lunes, 27 de noviembre de 2017

¿Sabemos Historia de Ecuador?

José Manuel Castellano Gil
La respuesta puede ser tan sencilla como harto compleja, aunque nos tememos, muy mucho, que en ambos casos sus conclusiones, en función a los datos que disponemos hasta el momento, no serán muy halagüeños sino más bien altamente preocupantes. La Historia es, por lo general, una de las asignaturas calificadas por los estudiantes de Educación Básica, Bachillerato y Superior como la más aburrida, pesada y sin utilidad alguna. Es muy probable que no les falten razones poderosas a nuestros jóvenes para llegar a esas apreciaciones en función a su experiencia educativa vivida y, por consiguiente, señalan con frecuencia al docente y su práctica como responsables directos de esa realidad. Esa percepción viene sustanciada en parte por el enfoque y la forma tradicionalista con la que se ha venido impartiendo esta disciplina, aunque el problema, sin duda, tiene un mayor alcance y complejidad que rebasa el papel del docente.



En cualquier caso no estaría de más que los profesionales realizáramos una auto-indagación introspectiva sobre una serie de cuestiones iniciales: preguntémonos si realmente estamos fracasando como docentes en la creación de lazos y vínculos identitarios; ejercitémonos en una autocrítica sobre nuestra capacidad para trasladar y resaltar la transcendencia de la Historia y sus períodos en la configuración social actual; y predispongámonos a una profunda revisión sobre nuestros métodos y estrategias de enseñanza-aprendizaje.

Resulta evidente que la simple relación de datos, fechas, nombres y un sin fin de acontecimientos, fundamentados en contenidos dispersos, aislados y desvinculados, dificultan la comprensión, la identificación e incapacitan del alumnado, y por qué no decirlo también del docente, a relacionar y adquirir una visión global de los procesos, de los tiempos históricos y su anclaje tanto en el mundo actual -nacional e internacional- como en el espacio territorial más cercano, el marco Local. La Historia no debe concebirse desde una concepción estática, compartimentada y parcializada.

No creemos que esta problemática sea una cuestión de exclusiva responsabilidad de la labor del docente, ni de las exigencias memorísticas sobre los contenidos. Los planes de estudios y los sistemas curriculares también deben ser sometidos a un duro proceso de reflexión, discusión y análisis. Tampoco consideramos que el aprendizaje de contenidos y el método memorístico tengan que ser descartados o desechados como plantean algunas concepciones pedagógicas. La memoria y los contenidos deben estar asociadas a procesos de identificación. De lo contrario su ausencia conlleva a una carencia de reconocimiento de las fases y procesos, de las experiencias y del conocimiento acumulado a lo largo del tiempo. En ese sentido, con respecto a la memoria y la Historia, suelo plantearles a mis alumnos la siguiente situación: “Imagínense que de pronto ustedes pierden su memoria, no recuerdan sus nombres, no saben dónde viven, no saben de dónde vienen, no saben a dónde ir, no saben quiénes son sus padres, sus hermanos, sus amigos, no saben qué hacer, en definitiva, se encuentran perdidos, sin referentes y extraviados”. La memoria es un soporte vivo cuando se trabaja desde la asimilación práctica continuada y frágil cuando no se refuerza. La vida cotidiana está llena de ejemplos en ese sentido.

La Historia, por tanto, no es un mero conocimiento muerto del pasado que nada tiene que ver con nosotros, con nuestro espacio, con la forma de organización política, social, económica, del mundo de las ideas y sus manifestaciones. La Historia es justamente un nexo que nos vincula al conocimiento y al análisis del pasado con la evidente pretensión de entender quiénes somos, en un plano individual-colectivo, para intervenir en el momento presente e intentar proyectar la construcción de un futuro y una sociedad mejor.

En definitiva y regresando al principio ¿Sabemos Historia de Ecuador? Esta pregunta, o mejor dicho su respuesta, nos ayudarían a descubrir el estado actual sobre este aspecto, que se nos antoja crucial y de gran interés desde múltiples perspectivas. Por ese motivo hemos emprendido un proyecto de investigación en esa dirección con la idea de disponer de indicadores que nos permitan diagnosticar el estado actual y con la finalidad de activar un proceso reflexivo que nos lleve a la adopción de actuaciones si es que fuera o fuese necesario.

Fuente: http://ecuadoruniversitario.com/opinion/sabemos-historia-ecuador/

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