Por: José Manuel Castellano
Ese referido texto contiene un mensaje tan
claro y tan directo, como engañoso y de muy dudosa credibilidad, que nos lleva
a pensar que se trata de una fake news, y entre sus grandes perlas
recogidas en el primer bloque de ese innovador género periodístico, que podría
conceptualizarse de informe nanotecnológico (apañado en una veintena de líneas)
se puede encontrar mensajes tan subliminares como los siguientes:
- “El acuerdo tecnológico (...) duplicará el PIB de Ecuador”.
- “El acuerdo más grande del siglo en Ecuador”.
- “Un gran paso hacia la tecnología (…) para cambiar la tecnología, la
moneda y el sistema monetario de Ecuador”.
- “Se crea una plataforma para que los ciudadanos de Ecuador comiencen a
generar ingresos con la criptomoneda”.
- “La plataforma, Bitcoin Storm, ayuda al gobierno a generar dinero para
apoyar a los ciudadanos jubilados y a los jóvenes estudiantes sin aumentar los
impuestos, ya que el coronavirus ha ejercido presión sobre los gastos sociales
y de bienestar”.
Mientras que el segundo bloque de ese
insufrible e infumable expediente “X” contiene poco más de un centenar de
líneas y puede definirse de grosera campaña de promoción publicitaria
fraudulenta, con ciertos aderezos didácticos: un paso a paso sobre el
funcionamiento, la inversión y los suculentos beneficios que supone invertir en
Bitcoin Storm. Además esa supuesta información viene acompañada de una
serie de hipervínculos muy ilustrativos que invita con urgencia a la ciudadanía
-“pues
solo quedan 37 plazas”-
para formar parte del selecto grupo de millonarios. Esta es una plataforma convencionalmente revolucionaria,
que toma el “dinero de las personas más ricas del mundo” para “redistribuirlo
entre la gente común de Ecuador” (sic). Todo ello, sin anestesia previa.
Debo reconocer públicamente que mi capacidad de
entendimiento está más petrificada que el propio bosque de Puyango, aunque la
primera imagen que me vino a mi hueca cabeza, tras esa lectura, fue la del
notario Cabrera. Un tema que centró mi interés durante mi estancia en la
Capital Mundial del Banano, que me llevó a una ingente recopilación documental,
gráfica y oral, que igual en algún momento podré materializar en un libro.
Ese pensamiento previo me condujo directamente a
asociarlo a otro caso similar muy reciente, al que fuera cabo primero de infantería
del Ejército ecuatoriano hasta el pasado 7 de junio de 2021 -que según fuentes oficiales había presentado su
baja voluntaria- Miguel Ángel Nazareno,
más conocido popularmente como “Don Naza”, quien ofrecía nada más, ni nada
menos, que un interés del 90% en ocho días, a quienes depositaran en su fondo
cantidades superiores a 300 dólares. De modo que el insigne notario Cabrera era
apenas un vulgar, iluso y modesto aprendiz en esa actividad piramidal.
También me vino a mi atrofiada memoria el
controvertido presidente de El Salvador, Bukele, un aliado inicial del
neoliberalismo que ha resultado muy protestón y rebelde, y cuya Asamblea
Legislativa aprobaba, el pasado mes de junio, el bitcoin como moneda
de curso legal en esa hermana república centroamericana, convirtiéndose así en
el primer país del mundo en adoptar tal medida.
En ese sentido se hace necesario resaltar que
existe un posicionamiento internacional muy ambiguo, confuso y contradictorio
con respecto al uso y legalización de las criptomonedas: unos países están a
favor, mientras que en otros están totalmente prohibido. Un panorama realmente
muy engorroso e incierto que supera, sin duda, mis muy limitadas luces.
En cualquier caso, como decía mi madre, “nadie regala un duro -antigua moneda española cuyo valor era de cinco pesetas- por cuatro pesetas” y, por otro lado, debo decir que esta sociedad de la información y la comunicación, de la que dicen que es una nueva forma de conocer y comprender la realidad, está acribillando a la única neurona media viva que me queda. ¡Qué duros tiempos nos ha tocado vivir! ¡Qué paren este mundo, que yo me quiero bajar ya!
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