Dr. José Manuel Castellano Gil (PhD)
Las universidades juegan un papel incalculable en el desarrollo integral
de un país, no sólo como motor económico y tecnológico o como medio de mejora
profesional sino como un componente clave en el proceso de construcción social.
La universidad es un centro por excelencia de investigación científica, donde
se imparte docencia especializada y si no llega a alcanzar tal objetivo debería
rebautizarse bajo la denominación de instituto de enseñanza superior. En ese
sentido, comparto con usted la reflexión de un buen colega que recientemente
responsabilizaba esa realidad como el resultado de un enorme error al creer que
las universidades pueden funcionar con buenos niveles de enseñanza sin
dedicarse a la investigación. En cambio, desde mi visión, considero que la raíz
del problema no radica en una “interpretación errónea” sino que más bien responde
fielmente a un currículum oculto prefijado, que establece unas claras pautas de
funcionamiento determinadas. No hay investigación porque no se investiga. Y no
se investiga porque no se facilita en nada a los profesionales para que puedan
realizar esa labor y, además, se les pone todas las trabas posible habidas y
por haber. Y todo ello, aunque parezca esperpéntico dentro del ámbito
universitario, es la síntesis de que a la investigación no se le concede valor
alguno.
Disfrazar la realidad es un intento grave de engaño social, aunque se vista
y se adorne con múltiples ropajes de coloridos floridos. La historia reciente está
llena de ejemplos sobresalientes, donde se han construido gigantes enormes con
pies de barro. Es evidente que cualquier transformación requiere de “sus
tiempos”, pero no es menos cierto que cuando se edifica sobre terreno pantanoso,
más pronto que tarde, aparece la inestabilidad y se esfuma los recursos
invertidos en esa obra. El maquillaje siempre dura, lo que dura, ni más, ni
menos.
Este breve preámbulo debería abrir por sí mismo un gran debate y una
profunda reflexión que probablemente abordaremos en otro momento pero que, en
esta ocasión, nos sirve simplemente para enlazar con una interesante iniciativa
dirigida a sembrar en suelo fértil la semilla investigativa entre los
estudiantes universitario.
La ciudad de Cuenca, la Atenas del Ecuador, se convertirá, durante
la semana del 16 al 20 de septiembre, en un punto de encuentro científico. Este
evento será el primero de rango nacional que se haya realizado en el país hasta
el presente y que tiene como pretensión difundir las producciones científicas
de nuestros jóvenes universitarios, vinculadas a las
áreas de Arqueología, Antropología, Historia, Patrimonio, Educación y Ciencias
Sociales de Ecuador.
“El futuro se construye desde el presente y si nuestros jóvenes de hoy
no cuentan con la formación adecuada, el apoyo y el respaldo necesario, a pesar
que siempre será insuficiente, no podrán llegar el día de mañana a convertirse
en la élite y en la vanguardia científica e investigadora ecuatoriana que tanto
necesitamos para las próximas décadas”.
Una iniciativa que nace desde el seno del Colegio de Arqueólogos, Antropólogos e
Historiadores del Sur y que cuenta con el aval de la Academia Nacional de
Historia de Ecuador, con la colaboración de la Universidad Católica de Cuenca,
cuyas instalaciones acogerá la sede del I Congreso Nacional de Jóvenes
Investigadores y con la participación de la Editorial Centro de Estudios
Sociales de América Latina, que será la encargada de la publicación de un libro
que recogerá las aportaciones más relevantes.
La
creación y propuestas de espacios de estas características son muy necesarios
y, además, constituyen, sin duda, una apuesta decidida por la juventud
ecuatoriana que es digna de ser elogiada y aplaudida,
ya que es una herramienta que intenta fomentar, potenciar y estimular la
investigación en Ecuador entre los más jóvenes. No
debemos olvidar, que el futuro se construye desde el presente y si nuestros
jóvenes de hoy no cuentan con la formación adecuada, el apoyo y el respaldo necesario,
a pesar que siempre será insuficiente, no podrán llegar el día de mañana a
convertirse en la élite y en la vanguardia científica e investigadora
ecuatoriana que tanto necesitamos para las próximas décadas.
Este
encuentro científico, acogerá exclusivamente a las ponencias de estudiantes
universitarios que todavía no hayan concluido su carrera, cuenta en su agenda
con una interesante planificación de acciones paralelas y complementarias. Así
durante la celebración de este Congreso se hará público el fallo del jurado
sobre los trabajos presentados al I Premio de Jóvenes investigadores de Ecuador
2019, cuya convocatoria está abierta a la recepción de aportaciones científicas
hasta el 1º de agosto, y cuya autoría corresponda a licenciados o magister, que
hayan alcanzado su titulación en los dos últimos años. Además el programa del
Congreso contempla un conjunto de acciones culturales, entre las que cabe
destacar la presentación de libros y un atractivo recorrido patrimonial por la
ciudad de Cuenca, que será guiado por un grupo de estudiantes-investigadores
que están desarrollando un proyecto sobre esa parcela.
Otro
aspecto de especial interés que debemos resaltar por su significación, es que el
equipo organizador del mencionado evento está compuesto de forma paritaria por académicos
y jóvenes estudiantes universitarios, bajo una filosofía de integración investigativa
y de aprendizaje colaborativo mutuo.
El impulso que se está dando a los jóvenes investigadores es loable, el abrir espacios como estos son y serán necesarios para motivar la bella tarea de investigar.
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