jueves, 16 de julio de 2020

TAISHA, tierra amazónica que muestra sus necesidades

 Brígida San Martín

A pocos minutos del ingreso a las labores, llega la Vicealcaldesa de Taisha  Rita Amkuash y dice: “a las nueve nos vamos a dejar kits de alimentos en Pumpuentsa”. La edil, única mujer concejal de esta administración municipal, ha contratado un taxi amarillo y, junto con el bodeguero, conductor y coordinador de la Dirección de Desarrollo e Interculturalidad carga las fundas de comida.
Técnicos del GAD Municipal de Taisha en el trasbordo de los kit de alimentos que se entregaron en la comunidad de Pumpuentsa.
Rita no se asusta ni le teme a coger los sacos y de mano en mano pasar hasta llenar el balde de la camioneta. “Listo, ahora sí vamos”, replica la autoridad que tiene previsto regresar al medio día. El camino a Pumpuentsa es un hilo casi marrón en medio de una sábana verde. La angosta carretera está en buen estado, pero el invierno en Taisha es tal que el agua lluvia forma baches.
A la otra orilla del río Macuma, las mujeres esperan los kit, el peke se ancla con total prolijidad para realizar el trabajo.

Alex es un taxista viejo por toda su experiencia recogida en las carreteras de ese sector de la Amazonía ecuatoriana.  Él dice: “hay sectores donde la vía está muy vulnerable y si en pocos días no se da mantenimiento, la mesa de rodadura desaparecerá”. Y en efecto, hay lugares donde las paredes de tierra roja arrojan piedras, la lluvia ha hecho profundas las cunetas y el suelo está sensible. Pumpuentsa se encuentra a una hora del centro cantonal de Taisha. Para llegar a ese sector hay que viajar por tierra y agua, también se hace por aire, pero la lluvia dañó la pista y aterrizar es un riesgo. 
Al interior del vehículo, los técnicos municipales hablan en su lengua, el achuar, los colonos solo se limitan a escuchar, pues no tienen idea de lo que dirán. El color verde amazónico es tal que al filo de la vía han crecido marandú y guatemala, variedades de pasto para el ganado, ¿y eso? porque la actividad económica de Taisha tiene como base la ganadería, la explotación maderera y el transporte terrestre, aéreo y pluvial.
Un vehículo espera al otro lado del río para llevar los suplementos alimenticios y llegar al destino.

El tiempo corre más veloz que la camioneta. Entre el vértigo y el gozo por la naturaleza, el no tan pesado vehículo cruza con tal prolijidad y suavidad el deteriorado puente sobre río Panki; un pasadizo de madera sostenido por grandes cordones metálicos, que a diario soporta y en promedio el cruce de 500 vehículos, muchos de ellos transportando madera balsa, muy apetecida especialmente en los sectores costeros del país. La ruta sigue, como arterias más pequeñas, la vía tiene ramales, una de ella va a Tuutinentsa.
Pumpuentsa tiene dos edificios de la Junta parroquial, el uno desde la arquitectura tradicional y el otro de cemento, de arquitectura moderna.

El puerto sobre el río Macuma
El Panki quedó atrás y como la gente ya espera en Pumpuentsa, el viaje se acelera hasta llegar al puerto del tremendo río Macuma. Los ojos de los foráneos no hacen otra cosa que maravillarse con esa fisonomía de la Amazonía ecuatoriana. El puerto es un espacio de la orilla donde las canoas o pekes anclan. Desde allí se ve una mole de cemento que fue la base del puente alguna vez construido, una crecida arrasó con todo. 
La Vicealcaldesa de taisha Rita Amkuash entrega uno de los kit de alimentos a una de las mujeres de la localidad.

