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The Maiden and the Seven Ogres. Generador de imágenes Designer. |
En
un reino muy cercano, gobernado por las apariencias y las hipocresías, vivía
una doncella llamada Negrirroja. Su madrastra, mujer buena, no tenía más espejo
mágico que su profundo sentimiento de humanidad.
Negrirroja,
desde pequeña, respiraba crueldad. Se bañaba entre esencias de aguas coloreadas
por codicia y geles perfumados de intensa maldad. Se divertía siguiendo los
pasos de los demás, sin importarle el daño que causaba. Crecía en un mundo de
escasos valores donde se primaba, por encima de todo, lo material.
Su
madrastra, como toda madre buena, no cesaba en su empeño de salvar a su hija de
ese mundo oculto. Le hablaba del amor, la justicia, la solidaridad, la bondad y
la compasión. Pero Negrirroja no quería escucharla.
Una
noche Negrirroja huyó a la gran ciudad en busca de poder y riqueza. Su
madrastra la buscó durante largos meses, hasta que al final la encontró.
Negrirroja
vivía en un palacete sórdido con Siete Ogros que la maltrataban, a cambio de
lujos pasajeros. Soportaba sus burlas y desprecios, puertas adentro, con
resignación, pero sabía que era la reina de la envidia y la aspiración de todas,
deseosas por ocupar esa posición social privilegiada.
El
jefe de los Ogros era el más tonto y el más sanguinario. Le seguía el
traumatizado, amargado, pesimista y llorón. También estaba el asesino y vividor
sin escrúpulos, junto al cobarde despiadado y traidor. Además, del psicópata,
egocéntrico y mentiroso, el Ogro de pocas palabras, agresivo y violento y el
guapetón, vanidoso y arrogante.
Cuando
la madrastra de Negrirroja, supo donde vivía, fue a visitarla y se enfrentó abiertamente
a los Siete Ogros. Intentó rescatarla, pero ella se negó a abandonar la vida
que llevaba. La madrastra, con su corazón malherido, se fue, manteniendo la
esperanza del arrepentimiento futuro de su hijastra.
Negrirroja siguió con sus malas andanzas, hasta que un día, por casualidad, fue besada por un joven, lleno de amor y bondad, activando, sin saber, una vieja maldición no escrita.
El muchacho, asustado por la transformación de Negrirroja, huyó. Ella se quedó triste y sola en este mundo tenebroso, sin ilusión.
Los Siete Ogros la despreciaron y abandonaron, dejándola en la calle, desnuda como vino al mundo.
Fue entonces cuando Negrirroja se dio cuenta, ya demasiado tarde, de su gran error al no escuchar a su madrastra, que había fallecido tiempo atrás por dolor, y llantos de arrepentimiento inundaron su vida oscura hasta su muerte.
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