jueves, 19 de enero de 2023

La universidad, un gran engaño social (I)

Este es un tema que ha centrado nuestra atención a lo largo del tiempo y producto de esa inquietud hemos plasmado en estos últimos años nuestros pensamientos al respecto. En ese sentido, recomendamos la lectura de las referencias que se registran al final de estas líneas.

Para empezar debemos decir que no entendemos -o más bien todo lo contrario- la polvareda levantada en las redes sociales ante unas reflexiones vertidas por un docente universitario sobre la baja calidad educativa. Su repercusión fue tal que incluso un canal televisivo de ámbito nacional de esa maltratada piel de toro ibérica se hacía eco en su informativo de la noticia, pero bajo un tratamiento más propio de varieté mediática, en vez de aprovechar esa oportunidad para abordarlo con seriedad.

La misiva, en cuestión, firmada por Daniel Arias Aranda, docente de la Universidad de Granada (España), y reproducida posteriormente como artículo de opinión en La Voz de Cádiz (Andalucía-España), el pasado día 4 de este recién estrenado año, llevaba un rompedor y llamativo título: “Hoy me dedico a engañar más que a enseñar”.

Su remitente-autor se centra, desde una muy ajustada y concreta mirada crítica, en algunos de los elementos alarmantes de la calidad educativa, arraigados en todas las etapas, aunque con especial atención al mundo universitario.

Los aspectos apuntados, como muy bien precisa el Dr. Arias “son sólo la cima del Iceberg”. Existen, desde luego, muchos otros, a los que catalogamos de “maliciosos”, que deberían incorporarse en futuros análisis, con mayor profundidad y detalle, que sobrepase con creces las características y límites de este género epistolar que referenciamos.

En cualquier caso, nos duele tener que mostrar un agradecimiento y felicitación al colega Daniel Arias por su coraje y valentía en expresar públicamente su criterio a través de su propia experiencia docente.

Nos explicamos. Nos duele, porque sobrevalorar una opinión crítica en un contexto “aparentemente” democrático nos está hablando de la existencia de graves carencias sustanciales en el terreno de la libertad de expresión, en el compromiso social y académico. Una práctica que debería ser muy común y más habitual. Sin embargo, nuestra gratitud viene dada por la superación de los obstáculos, las cortapisas y las limitaciones que tienen los profesionales o los ciudadanos a expresar sus ideas libremente, sin sufrir a cambio las habituales acciones represivas establecidas de facto por un escenario donde predominan los recortes de expresión en el ámbito social, académico y administrativo. Así como el uso frecuente, en muchas ocasiones, de una autocensura individual impuesta: silencios e indiferencias cómplices, promovido por el Imperio del Terror instaurado, donde la inmensa mayoría de los sujetos desempeñan papeles de simples lacayos y limpiabotas en los mejores casos, pesebristas, receptores de beneficios y favores, cuando no de correveidiles, chismosos, traidores, parásitos, vividores…

En ese contexto resulta una perogrullada afirmar que ese tan cacareado “espíritu crítico” y “autocrítico” no es una práctica común en las actuales ruinas de esos supuestos Templos del Conocimiento. Tan solo es un concepto vaciado de contenido y meramente decorativo, como muchos otros.

Desde otro ángulo, se hace necesario apuntar que esta temática, la mala calidad educativa, es un asunto que no interesa lo más mínimo al conjunto social. Los padres quieren que sus hijos simplemente aprueben y hasta llegan a ejercer las presiones necesarias para que reciban las mejores calificaciones en las etapas preuniversitaria. Por su lado, los alumnos siguen esa misma trayectoria y dejan de apropiarse de un conjunto de valores (esfuerzo, dedicación, responsabilidad…), ya que solo tienen como única meta pasar de curso, con trampas incluidas. Mientras que la Academia y las autoridades tampoco están por esa labor, no es una cuestión prioritaria para ellos, tan sólo les interesan los indicadores institucionales y el maquillaje estadístico en ese proceso de homogenización global.

El mundo educativo, en general, como consecuencia del orden establecido, se reviste con ropajes estéticos, un componente más del modelo económico y social, endulzado por falsas apariencias a través de una mercadotecnia que esconde una realidad: los altos niveles de mediocridad, como mecanismo de control y dominación social. Cuanto más tontos e inútiles sean nuestros estudiantes y los sectores sociales mejor que mejor. Por tanto, un descarado y un gran engaño que es asumido por todos.

Decíamos al inicio de estas líneas con cierta ironía que no entendíamos esa humareda levantada. En honor a la verdad, nadie en su sano juicio o con fundamentado criterio se sorprendería de esa realidad tan palpable y visible, que debería ser un asunto permanente de reflexión y de exigencia en los medios de comunicación y en los cenáculos políticos, aunque nadie está verdaderamente interesado en afrontar esta problemática sino en seguir viviendo bajo unas falsas apariencias y envueltos en el manto de las mentiras sociales que potencia esta felicidad virtual.

Los estudiantes no son los responsables de esta penosa mediocridad educativa e intelectual actual. Ellos simplemente son el resultado y la consecuencia directa de este sistema educativo travestido, estafador y manipulador, que no es más que un burdo calco de la realidad dominante, que modela y reproduce individuos descerebrados, deslumbrados por una conducta frenética consumista e incapaces de pensar, de tener criterio propio y desposeído de habilidades para preguntarse y, por tanto, maniatados en actuar.

Continuará.

Lecturas recomendadas

Castellano, J. (2020). Diagnóstico sobre comprensión conceptual y lectora en estudiantes de la UNAE a través de la “cumbia epistemológica” de Les Luthiers. Revista Psychology, Society, & Education, 2020. Vol. 12(2), pp. 107-123. Disponible en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7494028


Castellano, J. (2020). La actual zozobra universitaria ecuatoriana. En Crónicas desde Ecuador (I), pp. 47-48. Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina. Disponible en https://drive.google.com/file/d/1S7v2oZByeVmVug-KiX5z-8ZlCru1CGZn/view


Castellano, J. (2021). Copia, coima y otras corruptelillas académicas. En Crónicas desde Ecuador (II), pp. 177-180. Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina. Disponible en: https://drive.google.com/file/d/1VejMzdvJGqyTrCUlgCTwX21yC0vVZJU-/view


Castellano, J. (2022). ¿Hacia dónde va la educación? En Crónicas desde Ecuador (III), pp. 23-26. Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina. Disponible en https://drive.google.com/file/d/1mIzK7eu852VSpkHimdPg_pWA1jknEXZp/view


Castellano, J. (2022). Un crimen llamado educación. En Crónicas desde Ecuador (III), pp. 40-42 Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina. Disponible en https://drive.google.com/file/d/1mIzK7eu852VSpkHimdPg_pWA1jknEXZp/view


Castellano, J. (2022). Mafia y crimen organizado en la universidad. En Crónicas desde Ecuador (III), pp. 133-135. Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina. Disponible en https://drive.google.com/file/d/1mIzK7eu852VSpkHimdPg_pWA1jknEXZp/view


Castellano, J. (2022). La pedagogía de la paciencia (I). Tribuna Internacional La Clave. Disponible en https://www.laclavecuenca.com/2022/07/22/la-pedagogia-de-la-paciencia-i/


Castellano, J. (2022). La pedagogía de la paciencia (II). Tribuna Internacional La Clave. Disponible en https://www.laclavecuenca.com/2022/08/04/la-pedagogia-de-la-paciencia-ii/


Castellano, J. y Stefos, S. (2022). Indicadores de prácticas y hábitos culturales: Universidad Nacional de Educación. Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina (En prensa).

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