Dr. José Manuel Castellano
“(…) ha llegado el tiempo de no aceptar burócratas
corruptos infestando los territorios de la Educación Superior (…) han inventado
expedientes espurios, han hecho campañas difamatorias, han manoseado la vida
privada de científicos, de intelectuales y de académicos honestos”.
Diego
Salamea, 2022.
Siempre he tenido verdaderos problemas con el espacio, además, del poco
tiempo disponible, que se me escapa como luz por el resquicio del torno de la
puerta, para leer o releer los libros que caen en mis manos gracias a la
generosidad de mis amigos. Seguro que debo mudarme a otro planeta, donde los
días tengan por lo menos 313 horas de sol. No leo todo lo que debería, aunque
no paro de leer todos los días y los apilamientos de libros crecen y crecen
hasta reconvertirse en ordenadas e infranqueables trincheras de luchas, sueños
y libertades.
Hace unas semanas ha caído entre mis manos -perdón, en la pantalla de mi computadora- un libro remitido por un apreciado colega, que cuenta con un
atractivo y muy sugerente título, “La
Mafia y el Crimen Organizado asedian la Universidad”, de reciente
publicación (abril, 2022), cuyo enlace adjuntamos a pie de texto.
Una edición digital de casi 350 páginas cargadas de una serie de cuestiones
de especial relevancia y que recomendamos encarecidamente una pausada y
profunda lectura, con el consiguiente e inevitable ejercicio reflexivo. Este
libro, como muy acertadamente apunta su autor en las páginas preliminares, es
un “llamado a convertirnos en actores y
no espectadores en una sociedad”.
El insigne investigador es Diego Salamea Carpio, PhD (Abogado, Doctor
en Jurisprudencia, Mediador Calificado, Perito en Documentología, Criminalista,
Especialista en Docencia Universitaria, Especialista en Derecho penal y
Justicia Indígena, Magíster en Derecho penal y Criminología, Doctorando en
Derecho). Un ciudadano a quien no he tenido la oportunidad y el placer de
conocer todavía, pero con quien me agradaría sentarme a tertuliar por horas y
horas sobre este y otros asuntos.
Este breve articulillo no tiene la pretensión de ser una reseña, más
bien su principal finalidad es invitar al lector a que devore -con su necesario proceso digestivo
intelectual-, este texto donde se abordan
la presencia de mafias organizadas en la universidad; la manipulación y los maquillajes
presupuestarios; los archiconocidos fraudes, la compra- venta de tesis y títulos
universitarios (que ya hemos expuesto en algún artículo anterior); el rentable
negocio mercantilista que encierran la capacitación continua, los cursos de Posgrados
y maestrías; la venta de cupos y exámenes de ingreso; los chantajes, las extorsiones,
las amenazas, las difamaciones y los acosos; los ingresos extras y dádivas que
obtienen un grupito “selecto” y “endogámico” de indecentes docentes (traducidos
en una disminución en sus cargas horarias, en la triplicación de designaciones
de cargos directivos en un solo “cuerpo”, en las benévolas autorizaciones de
viajes con sus correspondientes viáticos…); las clásicas contrataciones de un personal
cercano -servil- en calidad de expertos mamporreros, chismosos, delatores y
demás comportamientos delictuosos; adjudicaciones de consultorías con sus respectivas
comisiones y reparto de los jugosos saqueos, etc.
Uno que ya peina canas –aunque cada vez menos, debido a la constante expansión
de mi añeja testera–, nada de lo expuesto por Diego Salamea me sorprende en
absoluto. En cualquier caso, le agradezco que haya indagado, investigado esta oscura
trama, además de compartir y describir una “realidad tan real”, aunque nadie -ni desde arriba, ni desde la base-, está interesado en intervenir para desmontar
este tinglado carnavalesco.
De modo que, como sociedad sigamos representando ese ultrajante papel
de meros espectadores indolentes, adocenados y sin criterio alguno. Continuemos
por esa senda en formar mercenarios versados en la destrucción de valores, principios,
ética y en forjar especializados hostigadores que mutilan toda posibilidad de justicia
y transformación social. Prosigamos decorando esos chiqueros, aunque, sin duda,
será misión casi imposible desalojar su hedor y pestilencia, que invade todo y asfixia
cualquier esperanza de un porvenir mejor.
En definitiva, este es el triunfo y la consolidación de una pandilla de
mediocres fariseos hipócritas que vociferan y abrazan, solo de cara a la
galería, ciertos nobles discursos que usurpan y ensucian, sin ponerse colorados
ni por equivocación, para después a hurtadilla, con nocturnidad, alevosía y de
forma furtiva hacer justamente todo lo contrario a lo que predican.
Tiburón caza, pero salpica, es decir, reparte dadivosamente sus desperdicios
entre los miserables, aunque siempre nos queda la esperanza de esa Ley natural
y divina: donde a todo chancho, cerdo, puerco, gorrino, marrano, guarro, cocho,
cochino o cuino, tarde o temprano, le llega su San Martín.
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