Dr. José
Manuel Castellano Gil (PhD)
A mi
alumna, Yamileth Cando Méndez, a quien le debo este título.
Sin duda
las terribles circunstancias actuales podrían ser un oportuno y excelente instrumento
de aprendizaje vivo y directo sobre el funcionamiento de un modelo que se
tambalea desde sus propios cimientos y que es imprescindible desplazarlo.
Los
grupos dominantes en el escenario nacional-internacional han establecido y
promovido una relación criminal de dependencia desigual, en clave de sobreexplotación
de los recursos humanos, de destrucción medioambiental y de apropiación de las
materias primas de los países “sub” o “en vías de desarrollo”, junto a un
sistema político instrumentalizador, mentiroso, manipulador, corrupto y con comportamientos
culturales adocenados.
Esto que exponemos
no es nada nuevo pero parece que el efecto secundario del coronavirus ha
despertado súbitamente estas ideas en la inmensa mayoría de la sociedad mundial,
que ha llevado a mirar de reojo hacia atrás para cuestionar nuestros modos y
valores de vida. Una reacción más que normal ante una situación de
incertidumbre, pues, siempre nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena para olvidarnos
inmediatamente cuando escampa.
Muchas
voces repiten que nada será igual a nuestro pasado más inmediato, al de hace
unas semanas; que está crisis es una nueva oportunidad para cambiar la
historia; que tenemos que adaptarnos a una nueva realidad; que esta pandemia es
un reencuentro del hombre con la espiritualidad…
En fin,
la verdad es que no tengo ni idea como se organizará la sociedad que viene después
de todo esto pero, sea como sea, resulta obvio que ese proceso no será ni
corto, ni mucho menos a medio plazo, pasarán probablemente varias generaciones
para poder vislumbrar algo claro, pues los cambios de mentalidad siempre han
sido lentos y con muchas interferencias.
Desde mi
visión, más que preguntarnos como seremos, creo que es más urgente y
prioritario responder cómo vamos afrontar y actuar en estos momentos.
El
compromiso y las ideas no pueden estar encerradas, ni aisladas y deben
transitar hacia la acción para evitar aceptar las imposiciones en cascadas que
vendrán desde arriba, cuyas recetas serán como siempre un ritual de sacrificio
con deshumanizadas medidas políticas, económicas, sociales y sanitarias que acentuarán
aún más las brechas de desigualdades existentes durante décadas y que
condenarán a una crisis de subsistencia presente y futura a millones de
ciudadanos en el mundo. Las opciones que nos proponen los grupos dominantes se
reduce simplemente “a echarnos a morir
por el coronavirus” o “echarnos a
morir por hambre”. No podemos dejar en las manos de esos irresponsables
depredadores la reconstrucción de su propio modelo que atenta contra todos, por
tanto, es hora de organizarnos y actuar.
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