“El mundo que hemos creado es un proceso
de nuestro pensamiento. No se puede cambiar sin cambiar nuestra forma de
pensar”.
Albert Einstein
La cita precedente, reflexión
de uno de los más grandes genios de la humanidad, es, a criterio de este simple
ciudadano, un tanto -por no decir bastante- cuestionable su vigencia en el contexto social que vivimos. Sin duda, tendría
un fundamento pleno en una sociedad formada y culta pero no tiene espacio alguno
en este entramado social construido bajo la dominación predominante, que se
dedica a cultivar esclavos mentales.
Este mundo creado y la visión
que poseemos es un subproducto sucedáneo de un pensamiento adquirido, que no es
propio sino ajeno. Resulta evidente que como ciudadanos no poseemos criterio
alguno con respecto a casi nada, son simples adhesiones a las que nos vienen
dadas y sin más inquietud que reproducir robóticamente una concepción y un comportamiento
que nos acerca a una especie borreguil descerebrada, obsesionada en conservar
los valores y el bienestar que nos han vendido a un alto precio y que ahora
estamos pagando con elevados intereses usureros.
De modo, que sin pensamiento y
sin criterio propio se hace imposible cambiar esa forma de pensar inducida-mediatizada y, por tanto,
cambiar nuestro rumbo social.
El Covid-19, de forma
indirecta, ha detenido bruscamente el tiempo y nos ha invitado a una reflexión
existencial, tanto individual como colectiva. Esta parada en seco nos ha
llevado a re-preguntarnos hacia dónde íbamos tan ciega y desenfrenadamente cargados de
escombros y desechos. Nos ha enfrentado con nuestra propia finitud humana para
re-cuestionar esta organización social destructiva y depredadora; para
reencontrarnos con viejos valores en desuso, la familia, la conversación, la
solidaridad, la madre naturaleza y el futuro.
Pero también ha sacado lo peor
del ser humano, el engaño, los abusos, la ambición especulativa, la miseria y
la lucha particular de esos poderes retrógrados y posmodernos, empeñados bien en
consolidar o alcanzar, en este rio revuelto actual, el cetro del poder para que
todo siga casi igual o mucho peor. Al final, todo se reduce a un ejercicio esencial
de dominación, que acatamos con normalidad y reproducimos con esmerada obediencia.
No se quejen, los cambios no
vienen desde arriba sino desde un espacio individual cotidiano y comprometido.
¿De qué sirve el reconocimiento constitucional al derecho a una vivienda
digna? ¿Para qué una gran parte de la sociedad viva en unas condiciones
miserables e infrahumanas?
¿De qué sirve el derecho a la libertad de expresión? ¿Para decir imbecilidades,
porque no sabemos pensar y no poseemos espíritu crítico?
¿De qué sirve una sociedad desarrollada y de bienestar? ¿Para que una gran
parte de la población del mundo siga muriendo de hambre y enfermedades?
¿De qué sirve el derecho universal a la Educación? ¿Para que haya dos
velocidades dispares? ¿Para qué la calidad de enseñanza se simplifique en un eslogan mercantilista? ¿Para qué la formación sea tan sólo un vehículo reproductor por
parte de agentes utilitarios del sistema?
¿De qué sirven esos títulos académicos adquiridos deshonestamente? ¿Para
seguir sepultando el conocimiento y el progreso?
¿De qué sirve ese llamado sistema electoral democrático? ¿Para designar a
una casta corrupta, mentirosa y antisocial?
Todos estos elementos y comportamientos estaban presentes antes del
Covid-19, antes de la crisis económica y de los consiguientes recortes presupuestarios
y ¿Por qué no hacíamos nada? ¿Por qué guardábamos un silencio cómplice
estremecedor? ¿Quizás seamos meros elementos decorativos de un escaparate que
es propiedad de otro? Intente querido lector dar respuestas a estos interrogantes.
José Manuel Castellano Gil
Cuenca a 24 de mayo de 2020
"La política es el camino para que los hombres sin principios puedan dirigir a los hombres sin memoria" Esto lo afirmaba Voltaire en el siglo XVIII.No hacemos caso de la memoria y menos de la filosofía. Por cierto, asignatura a extinguir en los planes de estudios. La filosofía ha tenido una actitud crítica frente a la vida, por ello no quieren que pensemos. Esta actitud crítica nos ayuda a entender lo que es el mundo, lo que es la justicia, lo que es el bien, lo que es la educación...
ResponderEliminar