Soy de los que creen que en
los peores momentos somos capaces de sacar las fuerzas necesarias para afrontar
y superar situaciones adversas. Pero, claro está, estas no surgen por
generación espontánea, ni por iluminación divina, sino por el resultado de
reflexiones y acciones, es decir, por capacidad de compromiso social.
En estos momentos nos
encontramos en una gran encrucijada histórica. Y no lo digo solo desde el miedo
y el dolor por los efectos derivados de la pandemia que sufrimos y sus
terribles consecuencias de pérdidas humanas; ni tampoco por cuestionar
abiertamente la pasividad, la improvisación, la descoordinación y hasta las
nefastas actuaciones llevadas a cabo en este proceso.
La situación es realmente
crítica y, con muchas probabilidades, su incidencia será aún mayor en los
próximos meses, especialmente, en los territorios y zonas periféricas; el
tiempo de duración será mucho más largo que las previsiones oficiales
anunciadas; y los niveles de dependencia se agudizarán de forma alarmante.
Seguro que llegará un día en
que celebraremos la victoria sobre el coronavirus pero a partir de ese momento,
si no antes, nos tocará vivir la peor derrota de la humanidad. El capitalismo,
como siempre ha hecho, pasará factura usurera a la inmensa mayoría de la
sociedad del costo de todas las pérdidas ocasionadas por esta crisis vírica y
sus títeres impondrán un régimen de fuerza que debilitará derechos y libertades.
El 2008 será visto como un mero juego de niños en comparación a lo que nos tocará vivir a partir de este 2020, si no somos capaces de empezar a reaccionar para que en un futuro no muy lejano, aunque tampoco inmediato, podamos forjar al menos los cimientos de un nuevo modelo social, donde nada, absolutamente nada, ideología incluida, pueda estar por encima de la humanidad y la naturaleza. Solo nos queda la esperanza de un nuevo amanecer solidario.
El 2008 será visto como un mero juego de niños en comparación a lo que nos tocará vivir a partir de este 2020, si no somos capaces de empezar a reaccionar para que en un futuro no muy lejano, aunque tampoco inmediato, podamos forjar al menos los cimientos de un nuevo modelo social, donde nada, absolutamente nada, ideología incluida, pueda estar por encima de la humanidad y la naturaleza. Solo nos queda la esperanza de un nuevo amanecer solidario.
José Manuel Castellano Gil
Cuenca, 22 de marzo de 2020
Ni capitalismo ni comunismo totales. Un hibrido es lo menos malo. Un Capitalismo Socialista, si es un poco más a la derecha, y un Socialismo Capitalista, si es un poco más a la izquierda, según la preponderancia de uno u otro sistema. Buscar una economía eficaz y solidaria.
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