texto y resalta el
hecho de “salvar” los contenidos que inicialmente fueron publicados en
artículos y notas periodísticas en Diario El
Mercurio. Alaba la responsabilidad profesional de los autores de esta
recopilación de las manifestaciones de la cultura, ritos y rasgos sin
interpretaciones externas. Mediante el recurso de la redacción periodística se
apega y se ajusta a la descripción de los espacios y en un determinado tiempo.
Debo
resaltar en esa responsabilidad y rigor de los autores del libro, el de haber
recorrido buena parte del territorio de Ecuador en la búsqueda de esos rasgos
distintivos presentes en la amplia y vasta diversidad cultural. Todos centrados
en la etnicidad, la identidad y la identificación de los pueblos y sus actores
con cada uno de los espacios y entornos urbanos y rurales en los cuales los
autores detectaron indicios particulares con alta significación de autenticidad
popular. En este singular recorrido que les ha llevado por provincias tan
distantes y disímiles unas de otras como: Esmeraldas, Imbabura, Pichincha,
Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo, Bolívar, Cañar, Azuay, Loja y Zamora
Chinchipe.
Un
segundo momento o parte del libro constituye la preocupación por lo que sucede
con la interculturalidad, se centra en el aspecto de la interactividad y para
hacerlo la mirada de los autores indaga más que en la pertenencia espacio
temporal o de identificación étnica, en las posibilidades de mestizo, negro e
indio ni siquiera en el resaltar la costumbre, el rito, la celebración o el
rasgo de interés cultural; sino, en la búsqueda de las personas y sus
realidades cotidianas. Así se retratan con absoluto respeto, como ejemplo, la
vida del guitarrista Segundo Severo Méndez; la del músico Isidro Mina y de la
danzante Zoila Espinoza. Y con ellos la de Rosa Huila Valencia; la de Luis
Antonio Palchisaca, de Clemente Tenezaca, de Juan Doncón González. De artesanos
como Francisco Sarango; José Domingo Morocho; y otros personajes con tanta
singularidad y significación como Baltazar Ushca, el último hielero del
Chimborazo; la de Alberto Daquilema, Julio Toaquiza.
La
espiritualidad andina y la religiosidad popular no están ausentes de esta
recopilación de señales y signos, que caracterizan a un país pluricultural en
su múltiple diversidad ambiental.
Los
autores tienen la previsión de advertir que los enfoques periodísticos parten
del concepto de interculturalidad de Francois Cavalié, para quién interculturalidad:
“es la interacción entre culturas, es el proceso de comunicación entre
diferentes grupos humanos, con diferentes costumbres, siendo la característica
fundamental la horizontalidad; es decir, que ningún grupo cultural está por
encima de otro, promoviendo la igualdad, integración y convivencia armónica
entre ellas”.
Este
tratamiento de la información desde la perspectiva intercultural y la
elaboración de productos comunicativos refiere a contenidos sobre: historia,
saberes, costumbres, características sociales, psicológicas, geográficas y
festivas de los pueblos y nacionalidades indígenas y afro-ecuatorianos.
Y
refieren al académico Milton Cáceres a quien atribuyen las líneas o ejes
temáticos para el abordaje de la interculturalidad: resaltar los valores
culturales; fomentar los derechos de la naturaleza; promover el derecho a la
difusión y, a la reserva cultural de saberes ancestrales y ciencias milenarias.
En
otro momento del texto están considerados los aspectos normativos legales; el
reconocimiento de derechos y la visión de promoción educativa de los principios
de la interculturalidad.
Ya
en el plano periodístico es evidente la mística por ejercer un desempeño
responsable. Inicia con el estar allí para ver; escuchar; y, participar cuando
la situación lo amerita. Los relatos evidencian preocupación por el registro
fidedigno de la realidad y precisión en el uso del idioma. En varios relatos se
nota respeto y familiaridad con las fuentes directas y la mayoría
testimoniales.
La
recopilación contribuye con el reconocimiento y alta valoración de las
tradiciones, usos, costumbres y creaciones artísticas y artesanales de los
pueblos indios y negros; con lo que el propósito de los autores, se podría
asegurar, se ha cumplido.
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