Segunda entrega de las colaboraciones del proyecto "Iniciación y formación en redacción". En esta ocasión Kelly Loaiza expone su visión sobre "La nueva mujer ecuatoriana". Agradecemos nuevamente a www.ecuadoruniversitario.com la publicación de esta nueva aportación de una de nuestras más brillantes alumnas.
Kelly Paola Loaiza Sánchez |
Esta es una
batalla que viene de largo. Desde tiempos inmemoriales, el papel de la mujer se
la ha concebido bajo único rol de ser madre y responsable de las actividades
domésticas, siendo su lugar la casa, bajo una dependencia absoluta al varón.
Por tanto, el hombre era el que tenía la responsabilidad del sustento familiar
que justificaba el establecimiento de una relación de poder.
En
esa lucha por la autonomía, libertad y emancipación muchas mujeres en tiempos
pasados han sido pionera en nuestro Ecuador. Pero no con guerras (rifles o
machetes) sino a través de demostrar la capacidad intelectual y humana de la
que somos receptoras. En ese sentido recordar a nuestra luchadora Manuela
Sáenz, patriota quiteña, reconocida como una de las heroínas de la Independencia
de América del Sur; Matilde Hidalgo de Prócel, la primera mujer en
graduarse de doctora en Medicina, la primera sufragista Latinoamérica, la
primera en ocupar un cargo político por elección popular (Diputada
Suplente en Loja durante 1941) y presidenta honoraria de la Casa de la Cultura
de El Oro; y Araceli Gilbert, quien por su trabajo pictórico logro exponer
en solitario en una de las galerías más importantes de París en los años 50 del
pasado siglo, hecho que pocos artistas ecuatorianos han logrado. También
nos viene a la memoria Marieta de Veintimilla, política y escritora
guayaquileña, considerada como uno de los símbolos del feminismo ecuatoriano;
mujeres contemporáneas como Eugenia del Pino, doctora en Biología y una de las
10 científicas más destacadas de América Latina; y Ruth Moya Torres, pedagoga y
lingüista ecuatoriana, que ha contribuido al desarrollo de la educación
intercultural bilingüe en varios países latinoamericanos, entre otras muchas.
En fin, un sinnúmero de mujeres que hoy en día desde
diferentes ámbitos están aportado al desarrollo de nuestra nación, como bien registra el Instituto Nacional de Censos y Estadísticas (2014) al
señalar que “las mujeres prefieren las profesiones científicas e intelectuales, pues
el 53,3% de estos profesionales son mujeres”.
Si bien en esta época la mujer se ha ganado un
puesto dentro de la actividad laboral, teniendo que demostrar más que el varón,
la distribución de las actividades del hogar no se ha dado en proporciones
igualitarias entre hombres y mujeres. Esto implica una sobrecarga de ocupaciones
para la mujer, quien aparte de contribuir económicamente al hogar, también, está encargada de cuidar y atender a los hijos/as, además, de otras domésticas.
La mujer ecuatoriana, mestiza, indígena,
afroecuatoriana, mulata, montubia o blanca, desempeña los roles de madre y
profesional, no como el hombre. La incongruencia, la disparidad en los roles se
da por la diferencia en el actuar de estos dos sujetos. Todavía la mujer
asume el 100% de las tareas domésticas por el simple hecho de ser mujer, mientras su cónyuge,
en la mayoría de los casos, se da por desentendido de esas responsabilidades.
Esta cuestión, independientemente de la perspectiva con la que se
la analice, es una forma de inequidad entre ambos géneros. Para alcanzar un
estado ideal se requiere de trabajo y compromiso por parte de hombres y
mujeres. La mujer necesita ser consciente de sus roles y sin victimizarse compartir
actividades con su semejante, el hombre, para lograr un equilibrio y no
sentirse sobrecargada, ni viceversa. El hombre, por su parte, también necesita ser
consciente de la problemática que se desarrolla a su alrededor y su tarea debe
ser comprender y actuar con empatía.
¿Por qué motivo? ¿Cuál es el argumento?
Muy simple, compartir el anhelo de construir una sociedad equitativa y justa a través del respeto y desde el valor y amor a sus madres, hermanas, hijas y esposas. Ese es mi sueño y, sin duda, el de muchas mujeres no sólo ecuatorianas.
¿Por qué motivo? ¿Cuál es el argumento?
Muy simple, compartir el anhelo de construir una sociedad equitativa y justa a través del respeto y desde el valor y amor a sus madres, hermanas, hijas y esposas. Ese es mi sueño y, sin duda, el de muchas mujeres no sólo ecuatorianas.
Mucho por hacer todavía en pleno siglo XXI!!! No solo desde las instituciones, sino desde nuestro entorno más cercano ir cambiando la sociedad hacia una mentalidad más igualitaria. Tenemos ese poder con nuestros familiares,la pareja,l@s hij@s,l@s compañer@s de trabajo, con nuestros prejuicios al hablar....El cambio también se produce en la lucha del día a día. Siempre adelante.
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