Dr. José M. Castellano Gil (PhD)
Programa Prometeo - SENESCYT
A nadie se le escapar una vez se sumerja en las páginas de esta “Guía de trabajo autónomo del
estudiante universitario” que es un texto muy oportuno por diversas
circunstancias. Pero, por encima de todo, esta publicación es un instrumento imprescindible
para el alumnado, tanto universitario como de secundaria, y una herramienta necesaria
para el profesorado e incluso, diría, para los padres. He de reconocer que su
lectura me ha generado una inmensa satisfacción desde diferentes ángulos y, por
ello, antes que nada quiero felicitar a su autora, Fanny
Aguilar de Cevallos, por esta destacable
iniciativa de proporcionar a la comunidad educativa un material que abre
caminos y que debe servir para remover conciencias.
Este libro contiene,
asimismo, tres cualidades altamente meritorias: claridad, amenidad y seriedad.
Y más que una guía, es un manual de aprendizaje que busca orientar a partir de un
sistema estructurado e interrelacionado dentro y fuera del sistema
formativo-educativo. Se aborda el problema casi en su totalidad (estudiante/docente/familia/sociedad)
y bajo una óptica diferenciadora de la instrucción tradicionalista, sustentada preferencialmente
en la acumulación de conocimiento. De modo que Fanny Aguilar nos propone una
vía donde el aprendizaje es, en sí mismo, una fase para alcanzar el
conocimiento. Por tanto no se trata de adquirir conocimiento por conocimiento
sino en establecer un método para "aprehender" por medio de herramientas
y tareas con la finalidad de aprender, de saber, de conocer.
La
experiencia nos señala que en el proceso formativo-educativo, e incluso en el
plano investigador, hay cinco pilares básicos (la lectura, la compresión, la
reflexión, el análisis y la comunicación) a los que no se les ha prestado
demasiada atención en esos diseños curriculares tan bastos y agarrotados en
contenidos. Y claro está, sucede lo que sucede: que nuestros jóvenes no leen,
tienen graves problemas de compresión, enormes dificultades para reflexionar,
analizar y especialmente para comunicarse ya sea de forma escrita o verbal.
Pues bien, las páginas que siguen tratan justamente de eso y de muchas otras cosas
más que podemos reagrupar en cinco ejes temáticos:
lectura, métodos y técnicas de investigación, tareas, actividades
complementarias y recursos didácticos.
La
lectura, sin duda, es el primer gran paso. No es todo, pero casi. Pues su
importancia es de gran transcendencia. No obstante, leer o escribir es mucho
más que vocalizar o juntar silabas, palabras o frases. El ejercicio lector no
sirve de nada si no hay compresión. La compresión nos lleva a la reflexión, al
análisis y a la elaboración de ideas y, todo en su conjunto, nos facilita una
mejor comunicación. De modo que se hace ineludible el cometido de inculcar en
los niños y en los jóvenes el hábito lector y, para ello, la autora propone diferentes
estrategias en la esfera familiar, en el ámbito docente y en el campo profesional.
No vamos a descubrir aquí nada nuevo, pero si debemos incidir y reiterar que la
práctica lectora es un principio clave en la formación del individuo, en el desarrollo
de sus capacidades cognitivas y es, además, el inicio de un camino hacia la libertad.
Otros
componentes decisivos que intervienen en este proceso de (co)auto-aprendizaje (docente/alumno)
son estudiados minuciosamente y propuestos en este manual con sus estrategias,
sugerencias y estímulos correspondientes, como el manejo de métodos y técnicas,
tareas, actividades complementarias y recursos didácticos que contribuyen a fomentar
entre el estudiantado la creatividad, el pensamiento crítico y la comunicación
oral y escrita. Ese es el ideario de esta Guía, que pretende formar hombres y
mujeres con principios y valores capaces de abordar y solventar dificultades
técnicas, profesionales y sociales. Pero, además, este texto es un soporte
orientador complementario para el docente y es, asimismo, una invitación a la
renovación y reactualización de su tarea en esa batalla común por una mejora en
la calidad educativa. Y desde esa perspectiva sería muy recomendable que la
autora de este libro -que cuenta en su haber con una dilata trayectoria y
experiencia universitaria- asuma un nuevo reto para profundizar en el ejercicio
académico y en la elaboración de materiales específicos dirigido al profesorado.
De forma paralela sería muy conveniente que otros profesionales se comprometan
a estudiar aspectos internos -como el relacionado, por ejemplo, con los planes
de estudios, titulaciones, etc.- así como los vínculos universitarios externos
con el mundo económico, cultural y social.
Evidentemente
esta “Guía de trabajo autónomo del estudiante
universitario” cumple
con creces los objetivos marcados por su autora y constituye, por consiguiente,
un aporte substancial que iluminará a estudiantes, docentes y padres. Pero no
es menos cierto que se deben introducir cambios significativos en otros ámbitos,
pues sin ellos esta atractiva propuesta puede convertirse en papel mojado si no
hay una implicación directa del docente en su desempeño; si no hay un responsabilidad
por parte del alumnado; si no hay una preocupación de los padres; si no hay una renovación de los planes de
estudios; si no hay una revalorización y dignificación del profesorado; si no hay
mejoras en las condiciones académicas; si no hay un reconocimiento normativo y
social; y si no hay un decidido compromiso político-institucional. Aunque
tampoco cabe duda alguna que este primer paso al frente está dado y nos
congratulamos por ello, como por el buen hacer demostrado por Fanny Aguilar y por el apoyo y patrocinio
de la Universidad Técnica de Machala en la edición y difusión de esta
publicación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario