Ramiro Caiza
Considero
con seriedad que Filosofía del Arte,
es la ampliación o tratamiento con mayor profundidad del libro El Discurso del Arte, publicado en el
2015 por la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
Un trabajo
que es producto de los años cargados de memoria y vivencias, de miradas y
sentires, como testigo y compañía de varios creadores; no como crítico, por
encima de ello realiza un acercamiento a la esencia, al ejercicio del pensar
frente al desciframiento del mensaje y contenido de una obra de arte.
Considero
que viaja por la diversidad de culturas, sin ser total, es un texto que
despierta o nos despierta, es un despertar hacia la esperanza donde vibra o
respira desde sus páginas, a veces quizá inútiles e imposibles, porque son para
provocar el pensar, espacio casi vedado en nuestro país, está prohibido pensar
o no se suscita el pensamiento porque nos tienen atados a la cosificación del
mercado.
El
ensayista como aproximación ligera en cuanto a extensión se refiere, trata los
temas de un plumazo, expone su reflexión, su punto particular de vista, por
encima del juicio valorativo, manifiesta su pensar y sentir; pero donde plasma
el condumio de los personajes tratados; osadía el atreverse a cruzar esta
línea de frontera entre el pensador y el
creador.
Presenta
una serie de categorías desde lo ético y estético, como componentes básicos
para la convivencia ideal del ser humano; es aquí cuando también me atrevo a
plantear una antítesis, el arte viene solo desde occidente?
El arte es
lo que conmueve, es hacer las cosas con gusto. Como construcción social, es donde
destaca el individuo creador, quien ha acumulado un conocimiento rompe con lo
obvio, provoca nuevos lenguajes de acercamiento e interpretación; provoca
precisamente, el ejercicio del pensar.
El arte
pasa de lo general a lo particular desde la abstracción, como proceso mental, que
se concretiza en significado, como uno de los componentes de la filosofía; es
decir, dotarle de un sentido al ejercicio del pensamiento.
Poetas y
pintores son su plato fuerte, sus amigos y conocidos; a sus obras ha podido
acercarse y saborearlas, digerirlas con tino, para encontrar el condumio, su
esencia. Allí está presente su pensar y sentir, pero no como todo humano, solo
mirar y sentir o expresar un criterio; no, Galo hace uso de sus armas, medita,
hurga, manifiesta y escribe.
“La Filosofía del Arte es el
resultado de las vivencias y de la formación del artista, donde no tiene acceso
el crítico, porque la línea final no es otra cosa que el actor interesado hacia
el mercado del arte”,
lo dice el prologuista Carlos Paladines, un estudioso de la filosofía.
Aquí caben
algunas reflexiones. Quien es tocado por el arte es otra persona, en el sentido
cualitativo, donde han despertado sus neuronas hacia la sensibilidad,
aprehensión y desciframiento de formas, códigos y contenidos
como ejercicio de búsqueda de la verdad y de la realidad.
El arte
como expresión de la belleza, es un concepto meramente occidental; las estéticas
son diversas, no universales desde el eurocentrismo, sino que van más allá; las
cunas de las civilizaciones están en África, oriente, en la China; Mesopotamia,
en la milenaria cultura árabe, en las mesoamericanas, mayas, aztecas e inca, entre
otras. En todas hay sabiduría, la cultura greco latina, es tardía en cuanto al
tiempo histórico, salvo que desde la modernidad se ha erigido como la única
verdad universal, para justificar la opresión y la existencia del Estado
opresor.
Nos ha
hecho creer que la estética como sinónimo de belleza corresponde al mundo
occidental, más allá de la cual están los otros, los bárbaros; la centralidad
europea abarca al ser, lo demás es el no ser; es decir, los que no existen.
Pero la expresión de la belleza, es también natural como estética, requiere
atención, hay belleza en la respuesta de los seres vivos a la luz del sol o la
venida de la noche por los seres que la
pueblan, es la manifestación de su alegría; el caballo relincha de alegría
frente a la yegua en celo, el pavo real abre su esplendoroso plumaje ante las
pavas; el gallo canta al amanecer; las ranas croan cuando el cielo se torna
gris; una variedad de cactus que florece en la noche, conocida como señora de
la noche; los murciélagos esperan sombra y la serpiente sale en la noche para
calentar su sangre. Entonces, también debemos hablar de la estética de la
naturaleza, más allá del mero concepto occidental.
No hay
genio sin pueblo, la magnificencia de la creación es la construcción social y
la manifestación a través de sus voceadores, de sus exclusivos representantes
que se distinguen del resto y son los creadores.
Pero
también es necesario referirnos a la alteridad como parte de la realización
artística, yo soy porque tú eres, es el principio o categoría de equidad e igualdad. El otro es la fuente de mi vida,
es donde cobra realidad la obra artística, con los espectadores o lectores, sin
ellos ninguna obra existe. Es una aproximación al respeto, donde nace la ética.
Por otra
parte señalaré que el cultivo de la Filosofía en el Ecuador es limitada, ha
sido ejercida como cátedra; por muchos años o siglos quizá, fue la escolástica
su matriz; luego con cierta libertad se instaura en el Ecuador como cátedra en
las universidades, en la PUCE, fundamentalmente. Este ejercicio del pensar
desde esta región del mundo es reciente, empieza a afirmarse con la revolución
liberal como hecho integrador del país. Donde el trabajo de González Suárez,
Pio Jaramillo Alvarado, Aurelio Espinosa Pólit, entre tantos, van estructurando
un pensamiento nacional.
