martes, 17 de noviembre de 2020

EL PAPEL MOJADO DE LA PRENSA Y LA AUSENCIA DE PERIODISTAS PROFESIONALES

Sin duda dos aspectos independientes, que requerirían de un análisis individualizado pero que están estrechamente entrelazados y que nos debería llevar a una profunda reflexión, dada su incidencia negativa en el escaso papel que desempeña como “cuarto poder” en una sociedad democrática. En honor a la rigurosidad debemos señalar, aunque resulte una perogrullada olímpica, que generalizar es mentir y que las excepciones confirman la regla. De todos modos, no es menos cierto que las tendencias marcan pautas.

Por un lado, a simple vista se aprecia que la falta de independencia de los rotativos con respecto a las instituciones, públicas o privadas, les llevan a establecer relaciones de connivencias, pago de favores (de ida y vuelta) y oscurantismos, en contra de los intereses de los problemas sociales y democráticos, que vulneran la capacidad de informar, a través de dejar de contar, de preguntar y de investigar para ofrecer, por el contrario, noticias banales, decorativas o distractoras, como la abundante crónica rosa.

En la otra cara de la moneda, detecto con mucha frecuencia como los que ejercen el periodismo viven de espaldas a la sociedad, desconocen o no quieren conocer las cosas que suceden y lo que aún es más grave ni siquiera toman el pulso de la vida social y mucho menos la cultural, viven aislados o auto-aislados, censurados o autocensurados, en un mundo subliminar de mala copia y pega de agencia o de interlocutores cercanos y adocenados. Escribas que ni llegan a escribir para otros en esa búsqueda de calma social ficticia.

Uno, que intenta conocer la realidad en la que vive, descubre con demasiada frecuencia diversos temas de interés general que los periodistas, bien por desidia, por bajo perfil, por ausencia de ética, por falta de profesionalidad o bien por indicaciones de su línea editorial, dejan de ser abordados o planteados en esas hojas caducas. Un vacío verdaderamente preocupante.  

Ante esta realidad, compartí recientemente con un periodista de raza, de altura, algunas noticias que había recibido, sobre asuntos relevantes que están sucediendo y que no aparecen reflejados en los medios de comunicación, ni por equivocación. Al compartirle esa información, le escribí: “Si yo fuera periodista… y no fuera extranjero…”. A lo que me contestó desde la experiencia y el conocimiento real, vivido en carne propia, lo siguiente: “Si Usted fuera periodista hubiese peleado con (…). Si fuese periodista ya no estaría en ejercicio, tal vez en el país, o ya hubiese migrado como tantos profesionales, si fuera periodista y con esa perspectiva de preguntar, de cuestionar, tuviera dos caminos: ser desprestigiado por los propios colegas o entrar a relaciones públicas de la entidad; porque en Ecuador se da el caso que si cuestiona, los cuestionados le ofrecen cargos y de hecho Usted se hubiera negado, como pocos nos negamos. El ejercicio periodístico, quien lo ejerce con convicción de informar bien y sin sesgos se queda pobre, sosegado; y quienes hacen de él una plataforma de imagen, de negocio, llegan hasta asesores de cualquier institución barrial, local e incluso a altas instancias. Ojalá que en las nuevas camadas de periodistas haya alguien valiente, seguro, bien formado, así como usted” (sic).

En fin, dejo estas reflexiones en el aire por si acaso, desde mi creencia en la utopía, pudiera servir de algo. Cosa que, sinceramente, dudo. Pues, sabe más el diablo por viejo, que por diablo.


José Manuel Castellano
Cuenca (Ecuador) noviembre 2020

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