A Pablo Neruda
Sobre la arena dorada
de Punta del Norte,
con un sólido sentir del
Sur,
junto al arrullo de sus
pacíficas olas,
escribe estelas sobre
su brisa marina,
para que vuelen a los
cuatro vientos,
con firmeza duradera.
Canario que se precie
no canta en jaula
ni verborrea en demasía,
solo labora en silencio,
ni sueña con conquistar
la Luna,
intenta, tan solo, cuidar
la Tierra en que vive.
De manigua en manigua
y de derrota en derrota,
siempre junto y al
lado de los perdedores,
que son los legítimos
vencedores del futuro,
con el convencimiento
de una victoria segura y compartida.
He aquí un instante de
descanso de un guerrero de a pie,
que confiesa que ha
vivido y que continuará batallando hasta su último suspiro,
para quien no hay miel
más dulce que soñar con un mañana distinto,
ni hiel tan amarga como
este presente descompuesto,
ni resplandor tan
luminoso como la savia nueva que avanza,
a sabiendas que
muchos heredarán los vicios de sus mayores,
pero mantiene su
esperanza en la luz de unos pocos,
que abrirán nuevos derroteros
colectivos.
Vivir es un cruce de
caminos,
marcados por una temporalidad
efímera o perdurable,
a unos los conducen
al infierno y a otros a la eternidad.
Hasta las próximas derrotas compañeros.
Punta del Norte (Perú). |
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