La semana anterior algunos medios de comunicación de
carácter internacional, como El País,
recogían la noticia que el derecho de uso al agua comenzaba
a cotizarse en Wall Street. Evidentemente, ese escenario era muy previsible que
sucediera desde hace algún tiempo, dado que determinadas compañías
norteamericanas, como el caso de “The
Coca-Cola Company”, vienen negociando desde años atrás con las distintas
repúblicas -al Sur de río Grande (como es denominado en la tierra del Tío Sam) o Río Bravo (designado así, ese
mismo curso fluvial, por nuestros hermanos mexicanos)- licencias
administrativas o concesiones sobre los derechos de agua, además, de adquirir masivamente
empresas punteras de agua envasada, marcas cerveceras y de bebidas gaseosas.
De modo, que este recurso natural, considerado un bien
común de dominio público, tiene ya los días contados para reconvertirse en otra
mercancía o producto especulativo de esta ingeniería financiera que soportamos y,
por tanto, un engranaje más al control y dependencia del centro sobre las
periferias.
Algunos analistas, miembros de organismos
internacionales, que defienden los intereses de esos criminales ambiciosos, avalan
ese proceso mercantilista-financiero, bajo el pueril argumento que conllevará a
una inversión sustancial en el mejoramiento de infraestructuras y en la
conservación del agua. Como si esos gastos fueran a fondo perdido y no
revirtiera, posteriormente, en el costo a los usuarios, además, de ocultar la inquietante
realidad deficitaria de este recurso a nivel mundial, que se agudizará en las
próximas décadas y pasará de un bien más preciado a un bien muy escaso controlado
por unas pocas manos, con sus múltiples consecuencias inimaginables que nos
traerá este petróleo blanco.
Esta no es una proyección futurible, es desde hace algunas décadas un problema real, que azota a África, a América Latina y otros territorios en la actualidad. En ese sentido les recomiendo visionar el corto animado de la “Abuela Grillo” de 2002 (https://www.youtube.com/watch?v=bLKcp_FkOD0).
La Guerra del Agua empezó ya hace tiempo y no nos hemos enterado, pero muy pronto vamos a descubrir cómo la escasez de agua (junto a los efectos de los altísimos valores de contaminación y el impacto desertizador en los suelos de “Nuestra América”) será el origen de fuertes conflictos sociales, de grandes impactos medioambientales, de decrecimiento socioeconómico, de hambrunas y muertes. Tiempo al tiempo. Y mientras tanto, en nuestra Santa Ana de los Cuatro Ríos de Cuenca tan sólo navegarán cantos rodados contaminados. La Covid-19 será un simple juego de niños ante lo que nos deparará ese futuro cercano.
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