Gracias Jenny, siempre es un placer
contar con tu participación y colaboración. Muy buenas noches con todas y todos.
La Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina (CES-AL), como movimiento
cultural comprometido con los valores democráticos y sociales de Ecuador y del mundo,
no puede dar la espalda a los acontecimientos actuales que estamos viviendo. De
modo que, nos adherimos a las justas y legítimas reivindicaciones sociales del
pueblo ecuatoriano y rechazamos frontalmente las acciones realizadas contra las
instituciones culturales del país.
Irremediablemente he de iniciar esta
intervención agradeciendo muy sinceramente a Luis Curay Correa por su atrevimiento,
que califico de temerario, al invitarme a esbozar un breve
comentario a este regalo literario, que nos brinda esta noche, que es su segunda
incursión en el mundo de las ediciones, intitulado: “Entre un guacamayo,
la lluvia y un soñador. Breves historias para niños”, que cuenta, además, con
una serie de ilustraciones firmadas por Paúl Zavala y jóvenes estudiantes,
Pawleth Hidalgo y Gabriela Peralta, bajo el sello de la Editorial Centro de
Estudios Sociales de América Latina.
Una proposición que no
debía, ni podía rechazar de ningún modo, como consecuencia de una consolidada amistad
surgida meses atrás, a la luz de una complicidad mutua de admiración hacia los
valores humanistas, culturales y profesionales que compartimos, aunque hubiera
sido más adecuado y sensato, tanto para su autor como para su obra, haber
elegido a otro padrino con cierta experiencia en el mundo literario o, más específicamente,
en la parcela infantil, en vez de este usurpador que les habla, pues, uno no es
más que un simple pero apasionado lector y un mero aprendiz de la escritura.
En cualquier caso, una
vez dejado sentado estas consideraciones previas, me adentro a compartir una sucinta
valoración, que tiene como principal y único propósito convidarles a ustedes a navegar
pausadamente entre las páginas de estas breves, pero profundas e intensas, historias
para niños que nos propone Luis Curay, al tiempo, que recomendamos a todos los
públicos, independientemente de su edad, a la delectación de su lectura que nos
debe llevar a la consolidación de valores.
En primer lugar, debo
comentarles que mientras iba devorando esas páginas venía a mi memoria el
recuerdo de uno de los tesoros que custodio en mi biblioteca particular con
esmerado mimo. Me estoy refiriendo a la edición príncipe de “La Edad de Oro”,
unos textos que inicialmente vieron la luz pública a través de una revista que,
con una periodicidad mensual, llevaba el mismo nombre, cuyo origen está conectado
a la concepción poética, filosófica y mitológica
de la cultura clásica, que hacía referencia a la fase inicial de las edades del
hombre, un estado ideal, puro e inmortal. Posteriormente, esos relatos, cuentos,
ensayos y poemas adquirían, afortunadamente, una nueva dimensión, una nueva
vida al reconvertirse en libro para el disfrute de todos. Unos textos que, como
ya todos ustedes intuyen, dirigió, ese “buen hombre”, José Martí, a los
niños, como en esta ocasión retoma Luis Curay Correa.
De modo que llegado a
este punto, debo llamar la atención sobre tres elementos complementarios: Uno, de
carácter personal y emotivo, ya que José Martí era descendiente, por parte materna,
de una “isleña”, gentilicio utilizado en Cuba para referirse a los canarios.
Otro, enmarcado bajo un
componente ideario, vinculado a la obra de Luis, ya que recorre los mismos senderos
transitados por el Libertador, es decir, en cada rincón de estas líneas y párrafos
reboza a borbotones ese humanismo e idealismo
martiano y se aprecia con diáfana claridad una concepción filosófica, que hoy tanto
necesitamos abrazar con pasión, como es el principio de universalidad de los
valores humanos, junto a esa tan deseada búsqueda del amor, del conocimiento,
la libertad y la justicia social, mimbres imprescindible en la construcción de
una sociedad mejor.
Y un
tercero, en clave literaria, a través del uso de un recurso simbólico, mitológico e identitario de la
cultura cañari, la “guacamaya”, que alude a la etapa inicial del hombre
tras el diluvio, con una atractiva metáfora sobre el derecho a la Libertad, eje
central en su primer cuento, así como esa sugestiva alegoría, en su segundo
texto, protagonizada por “La gotita viajera”, un boceto de ensayo sobre
la vida que tiene su continuidad en el tercer microcuento “El soñador”.
Por
último, otro rasgo, que queremos llamar su atención y que, a nuestro entender, constituye
un elemento definidor en estas narraciones cortas, es el trazo de sencillez y
elegancia que imprime su autor. Dos cualidades y habilidades muy poco habituales
y que son cultivadas por los grandes escritores y que Luis Curay Correa, como
demuestra en este libro, domina con solvencia, a pesar de no haber contado con los
espacios y las oportunidades necesarias. Ese es un indicio que nos viene a confirmar
que camina con firmeza y seguridad en esa dirección. Felicitaciones querido
amigo.
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