Yesenia Espinoza Román
“Cuando
un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre,
lo tiene atrapado para siempre.”
Gabriel García
Márquez.
Yesenia Espinoza Román |
Siempre leer un texto
y generar un diálogo sobre él, será enriquecedor. Deseo, antes que nada, pedir
un aplauso para los autores del libro: David y sus dos hijos: Isa y Andrés.
Él como padre ha registrado
las ocurrencias, las vivencias y las cotidianidades de sus hijos y hoy las
comparte con nosotros. Al leer están historias se evidencia el fuerte vínculo
que existe entre ellos. David y Julia, sus dos hijos sostienen sus manos y
estoy segura que nada los separará, se están creando lazos de amor y este texto
es una señal de ello.
“Árbol de caramelos” sería el sueño de muchos
niños que aman los dulces. Sería fantástico contar con un árbol que provoque
delicias; que nos ofrezcan dulzura en diversas envolturas. El libro de Sequera
es un árbol dulce cuyo tronco es la familia David. “El árbol de caramelos” tiene
como ramificaciones microcuentos o vivencias y en ellas cuelgan frutos tiernos
e inocentes.
El libro es como un
anuario, tiene el año, la edad de los pequeños y algunos textos presentan fechas.
Las anécdotas transcurren en un lapso de 10 años cuando Isabel tenía meses de
nacida hasta el 2019. Las historias se desarrollan ente Venezuela y Ecuador. De
nuestro país se nos cuenta sucesos acaecidos en Cuenca, Ingapirca, Gualaceo,
Alausí, Nariz del Diablo.
Las historias son
contadas por el padre y son presentadas con entusiasmo; y es que es normal que las
primeras palabras, los primeros pasos, las hazañas, las palabras dichas por los
hijos tengan un valor incalculable para los progenitores. Los otros niños o
niñas pueden hacer y decir maravillas, pero lo realmente valioso es lo
expresado por los niños propios. Cuando la niña pronunció “papá”, el narrador
dice: “estaba tan emocionado y orgulloso que parecía que me iba a elevar como
un sonriente globo”. Son sentimientos tan profundos que alimentan el ego, pero
también nos permiten tener presente esta bella responsabilidad. Cuando nos
nominan como padres o madres todo se revaloriza: el tiempo, la salud, el
dinero, los detalles, las sonrisas.
La gran temática
tiene como raíz la anécdota, en la cual prima la inocencia con un toque de
jocosidad, de ocurrencia e imprudencia propia de los niños, cito ejemplos:
a.
EN
UNA FIESTA DE DESPEDIDA. El primo Bob se va de viaje para Australia. Estábamos
reunidos en una fiesta despedida. Isabel estaba sentada en mi pierna muy cerca
de la mesa donde estaba una deliciosa torta con profiteroles. Isa saboreaba con
deleite la crema y el maní que Diana, la tía cómplice, le había servido. Una
mosca molestaba de vez en cuando. Yo trataba de alejarla. Me molestaba. Isa me
mira. Yo pensaba que se iba a enfadar también por la bendita mosca.
Entonces, disfrutando la rica torta me dice: ―Papi, si una mosca entra en tu
boca puedes volar muy lejos.
b. EL MUNDO AL REVÉS.
Luego de una mañana de trabajo, llamo a mi esposa Julia y le pregunto por los
niños. Me cuenta que Andrés se portó muy bien, pero que Isabel… Bueno, sucede
que Marbelys, la nana que los cuida, tenía algunas quejas de ella. Al
preguntarle a Isa lo sucedido, me comentó: ―Papi, Marbelys no quiere hacerme
caso.
c. FELICIDAD (14 de mayo de 2015). Son las 8:00 pm. Luego
de llegar del parque, Isabel me da un fuerte abrazo y un cariñoso beso. ―Eres
el mejor Papá del mundo ―me dice entusiasmada. ―No voy a crecer, me voy a
quedar niña para que no te pongas viejito.
d. HERMOSURA ―Papi ―me pregunta Isa―. ¿Por
qué las flores son tas hermosas como mamá?
De repente, los niños hacen todo
tipo de preguntas desde las más sencillas que requieren de la imaginación, creatividad
e ingenio de los padres para salir abantes antes las inquietudes de los niños;
pero así mismo nos sorprenden con preguntas respecto a temas más profundos y es
ahí cuando, cito: “Ya no supe qué responder, y me doy cuenta que a veces, como
padres, no tenemos todas las respuestas frente a tanta inocencia lexical”, dice
el escritor. En medio de esos temas relevantes de la vida, se exteriorizan diálogos
cortos en los cuales Dios nombrado por los niños y sus padres. Además, se
evidencia su percepción hacia Él.
a. ENIGMA
(26 de febrero de 2016). Hoy Andrés me preguntó: ― ¿Qué es la muerte
papi? No le supe responder.
b. ÁNGEL (6 de abril de 2016) ―Papi ¿el
abuelo Tulio se convirtió en ángel? ―Sí
hijo. ―Entonces ¿por qué no baja del cielo?
c. PERDÓN CELESTIAL (27
de mayo de 2017) Es hora de almorzar. En casa, Andrés come: arroz,
frijoles, tajada y limonada. Julia está en el trabajo como profesora de
matemáticas. En la comida hablamos sobre el perdón de Dios: ―Al que mucho se le
dio... ¿recuerdan los cieguitos de la plaza? Dios pedirá poco, al que se le dio
poco ―les digo. ―Papá ―pregunta Andrés―. ¿Dios perdona? ―Sí, con los sacerdotes
hijo. ―Y si yo voy al cielo, y allá le digo a papá Dios: Perdóname. ¿Él me
perdona? ―En la tierra él perdona, no
tienes que llegar al cielo. Así no funciona hijo.
