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Maradona
no solo fue elegancia divina, alegría rebosante, dominio abrumador con estilo, ejecución
sinfónica sin par, visión de juego celestial, dribling seco con velocidad de guepardo, poeta,
pintor y filósofo en el arte del futbol, apasionado hasta el extremo, rebelde
frente a los poderes instituidos, abanderado de regímenes bloqueados, ave fénix
frente a las mil y una adversidades con caída y recaídas en el infierno social,
blanco de traiciones y engaños cercanos, de intensos conflictos familiares, de
escapes alocados pero por encima de esa vida intensa, dura y compleja fue un verdadero
hombre con un inmenso espíritu de lucha, mi respeto. Descansa en paz, Diego.
Cortita al pie y al recuerdo
ResponderEliminarEl pueblo se alimenta de sus propias creencias, de sus propios referentes, de sus propias ilusiones y desilusiones, sus dioses y sus demonios. Crecí en una casa ubicada en El Vado, la casa donde arrendaban mis abuelos, ahí mis tíos coleccionaban revistas deportivas “El Gráfico”, por ejemplo; aprendí a leer viendo imágenes de estadios y barras llenas de rostros iguales, de gritos que recorrían por igual las calles, las salas, los comedores; aquella época la televisión en blanco y negro y con antenas que colgaban de los tejados trasmitían de vez en cuando los partidos del campeonato argentino.
No es esnobismo, se trata de recordar, de ponerse del lado de la nostalgia y revivir la carrera desde media cancha, de levantar la mano y rozarla, de recordar y sonreír… y también de sentirse triste, es momento de estar triste.