viernes, 11 de junio de 2021

Canarias: el nuevo protectorado marroquí

Por: José Manuel Castellano

Canarias es una entidad archipielágica surgida a partir de erupciones volcánicas submarinas en el océano Atlántico, cuyo nombre proviene, según algunos estudiosos, de una raíz proto-indoeuropea (sostener o soportar), vinculada a la mitología griega que hace referencia a Atlas, un joven titán que fue condenado por el dios Zeus a cargar sobre sus hombros el cielo. En cambio, otros lingüistas apuntan la posibilidad de que su origen etimológico pueda proceder de una adaptación a la lengua latina del nombre asignado por los bereberes (pueblo nómada norteafricano) a la cordillera montañosa del Atlas, que se extiende de SO a NE de Marruecos, Argelia y Túnez, desde la costa Atlántica hasta el Mediterráneo.

Un archipiélago desconocido durante la Historia Antigua pero que formaba parte del imaginario mítico de las sociedades grecolatinas, que concebía la existencia del mundo bajo una figura plana y que esas islas se encontraban al borde del precipicio y representaban el paraíso terrenal bajo distintas denominaciones (Islas de los Bienaventurados, Campos Elíseos, Jardín de las Hespérides, Islas Afortunadas), a donde iban a descansar los “hombres buenos” en vida tras su muerte. Unas islas bondadosas, de eterna primavera, con riachuelos de plata, manzanas de oro custodiadas por ninfas y donde se vivía sin sacrificio alguno y en abundancia.

Esa concepción mitológica grecolatina se desmorona sangrientamente a partir de la entrada del Archipiélago canario en la Historia, con las primeras expediciones de reconocimiento a finales del siglo XIV, que daba lugar a la conquista y colonización, por medio de la espada y la cruz, promovida por la “Santa” corona hispana desde 1402 hasta 1496. Un proceso que diezmó de forma considerable a las sociedades originarias asentadas en el Archipiélago (procedentes de las culturas líbico-bereberes norteafricanas) a través de las guerras, las enfermedades introducidas por los conquistadores, la esclavitud y las deportaciones y la imposición de una nueva cultura, una nueva sociedad, una nueva economía, una nueva religión y unas nuevas instituciones.

El mal llamado “descubrimiento de América” (1492) y la posición geoestratégica del Archipiélago, favorecida por la corriente de los vientos alisios, que facilitaba la navegación de las embarcaciones a vela entre Canarias y América, convirtió al Archipiélago en un punto esencial como último puerto europeo de recalada de los veleros que partían hacia el “Nuevo Continente” y en el primer puerto europeo para los que regresaban desde América. Y como consecuencia de ello fue un espacio de intervención para ingleses y franceses a través de acciones corsarias y piráticas, junto al productivo comercio clandestino, para debilitar el papel hegemónico de la corona hispana en el escenario internacional.

Ese fue el primer papel que jugó el Archipiélago como pieza clave en el escenario geopolítico durante gran parte de la etapa moderna, para representar un papel geoestratégico similar durante el periodo contemporáneo. Primero en el contexto emancipador latinoamericano (primer tercio del siglo XIX); después con la intervención imperialista europea en el continente africano (último tercio del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX); posteriormente con la guerra hispano-cubana-norteamericana (1898); seguida por la I y II Guerra Mundial (1914-18 / 1939-45); con la ambición expansionista marroquí sobre la vieja colonia española del Sahara Occidental mediante la “marcha verde” (invasión marroquí del Sahara, 1975); la ocupación militar marroquí del islote Perejil (2002); las reivindicaciones de Marruecos sobre Ceuta, Melilla y el Archipiélago canario; hasta llegar a la reciente aspiración intervencionista militar de los EE.UU. en el continente africano.

La traición española al proceso de descolonización del Sahara Occidental (1975), como ha evidenciado la reciente desclasificación documental de la CIA, donde el propio príncipe Juan Carlos fue informante y negociador ante el gobierno norteamericano para ceder a la pretensión marroquí a cambio de garantizar su corona de Rey; las claras políticas pro-marroquí de los partidos políticos españoles que han vejado los derechos de independencia reconocidos por la ONU, al pueblo Saharaui, que vive continuamente en un estado de represión brutal y criminal; el reconocimiento de la soberanía marroquí del Sahara Occidental por EE.UU. (2020); la normalización en las relaciones entre Marruecos e Israel (2020); junto a la actual crisis de Melilla (2021); las recientes operaciones militares conjuntas entre EE.UU. y Marruecos en las proximidades del Archipiélago Canario (2021); el establecimiento próximo de una base militar en Alcazarseguir (territorio marroquí situado en el litoral mediterráneo entre Tánger y Ceuta), bajo la excusa norteamericana de controlar el terrorismo y garantizar la estabilidad en la región pero con la finalidad real de dominar El Estrecho del Mediterráneo, como punto neurálgico para el intervencionismo logístico en los conflictos actuales del Oriente Próximo y como cabeza de puente en las próximas operaciones militares de EE.UU. sobre los países africanos.

Todo un proceso geopolítico internacional que concluirá en un futuro próximo con unas Canarias bajo el protectorado marroquí, en el mejor de los casos, o en una provincia más del reino alauita, en la peor de las posibilidades.

Mientras tanto, apoyo y estoy al lado de nuestros hermanos saharaui en su reivindicación soberana y denuncio abiertamente la sucia impasibilidad de la ONU y la traición de esas falsas democracias, que vulneran y atropellan abiertamente los reconocimientos internacionales y la libertad de los pueblos. MALDITOS TRAIDORES, MISERABLES ASESINOS.

¡¡¡VIVA EL PUEBLO SAHARAUI LIBRE!!!

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