jueves, 30 de enero de 2020

El árbol de caramelos (*)

Yesenia Espinoza Román

“Cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado para siempre.”
Gabriel García Márquez.

Yesenia Espinoza Román
Siempre leer un texto y generar un diálogo sobre él, será enriquecedor. Deseo, antes que nada, pedir un aplauso para los autores del libro: David y sus dos hijos: Isa y Andrés.
Él como padre ha registrado las ocurrencias, las vivencias y las cotidianidades de sus hijos y hoy las comparte con nosotros. Al leer están historias se evidencia el fuerte vínculo que existe entre ellos. David y Julia, sus dos hijos sostienen sus manos y estoy segura que nada los separará, se están creando lazos de amor y este texto es una señal de ello.
 “Árbol de caramelos” sería el sueño de muchos niños que aman los dulces. Sería fantástico contar con un árbol que provoque delicias; que nos ofrezcan dulzura en diversas envolturas. El libro de Sequera es un árbol dulce cuyo tronco es la familia David. “El árbol de caramelos” tiene como ramificaciones microcuentos o vivencias y en ellas cuelgan frutos tiernos e inocentes.
El libro es como un anuario, tiene el año, la edad de los pequeños y algunos textos presentan fechas. Las anécdotas transcurren en un lapso de 10 años cuando Isabel tenía meses de nacida hasta el 2019. Las historias se desarrollan ente Venezuela y Ecuador. De nuestro país se nos cuenta sucesos acaecidos en Cuenca, Ingapirca, Gualaceo, Alausí, Nariz del Diablo.
Las historias son contadas por el padre y son presentadas con entusiasmo; y es que es normal que las primeras palabras, los primeros pasos, las hazañas, las palabras dichas por los hijos tengan un valor incalculable para los progenitores. Los otros niños o niñas pueden hacer y decir maravillas, pero lo realmente valioso es lo expresado por los niños propios. Cuando la niña pronunció “papá”, el narrador dice: “estaba tan emocionado y orgulloso que parecía que me iba a elevar como un sonriente globo”. Son sentimientos tan profundos que alimentan el ego, pero también nos permiten tener presente esta bella responsabilidad. Cuando nos nominan como padres o madres todo se revaloriza: el tiempo, la salud, el dinero, los detalles, las sonrisas.
La gran temática tiene como raíz la anécdota, en la cual prima la inocencia con un toque de jocosidad, de ocurrencia e imprudencia propia de los niños, cito ejemplos:

a.    EN UNA FIESTA DE DESPEDIDA. El primo Bob se va de viaje para Australia. Estábamos reunidos en una fiesta despedida. Isabel estaba sentada en mi pierna muy cerca de la mesa donde estaba una deliciosa torta con profiteroles. Isa saboreaba con deleite la crema y el maní que Diana, la tía cómplice, le había servido. Una mosca molestaba de vez en cuando. Yo trataba de alejarla. Me molestaba. Isa me mira. Yo pensaba que se iba a enfadar también por la bendita mosca. Entonces, disfrutando la rica torta me dice: ―Papi, si una mosca entra en tu boca puedes volar muy lejos.

b. EL MUNDO AL REVÉS. Luego de una mañana de trabajo, llamo a mi esposa Julia y le pregunto por los niños. Me cuenta que Andrés se portó muy bien, pero que Isabel… Bueno, sucede que Marbelys, la nana que los cuida, tenía algunas quejas de ella. Al preguntarle a Isa lo sucedido, me comentó: ―Papi, Marbelys no quiere hacerme caso.

c. FELICIDAD (14 de mayo de 2015). Son las 8:00 pm. Luego de llegar del parque, Isabel me da un fuerte abrazo y un cariñoso beso. ―Eres el mejor Papá del mundo ―me dice entusiasmada. ―No voy a crecer, me voy a quedar niña para que no te pongas viejito.

d. HERMOSURA ―Papi ―me pregunta Isa―. ¿Por qué las flores son tas hermosas como mamá?

De repente, los niños hacen todo tipo de preguntas desde las más sencillas que requieren de la imaginación, creatividad e ingenio de los padres para salir abantes antes las inquietudes de los niños; pero así mismo nos sorprenden con preguntas respecto a temas más profundos y es ahí cuando, cito: “Ya no supe qué responder, y me doy cuenta que a veces, como padres, no tenemos todas las respuestas frente a tanta inocencia lexical”, dice el escritor. En medio de esos temas relevantes de la vida, se exteriorizan diálogos cortos en los cuales Dios nombrado por los niños y sus padres. Además, se evidencia su percepción hacia Él.

a. ENIGMA (26 de febrero de 2016). Hoy Andrés me preguntó: ― ¿Qué es la muerte papi? No le supe responder.

b. ÁNGEL (6 de abril de 2016) ―Papi ¿el abuelo Tulio se convirtió en ángel?  ―Sí hijo. ―Entonces ¿por qué no baja del cielo?

c. PERDÓN CELESTIAL (27 de mayo de 2017) Es hora de almorzar. En casa, Andrés come: arroz, frijoles, tajada y limonada. Julia está en el trabajo como profesora de matemáticas. En la comida hablamos sobre el perdón de Dios: ―Al que mucho se le dio... ¿recuerdan los cieguitos de la plaza? Dios pedirá poco, al que se le dio poco ―les digo. ―Papá ―pregunta Andrés―. ¿Dios perdona? ―Sí, con los sacerdotes hijo. ―Y si yo voy al cielo, y allá le digo a papá Dios: Perdóname. ¿Él me perdona? ―En la tierra él perdona, no tienes que llegar al cielo. Así no funciona hijo.