Desde la
abstracción, como metodología, la filosofía está relacionada directamente con
el pensamiento griego occidental. Desde que óptica formamos el pensamiento, son
cuestiones a dilucidar. Porque quiérase o no estamos inundados del pensamiento
euro centrista, por ello es necesario descolonizar la estética para mirar desde
otras aristas, desde las nuestras, desde la belleza nuestra, donde la
factibilidad de un hecho debe manifestarse u objetivarse en relaciones más
plurales y horizontales, donde el acceso
al arte se constituya en beneficio de la comunidad y se ejerza como un derecho
a disfrutar de la diversidad artística, no solo del arte greco latino, sinos de
todas las artes en su diversidad.
Sin
embargo, lo que es filosofía puede ser tratado o respondido desde la filosofía.
Lo demás puede ser componente o complemento de la filosofía, ya que nosotros somos
producto de veinte siglos de filosofía occidental. Entonces la tarea es
inmensa, destruir la historia, re construirla, de construirla para edificar el
corpus filosófico nuestro.
La duda es
principio de investigación, es una aventura que ni se aprende ni se enseña, es el constructo social que nos abre
los ojos para, de acuerdo con las categorías mentales que manejemos posibilitar
respuestas. Es allí donde se cae en la “tentación de explorar más allá”, de
interrogarse ante las verdades eternas, de cuestionar el orden establecido, nos
lleva a caer en el pecado de atrevernos a plantear otras respuestas.
Precisamente
para intentar dar con la salida o aliviar el encierro, están los otros libros,
las otras lecturas que nos ayudan a indagar sobre un mismo aspecto.
El pensamiento,
el verdadero pensamiento, es la aventura de imaginar, preguntarme por en mi
interior, por mí mismo y mi destino. El ejercicio de la intuición puede ser el
inicio de la aventura. Como dice Fernando Tinajero “Hablo, en una palabra, de experiencias que no pertenecen al género de
la emoción estética ni al arrebato místico, sino al más genuino pensar, a ese
pensar que, en buena parte ha configurado los caracteres de la modernidad occidental”.
Estamos
frente a una obra pensada para provocar, más allá de la meditación estamos
frente a un trabajo de años, donde encontramos rasgos fehacientes de lo que “por filosofía se entienda lo que han pensado
los filósofos, lo que se ha comentado sobre ellos, las relaciones que han
establecido su pensamiento con otras formas de la cultura de su tiempo, con la
evolución de la estructura social y política, con el movimiento general de la
sociedad”.
Intento posibilitar diálogos en el
tiempo, desde el presente, utilizando las categorías impuestas con únicas
verdades, cuestionándolas, rectificándolas o afirmándolas como parte de la
historicidad legítima de todos los pueblos, por lo que “es más importante en cualquier historia: la evolución de las formas que
asume el espíritu humano y de sus modos de expresarse”. Reflexionando
siempre, desde la región o desde la posición que la historia nos ha ubicado.
El lenguaje, o mejor dicho los
lenguajes son claves a la hora de embarcarnos en las obras artísticas, para
logra “una interpretación, repito, de las
relaciones que el pensar de los filósofos tuvo en cada época con las demás
expresiones de la cultura”.
Conforme a la utilización de
significantes podemos desde la lingüística acercarnos a su contenido, desde la
percepción mental y estructurar imágenes que tengan significado. Pero esto es
un proceso teórico, por lo cual para comprender su espíritu, sus
interioridades, se debe acercarse a las culturas, convivir con ellas y dialogar
con ellas. Es aquí cuando el ejercicio y práctica la hermenéutica nos conduce
al conocimiento.
A propósito del libro Filosofía del
Arte, de galo Rodríguez, permítanme decir que es urgente dar respuesta a la
explotación, es el surgimiento de las nuevas posibilidades del pensar, es poner
sobre la mesa las nuevas epistemologías, que marcan definitivamente un giro
decolonizador.
Situarse en el lugar de los sujetos
como constructores de su devenir es la gran tarea. No es el individuo, es la
comunidad la que habla, entendida como organización o colectivo. Donde los
consensos son unitarios, lo que provoca una respuesta desde sus comunidades
históricas. Nos corresponde hablar desde los excluidos…
En este contexto, la política no
puede estar de lado, las medidas a tomar son políticas desde la educación, para
darle un vuelco a los contenidos curriculares. Existe todo un mundo montado
para justificar el orden establecido y la opresión. La clave podría estar en
replantear la historia mundial, en cuestionarla y analizarla desde otras
miradas, desde el excluido, conocer por ejemplo, cómo surgen las instituciones
en el mundo. Es necesario un pensamiento decolonizador, pragmático y
globalizador.
Galo Rodríguez, realiza un amplio
recorrido por los valores, la ética, la estética; a mi modo de ver esta obra, cierra
con éxito, porque ha guardado la penúltima parte para hablarnos, para
recordamos que provenimos de una parte del mundo, del Abya Yala, de la
pachamama, que somos diferentes y diversos, que por nuestras sangres corre
sangre india, y de ello debemos estar orgullos, esto nos hace únicos, esto nos
da identidad y un lugar en el mundo con nuestra propia filosofía y
epistemología andina y latinoamericana.
Como colofón tenemos a un conjunto
de poemas, precisamente el alabado texto a Lázaro Condo y otros más que rinden
tributo a lo excluido.
Ha sido motivo de alegría y un
honor el poder dirigir unos cuantos puntos de vista y reflexiones, gracias a
Filosofía del Arte, obra que contribuye a desarrollar el pensamiento estético
ecuatoriano.
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