Resulta obvio que la
actual afectación pandémica ha generado una crisis integral. Se percibe, y se
constata, una intensa inestabilidad y una profunda transformación. El golpe
recibido en su estructura económica ha hecho tambalear la hegemonía mundial y
está abriendo una brecha muy sugerente en el mundo de las mentalidades. Se
comienza a reflexionar sobre los pilares forjados por ese modelo occidental,
imperante hasta el presente pero hoy herido de muerte, y se cuestiona más
abierta y lúcidamente sobre sus valores, modos de vida, relaciones productivas,
sociales y medioambientales. Igual es un leve susurro efímero o, por el
contrario, puede que sea el germen de una nueva sociedad futura, quien sabe.
En cualquier caso,
independientemente del desenlace, es muy probable que nos encontremos en los
albores de una nueva etapa histórica, a la que le tocará definir su nueva
estructura social, económica y política, bajo el sello de una nueva hegemonía
internacional.
Al calor de los
acontecimientos actuales parece que pierde fuelle a peso agigantado EE.UU.,
superada ampliamente por China, con una agresiva actividad comercial,
financiera y tecnológica. Un ejemplo, aunque esperpéntico, de lo que decimos se
desprende de una declaración, hace apenas unas horas, del Vicegobernador de
Texas, quien insta a los adultos mayores a “sacrificarse y dejarse morir” para
“salvar la economía”.
En esa misma hoja de
ruta, debacle y quiebra económica, parece encaminarse la Unión Europea,
amenazada bajo la alargada sombra de un brexit generalizado: una acción para refugiarse en políticas estrictamente nacionalistas en un intento desesperado por la supervivencia territorial, ante la misión imposible de contribuir
mancomunadamente a los países de la Unión, dada la inviabilidad de asumir el
pesado lastre de Italia, España y la degradación socioeconómica, que pronto
surgirán, en Francia y Alemania, junto al ya decidido insularismo británico. Esa hipotética realidad sepultaría definitivamente esa tercera vía, que el Viejo
continente ansiaba representar en el concierto mundial.
Fuera de escenario
quedaría nuevamente África y América Latina. Mientras que China parece adquirir un papel protagonista, con una Rusia, todavía, aún entre bambalinas.
José Manuel Castellano
Cuenca a 24 de marzo de 2020
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