sábado, 30 de marzo de 2019

La lectura: un hábito o una obligación

Esta sección de "Taller de Escritura" tiene el placer de compartir un artículo de Jonnathan Uyaguari donde se aborda un aspecto clave no sólo en el proceso de enseñanza-aprendizaje en todos su niveles sino en el ámbito social ecuatoriano, como es el déficit lector y la inexistencia de indicadores sobre esta práctica y hábito.
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LA LECTURA: UN HÁBITO O UNA OBLIGACIÓN
Jonnathan Uyaguari

Jonnathan Uyaguari
La lectura es el viaje de los que no pueden tomar el tren”. Esta frase del escritor Croisset me retumba en la cabeza durante estos últimos meses antes de leer cualquier libro o artículo. Desde mi concepción el libro representa un tren, un avión y una nave espacial, viajamos a través de las palabras y de la imaginación, un viaje de aprendizaje infinito.
Ecuador es uno de los países que ocupa los últimos puestos de hábito lector en la región Latinoamericana y, además, carece de indicadores sobre esa situación. El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) en 2012 ofrecía unas cifras altamente preocupantes: aproximadamente el 57% de los ecuatorianos piensan que la lectura es una actividad aburrida y poco interesante; un 52% leen en un promedio de 1 a 2 horas a la semana, es decir, que no llegan a alcanzar un libro por año; además un 32% mencionan que no tienen tiempo de leer.
En síntesis, unos datos que ponen en evidencia unos niveles de lectura pobrísimos y una actividad, la lectura, considerada como una pérdida de tiempo. De igual modo, resulta llamativo la carencia de indicadores, pues desde esa fecha a la actualidad se desconoce la práctica lectora en Ecuador, aunque debemos señalar que el Dr. José Manuel Castellano es uno de los pioneros en el país en abordar esta temática. Ya en 2016 publicaba un estudio sobre hábitos y prácticas culturales sobre el cantón Machala, donde se ofrece unos indicadores alarmantes. Asimismo está desarrollado una intensa labor en la creación de un amplio cuerpo de indicadores en el ámbito universitario ecuatoriano y en Unidades Educativas del Azuay y Cañar, que evidencian un panorama muy similar.
El sistema educativo ecuatoriano, sin duda, adolece de muchas carencias y la ausencia de un hábito lector es una de las más importantes, que inciden en los procesos de enseñanza-aprendizaje en todos los niveles educativos desde las primeras etapas hasta el ámbito universitario. Por tanto, urge la necesidad de disponer de datos, pero parece que los pocos existentes no son tomados en cuenta a la hora de diseñar y planificar acciones destinadas a incrementar esos pobres índices. Eso sí, desde las instituciones se han realizado una diversidad de actuaciones independientes y aisladas sin valorar la situación actual y que se han traducido en resultados insignificantes.
Desde mi perspectiva, como estudiante universitario, considero que desde las primeras etapas educativas se debe activar mecanismos que estimulen la lectura y no bajo el clásico sistema impositivo. He tenido la oportunidad de detectar, a través de un pequeño trabajo de iniciación a la investigación, el influjo que tiene el entorno familiar entre los más jóvenes con respecto al hábito lector, en su doble vertiente tanto motivadora como desmotivadora.
Desde luego existen diversas prácticas de estímulos que pueden realizarse desde el hogar, como leerles a sus hijos antes de dormir, regalar libros sobre contenidos de interés de los niños, como de superhéroes u otras temáticas acordes con sus gustos. No obstante, se producen ciertas circunstancias, como es el caso de las familias monoparentales o las consecuencias derivadas por la migración de los padres, etc., que tienen incidencias negativas y en esos casos debe entrar en juego el papel y refuerzo del docente, quien, a través de diversas metodologías, como el uso de pictogramas o el método global le enseña en primera instancia la estructura de palabras y el significado y sobre todo fomenta la comprensión de textos pequeños. Es en este aspecto que la mayoría de los estudiantes suelen fallar, ya que muchas veces cuando se realiza una lectura comprensiva nunca se capta las ideas principales, por ende, no pueden dar su opinión. Una consecuencia de esto, es que no se suele practicar la lectura socializadora, que como su nombre lo indica motiva a que el alumno extraiga lo que más le haya llamado la atención. 
Por otro lado, los docentes deben tener en cuenta que dentro del aula existen estudiantes que aprenden a dominar la lectura más rápido que otros, por lo tanto, deben aplicar nuevas estrategias que se adapten a las necesidades de cada uno con la finalidad de enseñar y fomentar la lectura. En los últimos años las teorías del aprendizaje han influenciado de tal manera que se puede mencionar que los conocimientos previos, la interacción, la motivación influyen en este proceso.
Desde mi visión considero que la mejor manera para despertar el hábito por la lectura es empezar a leer libros que despierten la curiosidad de los jóvenes y para nada es recomendable que la lectura sea impuesta como una obligación. Incluso, se puede aprovechar los nuevos recursos tecnológicos que ofrecen una gran variedad de temáticas, cuyo acceso es de libre disposición y sin costos. De modo que para mí, el libro es un vehículo que me permite viajar y descubrir nuevos mundos.

1 comentario:

  1. Excelente articulo. Completamente real, a los ecuatorianos nos falra leer y nos falta enseñar a leer. Pero hay otro aspecto importante en concordancia con esta falencia. Quienes eseñan a leer son los padres, los maestros. En el caso de los padres no aprendieron a leer y en el cado de los maestros no tienen motivaciones para enseñar. Arovechare este emspacio y analizare ?Por que sucede esta realidad?, pues que por parte de entidades educaticas nacionales no hay preocupacion por el bienestar del maestro primario, secundario. Que pena, el interes se ha centrado en el educacion superior, conociendo con certeza, que el 'exito de la educacion esta en sus bases. El maestro ecuatoriano urgentemente necesita ser motivafo..si queremos una eduacion de calidad.

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