En este mundo de la maternidad y paternidad, de tener una vida alborota pero lleno de alegrías, estamos inmersos con Discovery Kids, superhéroes, Max Steel, princesas o hasta tarareamos canciones. Muchas veces, en lugar de entonar una canción de José José, Luis Miguel, Fonsi, Foncesa, Shakira o de su predilección estamos cantando (inclusive en la ducha), el “la vaca lola”, en fin, los papás somos mágicos y esa magia lo inspiran los niños.
Otro elemento por mencionar del texto es el lenguaje cotidiano usado en el texto, reflejado en los términos del vocabulario de su tierra venezolana, alimentando la riqueza lexical del texto. Pero también, el lenguaje propio de los niños que comienzan a hablar. El mismo autor sostiene que su estilo narrativo es de “literatura de la cotidianidad”. Algunos ejemplos:

a. “Después de comer una chupeta de tamarindo Isa quiere otra y le pregunta a mi mamá: ―Abuela Marina, ¿tienes una chupeta para mi papá? ― ¿Sí? Yo te aviso chirulí1 responde mi mami. ―Bueno. Dame chirulí pué. El mismo texto nos indica que: Yo te aviso chirulí es una expresión del argot venezolano, usada para indicar incredulidad, desconfianza o duda de la opinión emitida por otra persona.

b. Papi, si me convierto en sirenita no me voy a agogar (ahogar)

c.  TEMOR JUSTIFICADO. (29 de diciembre de 2014) Son las 11 a.m. Andrés tiene tres años y cuatro meses, pero todavía le cambio el pañal. No quiere dejarlo, tampoco quiere usar la poceta4. Al momento que lo llevo me dice: ―No quielo― Poceta-agua-cocodrilo.

Pero también el cantadito cuencano:
d. VERRRDE (Diciembre de 2017) Un domingo al mediodía, Andrés muy entusiasmado me dice: ―Papi, ya sé decir un color que lo conocía, que no me caía bien. ― ¿Cuál hijo? ― ¡Verrrde!

El texto proporciona descripciones sutiles y dulces: “Andrés lleva un mameluco naranja de rayas café con blanco. Tiene la carita de recién levantado, cubierta por algunos rulos negros”. Hay detalles que proporciona el autor que a mi criterio (y sin querer sonar feminista o algo por el estilo) no es muy común en el género masculino, pero lo es en seres sensibles. Cito otra descripción: “… y vemos a los pajaritos felices volando entre las ramas de los árboles cercanos.”; “Está tomando chocolate caliente con su “pan sin nada” de ajonjolí. Usa su pijama azul celeste con dibujos de helicópteros. Tiene su boquita achocolatada y hace ruido con la cucharita sobre su taza azul.”, “En una de ellas, Andrés, Isabel y yo conocimos a un ancianito muy peculiar llamado Clodomiro Palomeque. Es de pequeña estatura, como de cincuenta centímetros, de piel blanca, y de unos setenta y cinco años. Va vestido con ropa campesina, boina marrón y unas grandes botas de lluvia. Su rostro tranquilo y pausado muestras unos ojos casi cerrados, como si hubiese sufrido una vieja enfermedad. Sus manos grandes, fuertes y arrugadas parecieran que hubiesen pasado toda la vida labrando la tierra. Está parado frente a su casa, limpia y silenciosa. Detrás de él, en su patio, identifico una vieja bomba de agua de hierro, justo al lado de un viejo y delgado árbol de pino con hojas solamente en su copa. El antiguo aspecto de la bomba me llama la atención y le pido permiso para entrar. Inmediatamente nos deja pasar, y muy amablemente nos ofrece agua: entra a su cocina, cercana al árbol, saca una vieja y linda taza de peltre color café.”
Las experiencias breves que se nos cuentan, casi siempre finalizan con una pregunta. Esas inquietudes no tienen respuestas, más bien convoca al lector a planteárselas y quedar prendado a ellos, no necesariamente, buscando respuesta; sino pensando en la misma interrogación. Y es que los niños, tienen esa capacidad para deslumbrar con su curiosidad.

a. PAN (8 de enero de 2015)  Me dispongo a salir y les prometo a los niños traerles pan.  ― ¿Cómo los quieren, salado o de dulce?  ―Dulce... Ya de regreso Isa me pregunta: ―Papi ¿Qué me trajiste?  ―Un abrazo ―le respondo. Andrés pregunta: ― ¿Salado o dulce?

b. ESTRELLAS ESPÍAS. ―Papi, ¿Por qué las estrellas nos siguen?

Finalmente, el lector va de rama a rama con historias dulces. Los padres nos podemos remontar a las maravillosas historias que vivimos con los hijos, sucesos que para los padres son únicos, inolvidables. Cada historia es un caramelo de sabor diferente que nos remonta a recordar lo mejor de la etapa de padres, y  para los hijos, esas historias son caramelos que los harán sentirse amados.
Muchas gracias.
Yesenia Espinoza, presentadora del libro, Ángel Fajardo, Delegado de la Editorial, David Sequera, autor e Isabel Sequera, coautora.
(*) Texto de presentación de Yesenia Espinoza Román al libro "El árbol de caramelos" de David Sequera, Museo Remigio Crespo (Cuenca-Ecuador), enero de 2020. 

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