sábado, 15 de agosto de 2020

HUMILDAD EN LA VICTORIA, HONORABILIDAD EN LA DERROTA


Saber ganar o saber perder. “That is the question”. Desde mi modesta visión, perder o ganar es insustancial, es un simple trance del juego o de la vida y, en cualquier caso, nada definitivo, pues a veces la derrota es el primer paso hacia la victoria y, en otras ocasiones, el triunfo es el camino directo hacia el ocaso.
La esencia no radica en ese dilema, no está en el éxito cosechado o en el fracaso obtenido sino en el aprendizaje que se haya podido sintetizar de ambas situaciones para continuar adelante. Esa es su clave, es decir, el poso de esa enseñanza nos debería servir para mejorar como individuos y como agente social. De modo, que es imprescindible aprender tanto en la victoria como en la derrota.
Mientras que su antítesis representa la apropiación de valores adicionales impuros, de conductas transculturales impuestas por un modelo deshumanizante, que margina al perdedor y honra al ganador. Por tanto, en todos los espacios sociales, desde los procesos educativos en la escuela hasta el mundo universitario; desde el ámbito socioprofesional hasta el maloliente mundo político; desde las competencias deportivas hasta el orden internacional se dividen entre ganadores y perdedores, entre ricos y pobres, entre vividores y servidores, etc.
Esta sociedad obliga y enseña a ganar como sea, no importa cómo, con malas artes, con suciedad y trampas, incluso, con deshonra, da igual, todo vale, pues lo realmente importante es alcanzar esa corona de laurel, que se pudre con la deshonestidad y que con cierta frecuencia se convierte en una práctica impropia para ejercer la humillación, la discriminación y el desprecio al “otro” y simboliza una preeminencia de “uno” contra el “otro”; de un territorio con respecto al otro; de una bandera frente a otra; y de un sistema sobre el otro.
La escenificación de ese pavoneo, prepotencia y arrogancia frente al adversario viraliza un mensaje y un comportamiento que penetra con extrema facilidad en aquellos bípedos que sólo tienen cabeza para usar sombrero.
En ese sentido, el llamado “deporte rey” –aunque he de confesar mi convicción republicana– representa un micro espacio que reproduce y contextualiza este modelo social existente y que retroalimenta con gran efectividad la consolidación de esos valores referenciales.
Como una imagen vale más que mil palabras, recupero esa instantánea de un pelotero llamado Gerard Piqué alzando la palma de su mano tras los cinco goles endosados a su eterno rival, que aunque no es otra cosa que una manifestación plena de mofa y un claro mensaje de indignidad, de falta de respeto y consideración hacia el “otro”, es interpretado y reproducido socialmente como estampa de triunfo y superioridad.
Seguramente hoy, mañana, durante meses y años otros iguales de indignos le mostrarán las dos palmas de las manos para contabilizar ocho dedos, como ocho germánicos goles que subirán a los banales altares de una comunidad que se alimenta de pan y circo. No veo muchas diferencias entre ese futbolista y el desprecio omnipotente de la gran mayoría de gobernantes y, lo que es peor, la conducta replicante y generalizada de los oprimidos sin conciencia.
Es probable que esos comportamientos antisociales ayuden a descifrar esta sociedad, que hemos construido sobre valores deshumanizados e insensibles hacia el “otro”. Así nos va, aunque lo más grave es lo que nos queda todavía por sufrir, sino somos capaces de aprender el noble arte de tender la mano, tanto en la victoria como en la derrota en todas las facetas de la vida. Demos ejemplo a nuestra juventud cultivando humildad, honorabilidad y solidaridad o bien continuemos sembrando de sal esta fértil tierra para devorarnos los unos a los otros.
José Manuel Castellano
Cuenca (Ecuador), agosto 2020

2 comentarios:

  1. Excelente artículo. Lleno de sabiduría-filosofía. Me encantó leerlo
    Felicitaciones sinceras a mi incomparable amigo José Manuel.

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  2. Muy bueno. "la derrota es el primer paso hacia la victoria y, en otras ocasiones, el triunfo es el camino directo hacia el ocaso". Grande el pensamiento.

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