jueves, 8 de julio de 2021

Helado y petrificado

Por: José Manuel Castellano

No es suficiente con saber leer, es imprescindible una labor reflexiva y de contraste”.
(JM Castellano).

Debo confesar que ni el gélido frío del Austro ecuatoriano, como es muy habitual durante esta época del año, había conseguido dejarme tan helado como la lectura (un ejercicio en estos tiempos de alto riesgo, diría que casi mortal cuando no hay criterio) de un “Informe Expecial”; sí, ha leído usted correctamente, expecial con “X”, transcripción literal.

Ese referido texto contiene un mensaje tan claro y tan directo, como engañoso y de muy dudosa credibilidad, que nos lleva a pensar que se trata de una fake news, y entre sus grandes perlas recogidas en el primer bloque de ese innovador género periodístico, que podría conceptualizarse de informe nanotecnológico (apañado en una veintena de líneas) se puede encontrar mensajes tan subliminares como los siguientes:

  •       El acuerdo tecnológico (...) duplicará el PIB de Ecuador”.
  •       El acuerdo más grande del siglo en Ecuador”.
  •    Un gran paso hacia la tecnología (…) para cambiar la tecnología, la moneda y el sistema monetario de Ecuador”.
  •       Se crea una plataforma para que los ciudadanos de Ecuador comiencen a generar ingresos con la criptomoneda”.
  •       La plataforma, Bitcoin Storm, ayuda al gobierno a generar dinero para apoyar a los ciudadanos jubilados y a los jóvenes estudiantes sin aumentar los impuestos, ya que el coronavirus ha ejercido presión sobre los gastos sociales y de bienestar”.

Mientras que el segundo bloque de ese insufrible e infumable expediente “X” contiene poco más de un centenar de líneas y puede definirse de grosera campaña de promoción publicitaria fraudulenta, con ciertos aderezos didácticos: un paso a paso sobre el funcionamiento, la inversión y los suculentos beneficios que supone invertir en Bitcoin Storm. Además esa supuesta información viene acompañada de una serie de hipervínculos muy ilustrativos que invita con urgencia a la ciudadanía -pues solo quedan 37 plazas- para formar parte del selecto grupo de millonarios. Esta es una plataforma convencionalmente revolucionaria, que toma el “dinero de las personas más ricas del mundo” para “redistribuirlo entre la gente común de Ecuador” (sic). Todo ello, sin anestesia previa.

Debo reconocer públicamente que mi capacidad de entendimiento está más petrificada que el propio bosque de Puyango, aunque la primera imagen que me vino a mi hueca cabeza, tras esa lectura, fue la del notario Cabrera. Un tema que centró mi interés durante mi estancia en la Capital Mundial del Banano, que me llevó a una ingente recopilación documental, gráfica y oral, que igual en algún momento podré materializar en un libro.

Ese pensamiento previo me condujo directamente a asociarlo a otro caso similar muy reciente, al que fuera cabo primero de infantería del Ejército ecuatoriano hasta el pasado 7 de junio de 2021 -que según fuentes oficiales había presentado su baja voluntaria- Miguel Ángel Nazareno, más conocido popularmente como “Don Naza”, quien ofrecía nada más, ni nada menos, que un interés del 90% en ocho días, a quienes depositaran en su fondo cantidades superiores a 300 dólares. De modo que el insigne notario Cabrera era apenas un vulgar, iluso y modesto aprendiz en esa actividad piramidal.

También me vino a mi atrofiada memoria el controvertido presidente de El Salvador, Bukele, un aliado inicial del neoliberalismo que ha resultado muy protestón y rebelde, y cuya Asamblea Legislativa aprobaba, el pasado mes de junio, el bitcoin como moneda de curso legal en esa hermana república centroamericana, convirtiéndose así en el primer país del mundo en adoptar tal medida.

En ese sentido se hace necesario resaltar que existe un posicionamiento internacional muy ambiguo, confuso y contradictorio con respecto al uso y legalización de las criptomonedas: unos países están a favor, mientras que en otros están totalmente prohibido. Un panorama realmente muy engorroso e incierto que supera, sin duda, mis muy limitadas luces.

En cualquier caso, como decía mi madre, “nadie regala un duro -antigua moneda española cuyo valor era de cinco pesetas- por cuatro pesetas” y, por otro lado, debo decir que esta sociedad de la información y la comunicación, de la que dicen que es una nueva forma de conocer y comprender la realidad, está acribillando a la única neurona media viva que me queda. ¡Qué duros tiempos nos ha tocado vivir! ¡Qué paren este mundo, que yo me quiero bajar ya!

No hay comentarios:

Publicar un comentario