Mi fiel y leal escudero, no oyes a lo lejos ruido de sables. No mi
Señor Quijano, es tan sólo el feroz y frío viento que golpea las ramas desnudas
de los guayacanes. Sigamos pues, cabalgando hacia la Sierra, hacia el frente del
campo de batalla, que ésta calor, amigo Sancho, alimenta tu espíritu plebeyo.
Días más tarde, los alaridos de un pregonero detienen su marcha. “De parte del señor Alcalde, a partir de este
momento, ante la amenaza de una invasión diabólica invisible, queda prohibida
toda faena en el campo, toda reunión pública y se clausura obligatoriamente
todas las tabernas y homilías”. Ves Sancho, que no era el murmullo del
viento.
Obligados por las circunstancia se hospedan en un húmedo pajal. Pasaban
los días, las semanas y meses. Las muertes aumentaban, la miseria y el hambre invadían
todos los rincones y los ecos de robos en el Concejo Municipal, a manos de los
propios dignatarios, se esparcían y retumbaban por toda la vecindad. Sancho
levanta, ha llegado la hora de enfrentarnos al infiel con espada en mano.
Primero la muerte que la indignidad en vida.
La bancarrota estaba servida en vísperas de un nuevo proceso de
designación de dignidades. Las fuerzas estaban fragmentadas, todos disparaban
contra todos. El exilado se frotaba las manos allende los mares. La hoja de
ruta diseñada para impedir su retorno había fracasado.
El descontento del populacho subía de tono ante la descomposición
generalizada, que anunciaba un caos inevitable. Algunos síndicos reclamaban una
suspensión de los nuevos nombramientos y algunos alguaciles se reunían en
secreto para abordar una salida, espada en mano, bajo una defensa de la legalidad
vigente y un juramento de provisionalidad. Usurparían el Concejo, dado el
estado de emergencia general, con la finalidad de devolver, en un futuro
cercano, el restablecimiento a la normalidad.
No oyes, pues, ruidos de sables, amigo y fiel escudero Sancho. No
pierdas tiempo, ensilla a Rocinante, hay que liberar a Dulcinea de las garras
del pasado.
José
Manuel Castellano
Cuenca
(Ecuador) junio de 2020
Está muy logrado el tránsito a un momento ficticio de la humanidad, éste que describes y haces protagonista a los personajes Cervantinos. Pero no, el único ruido que nos dejan oír es el de la mentira que tapa negligencias, permite el lavado de cerebros construye una nueva historia. A estas horas, la estatua de Miguel de Cervantes en el Golden Gate Park de San Francisco, ha sido la última víctima de los activistas revisionistas.
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