En el puerto, el río se abre en dos brazos, uno pequeño y otro grande; por el pequeño la gente pasa y a empujones los pedazos de madera de cedro y balsa, allí, se toma el peke o canoa del GAD Municipal, los kit de alimentos se pasan de la camioneta a la pequeña embarcación y se cruza el río para en la otra orilla subir a otro vehículo. En ese lado del gran Macuma esperaban tres mujeres madres de los niños del CDI, ellas ayudaron a colocar la carga y subir al pueblo aprovechando el medio de transporte.
El camino a Pumpuentsa después del río es más angosto. Cuando dos vehículos se encuentran desde el lado contrario, el uno se orilla hasta que el otro pase. Es de ver a los bijao florecidos, las naranjillas venenosas que cuelgan en las ramas y se vuelven apetitosas pero no se las debe comer; hay que ver como la máquina fue superior a la naturaleza, inmensos arboles fueron derivados pero no movidos.
El carro que llega a Pumpuentsa tiene un teléfono satelital HUWEI facilitado por la Corporación Nacional de Telecomunicaciones, CNT, ese es el único medio por el cual la gente puede hacer y recibir llamadas. El suelo de piedra de canto rodado hace saltar el vehículo, el conductor dice que falta pocopara llegar al centro parroquial.
Conductores de los buses de transporte intercantonal adecentaron el puente sobre el río Panki.

Pumpuentsa a la vista y el COVID en la comunidad
El coliseo abierto es grande. Tiene dos graderías de lado y lado y una tarima. Allí está la Junta Parroquial que dispone de una casa de madera con arquitectura tradicional y ahora una tremenda obra de cemento. Al otro lado de ello está la pista que a la vez es cancha de fútbol y junto a ella el centro de salud.
Las mujeres esperan cargadas a sus hijos, algunas madrugaron, otras llegaron a las 09:00. Las madres de los 36 infantes de cero a tres años del CDI son jóvenes, algunas muy jóvenes, en plena adolescencia quizá. Los niños llevan ropa liviana, algunos usan chanclas, otros calzan botas de caucho y hay una buena cantidad de chiquillos que no usan zapatos, sus pies se han teñido del color de la tierra.
Hombres y féminas no usan mascarilla porque no tienen y, además, a muchos ya les dio el COVID-19 y piensan que su cuerpo ya sanó. En Pumpuentsa el COVID-19 golpeó a 22 personas dice un funcionario público, un hombre achuar. Los enfermos curaron con el tratamiento médico pero sobre todo por la medicina tradicional. El enfermero del Centro de Salud afirma que, hasta ahora, el sector no registra más de dos contagiados.
Los transportistas y miembros de la comunidad señalan que las peticiones para mejorar la infraestructura no son atendidas.
La gente no le teme al COVID-19, es más, su satisfacción es que ningún anciano del lugar ha fallecido, enfermaron y se curaron con las plantas, argumentan. Ahora no hay casos, pero los pobladores no quieren usar mascarilla, gel o distanciarse socialmente, eso está por demás. Mario Atsamp, el coordinador del CDI, advierte los peligros del virus y señala que, si un adulto o niño enferma, tienen que acudir a recibir atención médica. 
Pumpuentsa es un sector agrícola-ganadero donde se cultiva mucha paja toquilla cuya madera se usa para pequeñas construcciones y la hoja para techos de vivienda. Lo que sí es notorio en el centro parroquial es la enorme cancha sintética donde los jóvenes juegan fútbol. Al medio día, el acto termina, cada quien se fue para su casa, ya es hora de almorzar. Hay que tomar el carro de regreso, cruzar la angosta carretera y una vez más el peke para en 40 segundos cruzar el Macuma, subir a la camioneta amarilla y llegar a Taisha.
500 personas aproximadamente circulan a diario por ese puente que ya tiene como 5 años.

El viaje de regreso como que se hace más rápido, pero algo pasó, el puente sobre el río Panki está en mal estado, los transportistas de Taisha decidieron por cuenta propia arreglarlo, cambiaron vigas, tablones y advirtieron que la estructura de metal está rompiéndose. Urge que el contrato para la construcción del gran puente se haga realidad, pues ya está firmado, dicen los transportistas y comuneros.
El puente se reabrió, los carros cruzaron. Son las tres de la tarde y la entrega de los kit son parte de un informe propio de una administración municipal.


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