Dr. José Manuel Castellano, PhD
Miembro de la Academia Nacional de Historia del Ecuador
En esta primera entrega de la serie,
“La IA, la puerta de entrada a una nueva etapa histórica”, tras el
preámbulo de presentación publicado previamente, nos centramos ahora en esbozar
el posicionamiento institucional de las universidades con respecto al
desarrollo tecnológico de la IA. Para ello, hemos revisado la documentación disponible sobre el
posicionamiento de distintas universidades, tanto internacionales como
ecuatorianas.
Esta
búsqueda ha dado como resultado la inexistencia de un posicionamiento institucional crítico de
las universidades hacia la IA, aunque algunas manifestaciones encierren cierta preocupación por los posibles
impactos negativos en el conjunto social.
Estos
argumentos, por otra parte, son utilizados muy frecuentemente para justificar la creación de centros o institutos de
investigación. De modo que, podemos afirmar que la inmensa
mayoría de los centros universitarios apuesta abierta y decididamente por
potenciar y desarrollar la IA, con apenas leves matices, como veremos a
continuación.
Asimismo, otro estudio de la Universidad de Oxford concluía
que una IA muy desarrollada podría llegar a enfrentarse a los humanos, si
perciben que éstos se interponen en su camino e intentan frenarla. Este estudio
advierte sobre los riesgos de una IA mal diseñada o mal regulada y proponía una
serie de principios éticos para evitar escenarios catastróficos.
Por su parte, la Universidad de
Pekín ha manifestado su preocupación por los posibles
riesgos y daños de la IA frente a los Derechos humanos, a la diversidad
cultural y al equilibrio ecológico. Mientras que un estudio de la
Universidad de Stanford (EE.UU.) determinaba que la IA puede crear noticias
falsas convincentes y difíciles de detectar.
En esa misma línea, una
investigación de la Universidad de Granada (España) señalaba que los lectores
tienen dificultades para identificar las noticias falsas, especialmente cuando
se trata de temas políticos o sociales. Con
un perfil más bajo se alinea la gran mayoría de las universidades, encuadradas
dentro de una categorización conceptual generalizada de analizar “desafíos y
oportunidades” de la IA.
Sin embargo, no todos los actores sociales comparten esta visión
optimista de la IA. De hecho, muchos expertos, desde hace décadas, y algunas
organizaciones, como abordaremos específicamente en una colaboración posterior,
han alertado sobre los posibles escenarios catastróficos que se podrían derivar
del uso de esta tecnología emergente, como el desempleo, los conflictos
sociales, la falta de transparencia, el sesgo, la discriminación, la
manipulación, la vigilancia, el ciberataque, los daños ambientales, la
pérdida de control humano, el desarrollo armamentístico y biológico, la
desigualdad, la extinción y un largo etcétera.
Por el
contrario, la situación en Ecuador es bien diferente. Después de revisar todo
el material al que hemos tenido acceso, podemos decir que tanto las instituciones
públicas ecuatorianas (Consejo de Educación Superior, Consejo de
Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior, SENESCYT, Ministerio
de Educación, Asamblea Nacional y Gobierno ecuatoriano) y los centros
universitarios de este país andino parecen vivir descontextualizados y de
espaldas a la realidad actual en cuanto al desarrollo e impacto de la IA, pues
no hemos detectado ni una sola manifestación, declaración o posicionamiento oficial,
como tampoco ninguna propuesta o iniciativa dirigida a la regulación o
normativa al respecto.
La única
información disponible se reduce esencialmente a la producción de artículos
académicos, que todavía se encuentra en una fase primaria, a la ejecución y desarrollo
de algunos proyectos de investigación o a la cada vez más intensa oferta de programas
de formación universitaria sobre la IA. Unas acciones éstas, que podrían concebirse,
supuestamente, como una plena adhesión, sin ningún tipo de cortapisa, a favor
de la IA.
No obstante, desde nuestra perspectiva, podría ser posible que esas
acciones estén fundamentadas simplemente en una estrategia de marketing
mercantilista, en busca de ingresos complementarios y en una proyección
mediática. Sería interesante conocer y evaluar la calidad de esos programas y sus
contenidos, además, de indagar sobre posibles nexos con empresas o
corporaciones tecnológicas, porque parece responder a una consolidación
colonial, tanto interna como foránea, de un proceso de aculturación
tecnológica. Unas actividades que están centradas específicamente en la simple promoción
de cursos sobre el manejo y uso de la IA. Una fase que podría denominarse como
previa, con la intencionalidad de crear “una necesidad básica”, para después
proceder al “desembarco” de las tropas operativas de las empresas tecnológicas
y, por tanto, continuar con la repavimentación del sendero histórico de la
dependencia exterior y el reafianzamiento de desequilibrios en el escenario global,
regional y local.
En definitiva, el
posicionamiento general de los centros universitarios sobre la IA se podría
definir de tibio, ambiguo, parcial y empecinado en “vender” sus bondades,
beneficios y en apuntar muy superficialmente sus consecuencias, sin abrir
espacios de discusión, reflexión, crítica, difusión y concienciación social. Esta actitud contrasta con el papel que
se espera de las universidades como generadoras y transmisoras del conocimiento
científico y humanístico, que debe estar al servicio del bien común y no al
dictado de los intereses económicos y políticos dominantes.
En ese sentido, resulta altamente
llamativo que los cuestionamientos críticos hacia la IA provengan
exclusivamente de los artífices y creadores de la IA y de insignes científicos
y académicos independientes, que han planteado las graves consecuencias
negativas para la humanidad desde diversos aspectos, como veremos en un número
posterior en esta serie. En cambio, las universidades de forma unánime han adoptado
una posición favorable a los intereses de las grandes corporaciones y siguen a
pie juntilla los lineamientos marcados por UNESCO, el gran valedor de la IA,
que la presenta como la tabla de salvación a todos los problemas de la
humanidad y que viene a resolver conflictos sociales y a crear políticas públicas
efectivas. Es en ese escenario donde la universidad participa en calidad de agente
gregario y subordinado, dejando de lado su responsabilidad y compromiso con la
sociedad, como espacio de pensamiento crítico e independiente. En definitiva, un
ejemplo más, que viene a evidenciar que la universidad y las ciencias conviven
a la sombra de los intereses del poder, de las grandes corporaciones, a cambio
de prestaciones, migajas presupuestarias, en la creación de esos “kioscos de investigadores”,
que vienen a satisfacer egos y personalismos en contra de los intereses
generales.
Lamentablemente querido amigo.
ResponderEliminarExcelente artículo para reflexinar sobre lo que se nos viene con la IA, felicidades querido amigo.
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