José Manuel, mi docente, me había encomendado la labor de
un ejercicio de observación en el aula, a mis compañeros de primer ciclo de la carrera
de Educación Básica, durante la proyección de un documental, que abordaba la
situación actual del sistema educativo.
El objetivo principal de la actividad planteada por el
docente en esa sesión consistía en que, además de su visualización, teníamos
que registrar notas e ideas sobre el mismo para la posterior elaboración de un
comentario.
Mi participación como observadora se iniciaba casi a la
mitad del documental y mis compañeros desconocían la tarea que debía realizar. Durante
ese tiempo aprecié diferentes comportamientos que me llamaron la atención.
Al empezar mi trabajo, algunos compañeros tomaban notas,
otros simplemente miraban la pantalla y jugaban con sus esferos. Otros se
dormían. La mayoría estaban con un
movimiento constante de las manos, perdían la concentración y empezaban a hablar
entre ellos. Según pasaba el tiempo aumentaban las caras de sueño. Alguna compañera
se ocultaba para comer, aunque otros tomaban apuntes. Mientras que otros, inmóviles,
tenían una mirada perdida. Poco a poco empiezan a usar el celular. Una
compañera escondía su teléfono tras un cuaderno para que no se notara que lo
estaba usando. Mientras pasaba el tiempo, empiezan a aparecer los bostezos y aumentaba
el uso del celular; comenzó uno y después de unos minutos ya eran diez los estudiantes
que estaban conectados. Cada vez apuntaban menos y dejaban de prestar atención
al vídeo. La atención hacia los celulares iba en aumento.
Poco antes de finalizar la observación, el docente salía
del aula y comenzaba a sonar susurros entre los estudiantes. Algunos empezaban a
estirarse y la atención hacia el vídeo era mínima. Al momento en que el docente
ingresaba nuevamente al aula, los susurros desaparecían. Y mientras paseaba por
la clase, el uso del celular desaparecía pero las caras de sueño no, aunque la mayoría
trataba de aparentar que estaban concentrados en el documental.
Después de esta interesante experiencia se hace necesario recomendar a mis compañeros y, tal vez, a la comunidad universitaria que las clases son importantes y es necesario prestar atención. Se sugiere, además, la no utilización del celular en horas de clase, ya que esta es la principal causa de distracción y pérdida de concentración. El docente se merece respeto y debemos ponernos en su lugar, porque en algún momento nosotros también seremos docentes.
Las clases deberían ser Inter activas, tener la participación de los estudiantes, así el aprendizaje será más divertido
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