miércoles, 25 de noviembre de 2020

Razón, conocimiento y ciencia

(P. Manuel Carreira) Teólogo, filósofo y astrofísico
Por: América Belén Viejó Vintimilla

América Belén Viejó

Hablar de racionalidad puede resultar a veces conflictivo sobre todo para quienes excluyen la esencia y el verdadero significado de este pragmático término. La racionalidad se la vincula como una condición netamente humana, pues en la naturaleza del hombre se encuentra indiscutiblemente la inteligente (modo de conocer) y la libertad (modo de proceder). Entonces a partir de estas condiciones podemos preguntarnos ¿cómo se conoce la realidad? y ¿cuáles son los medios para obtener este conocimiento? En ese sentido, la ciencia, a partir de su propia definición se sabe que estudia todo lo real, objetivo y comprobable, por tanto, si respetamos los principios del pensar racional se debe considerar los siguientes elementos imprescindibles: naturalidad del objeto, no contradicción de la realidad y argumentación.

En relación al primer elemento se cita la famosa frase de Albert Einstein “toda ciencia para ser posible presupone dos convicciones previas, el mundo existe objetivamente y el trabajo científico es intentar conocer esa realidad como es.” Aquí, se habla del primer elemento (naturalidad del objeto) el presentar las cosas tal como son, asignar una descripción correcta de lo que en realidad es, en otras palabras, la verdad como una adecuación del entendimiento de la realidad, me guste o no, sin estar sujeto a condicionamientos culturales.

Respecto al segundo elemento y derivado de la misma frase, la ciencia es posible porque la realidad no puede ser contradictoria, es decir, que la denominación que se otorga a un determinado objeto no puede ser negada, por ejemplo, una copa no puede ser otra cosa que una copa al mismo tiempo y desde el mismo punto de vista. En tercer lugar, se sitúa la argumentación, en otras palabras, encontrar el porqué de algo, esta se forma una vez que se han estructurado las dos anteriores. Ahora bien, ¿cómo se alcanza esta última etapa? Conocemos las cosas de la materia por su propia actividad, es decir, mediante la probabilidad de un experimento o el dar razón de un proceso físico basado en otro estado físico anterior y no por intuición. Dicho esto, se puede establecer que las bases del pensar racional manejan un lenguaje universal en cualquier lugar.

Por tanto, queda por fuera del ámbito científico cualquier afirmación de una propiedad de la materia de “valor infinito”, pues lo infinito no es medible, y por tanto ya no es una afirmación científica. El crear es infinitamente superior a todo lo que experimentamos, sin limitación temporal, pues de otro modo sería cambiante y lo infinito no puede cambiar; este tiene su propia realidad y no puede adquirir nada nuevo ni perderlo. En ese caso, ¿qué dice la ciencia sobre la existencia de lo espiritual? Pues directamente no dice nada. La ciencia no tiene instrumento ni metodología para demostrar este aspecto y mucho menos su finalidad; pues esta última al ser variante puede otorgar varios usos a esta condición, además, no existen procesos científicos que puedan demostrar cualquier finalidad, pues esta no es una propiedad medible.

De acuerdo al teólogo y astrofísico, la actual “mentalidad light” justifica los hechos con un simple “porque sí” o como “cosa de azar”, algo que sin duda va en contra de la naturaleza racional del hombre.  Por tanto, si esta se asocia indiscutiblemente al ser humano, sería ilógico limitarse a un solo eje, o centrarse en un solo espacio y mucho peor, llegar a negar algo por el simple hecho de desconocerlo. No podemos justificar científicamente aspectos psicológicos, la composición de un poema, o los sucesos históricos, por esta razón, tampoco se puede asociar lo espiritual con una fuerza ciega o un cuento mitológico.

Las cuestiones de fe son inherentes al hombre, pues es una dimensión que le ha sido atribuida gracias a su prestigiosa condición racional, independientemente de cual sea el direccionamiento que el hombre le dé a esta. Pues la fe no es más que creer en algo basado en un testimonio. Ningún hijo duda que es hijo de su padre si su madre se lo ha dicho a pesar de que no lo haya presenciado, o que varios avances científicos fueran posibles gracias a testimonios (escritos) de sus antecesores. El ser humano no inventa nada sin haber tenido un aprendizaje previo. Entonces, ¿será acaso que el conocimiento debe aún mantener una permanente disociación con la fe? Tomemos en cuenta que podemos llegar a conocer muchas cosas, pero resulta distinto llegar a conocer algo involucrando el saber intelectual en sincronía con la verdad.

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