VACÍO Y SILENCIO
Las agujas del reloj,
durante este inesperado mes de marzo de 2020, detuvieron el tiempo en nuestra
querida y compartida ciudad de Cuenca, que se nos presenta ahora extraña,
desierta y vacía. Calles sin viandantes, sin carros y sin buses. Tiendas, oficinas,
restaurantes y cafeterías cerradas. Tan sólo la presencia heroica y épica del
personal de limpieza, aseo y recolector de basuras, policías, enfermeros, médicos
y personal de servicios esenciales y básicos. Vaya para ellos nuestra infinita gratitud
e inmenso reconocimiento.
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El corazón de Cuenca, el Parque Calderón |
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Vista desde el portal de la Gobernación. |
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No obstante, esa imperturbable
quietud no puede silenciar el espíritu de un entorno radiantemente vivo; pues
sus numerosas huellas y testimonios materiales e intangibles (edificaciones, parques, esculturas, placas y calles)
contienen la presencia activa y resplandeciente de la historia de un pueblo, de
miles y miles de cuencanos, que han construido a través del tiempo y continúan
forjando en la actualidad un marco de belleza inconmensurable; un ambiente íntimo;
una tierra de luchadores incansables; un escenario místico, cargado de espiritualidad
y poesía; una Atenas del Ecuador y Ciudad Universitaria; un territorio de
tradición y modernidad que sabe mirar hacia el futuro con voluntad emprendedora.
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Plaza Cívica. |
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Calle Juan Montalvo |
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Esta
Cuenca provisional de hoy, serena, estoica, taciturna y quieta, nos inunda de
melancolía y nostalgia de un ayer, pero que, en nada, recobrará el colorido bullicio
de su actividad comercial; brotará sus esencias perfumadas desde el Parque de
las Flores; congregará su Catedral a sus fieles; se reconquistará el Parque
Calderón para las tertulias de nuestros mayores y la alegría de los niños; aflorarán
las costumbres, tradiciones y festividades multiculturales; se esparcirá a los
cuatro viento el aroma del café, tamales y quimbolitos desde la Avenida de Loja;
fluirá en sus orillas la melodía instrumental de ese inigualable cuarteto natural,
denominado Tomebamba, Yanuncay, Machángara y Tarqui; el terrenal Parque El
Paraíso será más celestial que nunca; respirarán los centros educativos con nueva
savia, esperanzador futuro para la Patria; sembraremos nuevamente en nuestras calles,
ahora vacías, ilusiones, sueños y sellaremos con sangre nuestro compromiso por
Cuenca, por Ecuador y por el Mundo en una nueva era de Humanidad y Amor.
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Plaza de la Flores. |
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Terminal Terrestre. |
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Texto:
José Manuel
Castellano Gil (PhD)
Docente Universidad Católica de Cuenca
Director Cátedra Abierta Institucional Guadalupe
Larriva
Miembro Academia Nacional de Historia de Ecuador
Fuente: El Mercurio, 30 de marzo de 2020
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