Unas declaraciones que, muy claras y directas que denotan la
realidad profunda de una España que sufre una descomposición histórica, van
dirigidas no sólo a Fernando Simón, el hombre estrella o estrellado, que está al frente
de la dirección del Centro de Coordinación de Alertas e Emergencia Sanitaria
desde marzo de 2020, tras el brote pandémico del Covid-19.
El Dr. Mitjà decía: “No tiene el
currículo para hacer esto, no da la talla. No tiene especialidad MIR, no tiene
doctorado, no tiene publicaciones relevantes” (sic). Pues bien, no soy nadie para valorar
la trayectoria de Fernando Simón Soria, pero si para plantear la existencia de
comportamientos viciados y corruptos, no ya en las designaciones de
responsabilidades públicas, tanto a nivel estatal, autonómico, local o en esos amigables
espacios anexos, sino en el acceso a la demanda laboral pública, con todas sus artimañas,
trampas y engaños.
No podría hablar con propiedad y concreción del ámbito nacional, aunque
no se me escapan las diversas manifestaciones tanto históricas como actuales sobre
una sociedad endogámica bajo el poder bipartidista, que han apuntado desde siempre los pocos pero grandes intelectuales hispanos.
Por el contrario conozco mucho mejor la realidad de ese Archipiélago Atlántico
e Ultraperiférico, que vive de la mendicidad europea y que beneficia a las
grandes empresas multinacionales y a las familias endógenas, que se reparten
todos los espacios entre ellos: desde el ámbito administrativo institucional
hasta la composición de la Enseñanza Superior.
Es más que probable que una gran parte de los lectores que se atrevan a
leer este articulillo concluya que este texto está lleno de sandeces y que
responde a teorías conspiranoicas. Cada cuál es libre de pensar lo que quiera,
con o sin fundamentos, allá cada cual con sus intereses y su ética. Pero
muestras hay miles. Simplemente por señalar alguna, podemos recordar un suceso
metafísico e inexplicable reciente de noviembre de 2019, que señalaba que “la hija del presidente de La
Gomera y una amiga y su pareja” fueron los únicos que
aprobaron SIN FALLO las oposiciones de Enfermería. Pues bien, ese señor
Curbelo, vitalicio virrey de la colombina isla de La Gomera, exsocialista, es actualmente
uno de los pilares de ese “pacto de las flores podridas” del actual gobierno de
Canarias.
En cualquier caso ese asunto no es ni siquiera la
punta del iceberg sino una ínfima mota de granizo. Si alguien, algún osado, se
atreviera a indagar e investigar los apellidos de los funcionarios del
Gobierno, de los Cabildos (sus organismos autónomos) y de los municipios insulares,
además, de establecer vínculos parafamiliares creo que podría demostrar la
existencia no sólo de una inmensa red de favoritismo sino algo mucho peor, la
constatación de un contingente de incapacidades alarmantes. Así va la España y
las Canarias de los amiguismos en todas sus facetas, desde la cultura hasta la Administración.
¡Santiago y cierra, España! De
aquellas aguas, estos lodos. ¡VIVA HONDURAS!
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