Desde mi visión como persona, desde mi labor como docente, no encuentro más razón, ni más orgullo, ni más satisfacción que ver a mis alumnos crecer intelectualmente para la vida, de aprender “con” y de “ellos”, de creer ciegamente en sus enormes potencialidades como hombres y mujeres con criterio, con valores, con respeto al "otro" y como señalé en alguna ocasión: “El día que deje de aprender de mis alumnos y de creer en ellos sentiré una inmensa vergüenza profesional y una traición a mi compromiso social”. Mi admiración y respeto a ti, Erick Jara, que hago extensivo al resto de nuestros compañeros y compañeras.
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