Por: José Manuel Castellano
Esta
pandemia nos ha enseñado una multitud de saberes y carencias del ser humano, manifestadas
en sus comportamientos, relaciones, reacciones, sentimientos y capacidades.
Unas pocas, en los primeros momentos, ilusionantes y positivas. Y otras muchas,
según pasaba el tiempo, que nos resulta prácticamente imposible clasificarlas y
menos comprenderlas.
Uno
que es un experto conocedor de sus profundas y superficiales limitaciones sobre
el conocimiento, con cierto analogismo, aunque con una infinita distancia al “Buen brahmín” de Voltaire, no dejo, por
ello, de saciar mi sed con nuevos aprendizajes. El más reciente ha sido el descubrimiento
de una nueva tendencia artística y un novedoso producto comercial que tiene
como eje y esencia el “vacío”.
Resulta
que un escultor italiano, Salvatore Garau, ha modelado una pieza inmaterial
denominada “Io sono” (en castellano “Yo soy”), es decir, una obra inexistente
o si se quiere invisible, pero que no es una “nada” sino un “vacío”, que según
su concepción no es
más que un espacio lleno de energía, “que se condensa y se transforma en partículas, es decir, en nosotros”. Un planteamiento basado en el concepto de
“incertidumbre” del físico alemán Werner Karl Heisenberg. Ahí queda eso.
De todos
modos, lo más llamativo del caso es que esa obra invisible ha sido vendida, con
certificación y todo, en una subasta donde partía con un módico precio inicial de
6.000 euros y que tras el gran entusiasmo entre los ansiosos compradores llegó
a alcanzar la no menos despreciable cantidad de 15.000 euros.
Un hito espectacular
e increíble que tiene un arduo proceso en sus técnicas artísticas, a partir de
su primera incursión en el mundo escultórico invisible con el “Buda en contemplación”, ubicado en la Piazza della Scala (Milán-Italia).
Sin duda,
nos encontramos ante una nueva etapa revolucionaria e innovadora en el mundo
del arte, en formato NFT (token no fungible), que ha traspasado fronteras y que
en breve nuestros afortunados primos lejanos del Norte podrán ver, (es un
decir), otra pieza de este prolífero escultor y creador del vacío que será exhibida
en Nueva York, gracias al apoyo que recibe del Instituto Cultural Italiano (eso
si es, carajo, una política de fomento cultural, lo demás simplemente machangadas),
una escultura que lleva por nombre “Afrodita
Piange” (Afrodita llora) y que
por medidas de seguridad estará protegida por un visible círculo trazado en el
suelo. El mismo que delimita la segunda parte de este artículo. ¡Que lo
disfruten! Es gratis, al menos por ahora.
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