Decía
Lope de Vega refiriéndose a la Universidad de Salamanca "Famosa Universidad, Salve, luz del Evangelio, celebrada en todo
el mundo con razón!". Perfectamente hoy
podemos aplicar tan lindas palabras a la Universidad Católica de Cuenca. Y es
que esta tarde soy fuego, fuego como en el poema de la cuencana Catalina Sojos,
donde “las perennes fogatas
que llevo incendian los instantes dentro de mí” (Sojos, De Fuego, 1990).
Y
es que en esta tarde-noche bien sienta la reposada lectura de “Testimonios, Vivencias, Reflexiones e Imágenes en
tiempos de Covid-19 en Ecuador” de la Editorial Centro de
Estudios Sociales de América Latina, liderada por el paladín de las ciencias
sociales José Manuel Castellano.
Camilo
José Cela dijo: “en ocasiones pienso que el premio de quienes escribimos
duerme, tímido y virginal, en el confuso corazón del lector más lejano” y es a esos lectores a
los que quiero dedicar mis humildes letras. Es precisamente en eventos como
este que corremos el riesgo de pensar, en palabras de P. Meirieu en “Frankenstein educador: el moderno Prometeo”, que
educar es fabricar. Pensamos que la monstruosidad es una obra de arte, que lo que
hacemos con los hijos, con los alumnos, pasará a la historia como un Picasso,
un Dalí o un Rembrandt, cuando los hijos, los alumnos, se hacen a sí mismos.
Como Yamileth nos mostrará con su pluma de cirujana, abrazando el siglo de las
luces en cada una de sus letras o disipando tinieblas como haciéndonos una
autopsia social, existe una claridad en nuestra realidad circundante que brota
como crisálida de una mente que se apropia del conocimiento y lo difunde con
crudeza y con un análisis que estremece por las verdades colectivas que
encierra. En el texto: NO ESTÁBAMOS PREPARADOS PERO NO SE ELIGE EL SUCESO SINO
LA SOLUCIÓN: la verdad vuelve a estar de moda y a ser importante,
enmendando aquello que argumentaba Kapuscinski.
Dr. Pedro Martínez Suárez
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