En este mundo de la maternidad y
paternidad, de tener una vida alborota pero lleno de alegrías, estamos inmersos
con Discovery Kids, superhéroes, Max Steel, princesas o hasta tarareamos
canciones. Muchas veces, en lugar de entonar una canción de José José, Luis Miguel,
Fonsi, Foncesa, Shakira o de su predilección estamos cantando (inclusive en la
ducha), el “la vaca lola”, en fin, los papás somos mágicos y esa magia lo
inspiran los niños.
Otro elemento por
mencionar del texto es el lenguaje cotidiano usado en el texto, reflejado en los términos del vocabulario de su tierra
venezolana, alimentando la riqueza lexical del texto. Pero también, el lenguaje
propio de los niños que comienzan a hablar. El mismo autor sostiene que su
estilo narrativo es de “literatura de la cotidianidad”. Algunos ejemplos:
a. “Después de comer
una chupeta de tamarindo Isa quiere otra y le pregunta a mi mamá: ―Abuela
Marina, ¿tienes una chupeta para mi papá? ― ¿Sí? Yo te aviso chirulí1 ―responde
mi mami. ―Bueno. Dame chirulí pué. El mismo texto nos indica que: Yo
te aviso chirulí es una expresión del argot venezolano, usada para indicar
incredulidad, desconfianza o duda de la opinión emitida por otra persona.
b. Papi, si me convierto en
sirenita no me voy a agogar (ahogar)
c. TEMOR JUSTIFICADO. (29
de diciembre de 2014) Son las 11 a.m. Andrés tiene tres años y cuatro
meses, pero todavía le cambio el pañal. No quiere dejarlo, tampoco quiere usar
la poceta4. Al momento que lo llevo me dice: ―No quielo―
Poceta-agua-cocodrilo.
Pero también el
cantadito cuencano:
d. VERRRDE (Diciembre de
2017) Un domingo al mediodía, Andrés muy entusiasmado me dice: ―Papi, ya sé
decir un color que lo conocía, que no me caía bien. ― ¿Cuál hijo? ― ¡Verrrde!
El texto proporciona
descripciones sutiles y dulces: “Andrés lleva un mameluco naranja de rayas café
con blanco. Tiene la carita de recién levantado, cubierta por algunos rulos
negros”. Hay detalles que proporciona el autor que a mi criterio (y sin querer
sonar feminista o algo por el estilo) no es muy común en el género masculino,
pero lo es en seres sensibles. Cito otra descripción: “… y vemos a los
pajaritos felices volando entre las ramas de los árboles cercanos.”; “Está
tomando chocolate caliente con su “pan sin nada” de ajonjolí. Usa su pijama
azul celeste con dibujos de helicópteros. Tiene su boquita achocolatada y hace
ruido con la cucharita sobre su taza azul.”, “En una de ellas, Andrés, Isabel y
yo conocimos a un ancianito muy peculiar llamado Clodomiro Palomeque. Es de
pequeña estatura, como de cincuenta centímetros, de piel blanca, y de unos
setenta y cinco años. Va vestido con ropa campesina, boina marrón y unas
grandes botas de lluvia. Su rostro tranquilo y pausado muestras unos ojos casi
cerrados, como si hubiese sufrido una vieja enfermedad. Sus manos grandes,
fuertes y arrugadas parecieran que hubiesen pasado toda la vida labrando la
tierra. Está parado frente a su casa, limpia y silenciosa. Detrás de él, en su
patio, identifico una vieja bomba de agua de hierro, justo al lado de un viejo
y delgado árbol de pino con hojas solamente en su copa. El antiguo aspecto de
la bomba me llama la atención y le pido permiso para entrar. Inmediatamente nos
deja pasar, y muy amablemente nos ofrece agua: entra a su cocina, cercana al
árbol, saca una vieja y linda taza de peltre color café.”
Las experiencias
breves que se nos cuentan, casi siempre finalizan con una pregunta. Esas
inquietudes no tienen respuestas, más bien convoca al lector a planteárselas y
quedar prendado a ellos, no necesariamente, buscando respuesta; sino pensando
en la misma interrogación. Y es que los niños, tienen esa capacidad para
deslumbrar con su curiosidad.
a. PAN (8 de enero de
2015) Me dispongo a salir y les
prometo a los niños traerles pan. ―
¿Cómo los quieren, salado o de dulce? ―Dulce...
Ya de regreso Isa me pregunta: ―Papi ¿Qué me trajiste? ―Un abrazo ―le respondo. Andrés pregunta: ― ¿Salado
o dulce?
b. ESTRELLAS ESPÍAS. ―Papi, ¿Por
qué las estrellas nos siguen?
Finalmente, el lector
va de rama a rama con historias dulces. Los padres nos podemos remontar a las
maravillosas historias que vivimos con los hijos, sucesos
que para los padres son únicos, inolvidables. Cada historia es un caramelo de
sabor diferente que nos remonta a recordar lo mejor de la etapa de padres,
y para los hijos, esas historias son
caramelos que los harán sentirse amados.
Muchas gracias.
Yesenia Espinoza, presentadora del libro, Ángel Fajardo, Delegado de la Editorial, David Sequera, autor e Isabel Sequera, coautora. |
(*) Texto de presentación de Yesenia Espinoza Román al libro "El árbol de caramelos" de David Sequera, Museo Remigio Crespo (Cuenca-Ecuador), enero de 2020.
Excelente presentación. Felicitaciones!
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