José Manuel Castellano Gil |
La capacidad
de reflexionar y comunicar son dos rasgos esenciales en los que se han
sustentado la civilización humana y las estructuras sociales desde sus orígenes
hasta la actualidad. Esos procedimientos han sido utilizados, con demasiada
frecuencia, como un medio de control social impositivo de unos pocos sobre la
inmensa mayoría en la conformación dominante de ideas y creencias monolíticas.
Pero también, en determinadas ocasiones, ha supuesto una herramienta clave en
la construcción de sociedades cultas que aspiran a ser libres.
Reprimir la
reflexión, el análisis, la crítica, el derecho a opinar y a disentir implica, sin
duda alguna, un paso atrás en el progreso social e intelectual. La historia
está llena de esos episodios y, también, de otros que van en la dirección adecuada.
Pues, sin los aportes de los “herejes” científicos e intelectuales, sin las enseñanzas
de los poetas sociales, sin el sacrificio de los “locos” libertarios, sin la justificadísima
reivindicación de la mujer, sin la lucha de los movimientos obreros y sociales,
sin la oposición abierta a los sistemas represivos y de desigual social (…),
evidentemente no hubiera sido posible alcanzar los cambios logrados y los que aún
quedan pendientes por venir.
Los que arrastran
pobrezas de razones y los desposeídos de conocimientos, con títulos y cargos en
ejercicio, suelen usar la fuerza de la sin razón para dominar y subyugar al “otro”,
a los demás. Sí, todavía existe un miedo generalizado al conocimiento, un
pánico a las libertades y un terror a que éstas puedan ser manifestadas y
difundidas abiertamente.
Como
individuo, como investigador y, especialmente, como docente universitario
intento inculcar y potenciar en mis alumnos la capacidad de reflexión, el
ejercicio de la crítica, el arte de comunicar con compromiso, libertad y
respeto a la opinión ajena y la capacidad para debatir, rebatir, argumentar y
contraargumentar.
Sin embargo,
todavía hoy en día pervive ese pesado lastre de la “ausencia de ignorancia”. Sí
querido lector, ha leído usted bien, “ausencia de ignorancia”, pues desde mi
visión la ignorancia no es más que el primer paso hacia la luz, hacia el
conocimiento, el que nos permite preguntarnos, indagar, descubrir, investigar y
conocer. Mientras que esa “ausencia de ignorancia” viene a representar desde mi
concepción el estadio inferior y más primitivo del ser humano. Decía que esa
“falta de ignorancia” está hoy muy extendida en puestos de responsabilidad social.
Por tanto, es necesario atajarla, se hace imprescindible que en los procesos de
formación de nuestros chicos y jóvenes se rompan definitivamente esas cadenas
de esclavitud moral y de miseria intelectual.
Todavía hoy
existen docentes indolentes, académicos irresponsables y directivos funestos que
imponen sus criterios a través de su desmedida, desproporcionada e insultante “ausencia
de ignorancia”, que no dan cabida a otros enfoques, métodos y prácticas ajenos
a los suyos, con la finalidad de forzar y forjar creencias, ideas, pensamientos
únicos y comportamientos que “corruptean” el crecimiento intelectual y libre de
los alumnos y paralizar así el avance social hacia el Buen Vivir.
Desde esos
principios, junto a otros idearios en mi concepción formativa, académica y universitaria,
y en compañía de un grupo de inquietos estudiantes de la Universidad Nacional
de Educación de Ecuador, hemos iniciado un modesto proyecto de iniciación y
formación en redacción (un proceso que encierra lectura, compresión, reflexión,
análisis, propuesta y comunicación) con la finalidad de ejercitarlos en esas
disciplinas y bajo la idea de fundamentar su crecimiento y que puedan incidir,
al menos en su entorno más inmediato, en un intento de cambio social y
educativo como base para una nueva sociedad.
Este
proyecto nos llevó al descubrimiento de la existencia de un medio modélico, “Ecuador Universitario”, serio, riguroso
y comprometido, que desde un primer momento, sin tener contacto con sus
responsables o influencia alguna, nos abrió totalmente sus puertas de par en
par a la publicación de las colaboraciones de mis discípulos. La primera aportación
fue la de un joven prometedor, Ángel Bolívar Fajardo Pucha, que reflexionaba
sobre el “¿Por qué ser maestro?”. Una
segunda, firmada por Kelly Loaiza que es una de nuestras más brillantes
alumnas, abordaba el tema de “La nueva mujer
ecuatoriana”. Ambos artículos han sido referenciados en otros medios de
comunicación de ámbito internacional, sin duda, un reconocimiento al excelente trabajo
realizado por estos jóvenes ecuatorianos que representan el pujante presente y un
esperanzador futuro para Ecuador. Mientras que la contribución más reciente corresponde
a nuestra alumna Johanna Loja, quien nos comparte su “Microrrelato de una Historia de vida: entre
la formación, la educación y la transformación social en ecuador”. Un ejemplo de coraje, perseverancia, superación y compromiso que evidencia
a todas luces que el futuro de Ecuador está garantizado porque se encuentra en
muy buenas manos con esta generación de jóvenes.
El compromiso que adquirimos es asomarnos
semanalmente a través de la ventana de www.ecuadoruniversitario.com y en ese
sentido no podemos por menos eludir, en estas líneas finales, nuestro reconocimiento
y gratitud a su director, Wilson Zapata, tanto por la oportunidad que nos ha brindado
como por su loable labor en esa empresa de construcción de un nuevo Ecuador, a
través de este portal dedicado monográficamente a la educación, la formación y
la comunicación.
Fuente: http://ecuadoruniversitario.com/opinion/reflexion-comunicacion-acercamiento-al-conocimiento-compartido-hacia-buen-vivir/
Fuente: http://ecuadoruniversitario.com/opinion/reflexion-comunicacion-acercamiento-al-conocimiento-compartido-hacia-buen-vivir/
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